La homosexualidad puede es penada con la horca en Irán. / DM
Islam y homosexualidadEs un tabú del que se considera que ni se debe hablar y que en varios países musulmanes está castigado con la horca, lapidación, latigazos y duros castigos físicos
23.12.2007 - ALBERTO SOTILLO/PEDRO TOUCEDA
Quién dice que no hay controversia en el islam? En la actualidad se mantiene una animada polémica entre la escuela Hanafi, que sostiene que la homosexualidad debe ser sancionada con un «duro castigo físico» y, en caso de reincidencia, con la muerte, y la escuela Shafi, que argumenta que si el homosexual es soltero ha de ser castigado con cien latigazos y si está casado debe morir por lapidación.El islam no es la única religión que considera pecado la homosexualidad, pero en su versión ultra -la más extendida y la que rige en países como Irán o Arabia Saudí- sí destaca como la que les depara un trato más cruel. Castigos físicos, pena de muerte, insultos, execración social. Ni siquiera sería exacto afirmar que se trata de una visión arcaica o medieval, pues nunca a lo largo de su historia el islam ha sido tan duro con los homosexuales como en este siglo XXI. Es tal el tabú, que la homosexualidad a menudo, más que un pecado, es considerada una maldición para la familia o la sociedad. Un estigma del que ni siquiera se debe hablar.Una situación que se convierte en tanto más dolorosa para el homosexual musulmán, por cuanto que éste no suele renunciar a su fe ni al islam. Al contrario, la inmensa mayoría reafirman su identidad como musulmanes por fuerte que sea su carga de contradicciones.Lot y SodomaEl origen doctrinal de la condena viene de la historia de Lot en Sodoma. El Corán retoma el relato del Antiguo Testamento y recuerda cómo los habitantes de la ciudad maldita despreciaban a sus mujeres y, en cambio, pretendían violar a los ángeles que Lot hospedaba en su casa. «¿¿Vais a cometer una obscenidad que nadie nunca antes se atrevió a perpetrar?!», exclamó el patriarca, quien incluso llegó a proponer: «Mis hijas serían más puras para vosotros». Pero no. «Ya sabes que no queremos a tus hijas; tu sabes lo que queremos?», respondían los que aporreaban su puerta con la intención de derribarla. Como es sabido, Dios destruyó Sodoma con una lluvia de fuego y azufre. Sólo salvó a Lot y su familia. Y desde entonces, todas y cada una de las condenas de la homosexualidad desde el islam vienen acompañadas de una evocación de las reprobables acciones de los vecinos de aquel buen anfitrión.«Yihad for love»Hay, no obstante, una pequeña minoría en el mundo musulmán que ha roto con el tabú. Un sector muy minoritario y marginal, que se opone a la visión ortodoxa imperante. Es la opinión, por ejemplo, del imán heterodoxo Muhsin Hendricks, quien ofrece a D7 una versión muy distinta de la historia: «En el relato coránico sobre Lot y su gente, los hombres que aparecen eran heterosexuales casados con mujeres, a las que desdeñaban por un deseo guiado por la codicia y el poder. La destrucción divina de Sodoma tenía más que ver con el hecho de que eran politeístas, ladrones, intrusos?» No deja de ser curioso el afán de todos los defensores de los derechos de los homosexuales en el islam en afirmar que los habitantes de Sodoma no eran gays, sino heterosexuales con muy malas intenciones.El heterodoxo imán Hendricks es un buen amigo del director de cine Parvez Sharma, musulmán nacido en India y autor de «A Yihad for love», insólito documental que, según nos declara su autor, pretende «contar la historia del islam por sus narradores más inverosímiles: por musulmanes homosexuales y lesbianas». Una osada transgresión. El relato de una realidad negada y que algunos quisieran eliminar en el patíbulo. Según nos cuenta el director, residente en Estados Unidos desde el año 2000 y que se declara también homosexual, el proyecto nació tras el 11 de Septiembre: «Me sentía aislado y señalado como musulmán... Y yo creía necesario intentar corregir los discursos de violencia e intolerancia que rodean al islam». Nació así el documental como un esfuerzo por desvelar la existencia de «una comunidad silenciada» a la vez que como un acto de identificación positiva con el islam.El rodaje duró seis años, y es ya elocuente el esfuerzo por hacer hablar a sus protagonistas: «Años me llevó convencerles». La película cuenta seis historias localizadas en diferentes países. Y en palabras de Sharma, su principal desafío fue «filmar a musulmanes profundamente devotos