Artículos de Opinión | Rosa Moro | 01-07-2014 |
De los 55 países de África, 39 condenan en diversos grados la homosexualidad, con multas y/o penas de prisión, e incluso la pena de muerte en algunos casos como Mauritania y Sudán, donde la ley -islámica- puede condenar a pena de muerte a los reincidentes, así como en algunos estados del norte de Nigeria y en algunos estados del sur de Somalia. En Lesotho, por ejemplo, la sodomía se legalizó en 2012.
Se supone que Malawi está en proceso de cambiar sus leyes, ya que en 2012, la presidenta Joyce Banda suspendió todas las leyes que criminalizan la homosexualidad. Pero los últimos acontecimientos van más bien en dirección contraria, ya que en las pasadas elecciones del 20 de mayo de 2014, Joyce Banda perdió estrepitosamente el cargo frente a Peter Mutharika, hermano menor del antiguo presidente, Bingu Wa Mutharika, abiertamente homófobo.
Sudáfrica es el único país que recoge expresamente leyes contra la discriminación de los homosexuales. En algunos países la realidad dista mucho de la ley, como es el caso de Egipto, donde en teoría es legal ser homosexual, pero en la práctica los homosexuales son perseguidos y discriminados; tampoco está ilegalizada en Malí, Níger ni Chad, también en teoría.
Si bien es cierto que en la mayoría de ellos, hace tiempo que no se persigue judicialmente a los homosexuales, la ley sigue ahí, vigente y ni el gobierno ni la sociedad se declaran “preparados” para eliminar esas leyes, mucho menos para seguir el ejemplo de Sudáfrica, que en 2005 legalizó el matrimonio homosexual. Así lo declaró en junio de 2013 uno de los líderes africanos más valorados, Macky Sall, presidente de Senegal, “Todavía no estamos preparados para descriminalizar la homosexualidad”, “Estas cosas son sociales” y añadió que en cualquier caso, “Senegal es muy tolerante”. Sin embargo, en otros muchos países los Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales LGTB sufren además de la represión y desigualdad ante la ley, la intolerancia de gran parte de la sociedad.
Por lo general catalogan como punibles actos de “inmoralidad”, “Indecencia” “sodomía” y otros del estilo. Aunque algunos, a la vez que prohíben la homosexualidad, en otros textos legales vigentes protegen contra la discriminación por “razones de orientación sexual”, como el caso de la Ley Laboral de Botswana o el Acta de Igualdad de Oportunidades de Mauricio, o Kenia, cuyo código penal prohibe la homosexualidad, pero en el artículo 27 de su constitución previene la discriminación por “razones de sexo” entre otras.
Para bien o para mal, hay países donde el tabú es tal que ni siquiera hay discusión pública ni legal sobre la orientación sexual, como Somalia, Comoros o Guinea Ecuatorial. Otros muestran más tabú con las mujeres que con los hombres. En Sudán, por ejemplo, el artículo 148 del Código Penal define muy explícitamente la sodomía, pero nada sobre el lesbianismo. En Ghana, Seychelles, Sudán del Sur, Suazilandia y Sierra Leona la ley prohibe la homosexualidad, pero en su desarrollo se puede interpretar que se refiere solamente a los hombres, no a las mujeres.
En Mauritania, donde la ley condena los actos “contra natura” con personas del mismo sexo a muerte por lapidación pública, no se ha ejecutado ni condenado a nadie desde 1990. El presidente de Gambia, Yahya Jammeh, amenazó públicamente a los homosexuales en 2008, dijo que iba a introducir en el código penal la decapitación para ellos, pero hasta la fecha, la represión no ha llegado a tales términos.
Líderes como Yahya Jammeh o Robert Mugabe, de Zimbabue, y otros muchos que declaran públicamente su homofobia e inducen a ella a sus seguidores, aluden a que la homosexualidad es una perversión llevada a África por los decadentes occidentales. La mayor parte de las sociedades intransigentes también alegan la misma creencia infundada.
Hay documentos, pinturas y multitud de pruebas que datan de épocas tan antiguas como de miles de años antes de Cristo, que demuestran que la homosexualidad ha existido siempre y que hasta el advenimiento de las grandes religiones monoteístas, fue considerada como algo natural en todo el mundo y en todas las culturas, incluidas las africanas. Los movimientos de defensa de los derechos de LGTB en África han publicado numerosos documentos sobre este tema, demostrando que no fue la homosexualidad lo que llevaron los occidentales a África, sino la homofobia, basándose en estrictas leyes religiosas. A este respecto destaca la obra de Marc Epprecht, “Heterosexual Africa?” o “Boy Wives and Female Husbands: Studies of African Homosexualities” de Stephen o. Murray y Will Roscoe, publicada en 1998.
Hoy, tanto en África como en otros continentes, las sociedades más estrictamente religiosas son las que más abiertamente condenan la homosexualidad. Los “actos contra natura” son condenados por textos legales influenciados por la religión, no solo por la islámica, sino también por religiones cristianas. En 2008 en Etiopía, una docena de los máximos líderes religiosos musulmanes, ortodoxos, protestantes y católicos adoptaron una resolución contra la homosexualidad, instando a las autoridades políticas a incluirla en la constitución.
Estudiosos tanto del continente como del exterior se preguntan por qué las religiosas sociedades africanas no han recorrido el mismo camino que algunas sociedades religiosas europeas, que en los últimos años empiezan a aceptar la homosexualidad como lo que es, una variación natural de la sexualidad humana. La profesora Kim Yi Dionne, del Smith College de Massachusetts, explica que las sociedades africanas, en estos últimos 50 años “estaban muy ocupadas con otros problemas”, ya que al obtener la independencia heredaron graves problemas estructurales, económicos y de todo tipo, y no han podido dedicarse con la misma intensidad a los mismos problemas que los europeos.
Por último, algunos sectores críticos con el “imperio americano” censuran a la administración estadounidense por amenazar con cortar la ayuda a países que criminalicen la homosexualidad, pero no tener en cuenta, ni siquiera mencionar, a elementos internos, como los misioneros estadounidenses de las iglesias evangelistas y pentecostales, que con ayuda de su gobierno inundan África haciendo apología de la homofobia. Estos predicadores han tenido y tienen una influencia determinante en algunos casos, como el del reciente recrudecimiento de la ley anti homosexuales de Uganda. El gobierno de Obama debería retirarles también a ellos toda clase de apoyo. Famosos predicadores como Scott Lively, Caleb Lee Brundidge y Don Schmierer están ganando en África la batalla que han perdido en Estados Unidos, contra la homosexualidad.
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