hablando de su fe extremadamente personal a la vez que de su aun más personal sexualidad». Una película que, insiste, es también «una defensa del islam».El documento es tanto más insólito si se tiene en cuenta el consenso social existente en muchos Estados musulmanes para silenciar la existencia de la homosexualidad en sus respectivos países. «El homosexual en Irán no tiene vida real. Actúa tras una máscara durante veinticuatro horas los siete días de la semana... Es un tabú. La gente no quiere ni hablar de ello. Piensan que los homosexuales son gente que viola a sus niños», nos declara Arsham Parsi que, desde su exilio en Canadá, ha fundado una organización de defensa de la homosexualidad en Irán. Algo parecido nos cuenta la periodista somalí Afdhere Jama, refugiada en San Francisco: «Nuestra gente cree que no hay homosexuales musulmanes, y que si hay alguno debe venir de Occidente». De donde viene el pecado.«Los 52 de El Cairo»Las principales organizaciones musulmanas de derechos humanos y grupos «progresistas» también parecen estar de acuerdo con las autoridades oficiales a la hora de silenciar esa realidad. No deja de ser sintomático el famoso caso de «los 52 de El Cairo». A saber:En el Egipto oficial tampoco existía la homosexualidad. Hasta que en mayo de 2001 la policía asaltó el «Queen Boat», un barco-restaurante frecuentado por gays. Fueron detenidas 52 personas, a quienes se les sometió a degradantes «reconocimientos físicos» para comprobar si eran homosexuales. Tras lo que 23 de ellos fueron acusados de «desenfreno y conducta inmoral», y condenados a cinco años de prisión y trabajos forzados. Un aviso para que a nadie más se le ocurriera «salir del armario. Pues bien, las organizaciones egipcias de derechos humanos se abstuvieron de intervenir por temor a verse ellos también «denigrados» ante la sociedad. Con un curioso sentido de la «realpolitik», afirman que prefirieron salvaguardar su prestigio ante la sociedad para seguir trabajando por los derechos de las mujeres, los coptos y las minorías y en contra de la ablación del clítoris.Dura es la situación de los homosexuales palestinos que se han refugiado en territorio israelí. Su temor es que sean devueltos a Gaza en una de las periódicas expulsiones de palestinos llegados de forma más o menos irregular. En tal caso, con toda probabilidad, van a ser acusados de «colaboracionistas de Israel», incriminación por la que pueden ser fusilados como traidores. Muchos de ellos han pasado años en Israel, lo que aumenta las sospechas. Piden asilo a las autoridades israelíes, pero éstas no son muy proclives a concedérselo. Así que suelen vivir en un limbo legal. Para las organizaciones palestinas de derechos humanos no existen. Y sólo cuentan con la protección de algunos grupos minoritarios israelíes.La homosexualidad es legal en Turquía y tolerada en el Líbano.Pero en los demás países musulmanes persiste la obsesión de hacer ver como que ahí no existe tal fenómeno. En Irán se les espanta y elimina con la horca tras ser acusados a menudo de violación o secuestro. En Arabia Saudí optan entre los cien latigazos para solteros y la lapidación para casados. En Pakistán, por la cadena perpetua que es la pena que podría recaer sobre el matrimonio formado por Shazina Tariq, esposa, y Shumail Raj, esposo y transexual nacido con genitales femeninos, que se sometió después a dos operaciones. Un caso que agitó recientemente el tabú en ese país.En Irak la homosexualidad se ha convertido en una de las muchas causas por las que se puede ser asesinado. En aquella orgía de sangre, tal amenaza pasa casi inadvertida. Era lo previsible por parte de Al Qaida y de los fanáticos wahabíes. Pero lo que ha sorprendido es que en la página web del moderado y venerado ayatolá Alí Sistani se haya escrito que «los homosexuales deben ser ejecutados de forma severa». Uno de sus consejeros quitó hierro al asunto y aseveró: «Tampoco se cumple todo lo que se dice». La autoridad de Sistani, sin embargo, no suele ser vista con tanto relativismo por sus fervorosos seguidores.La «Recta Vía»En Occidente es donde se asilan los pocos que osan «salir del armario». Pero el repudio se extiende a aquellos que viven en los guetos de la inmigración. Y por otro lado, en Occidente han cobrado fuerza organizaciones como la «Straightway Foundation» (Fundación de la Recta Vía) de Londres, formada por ex homosexuales musulmanes que ofrecen un tratamiento de «terapia» para gays y lesbianas. La Fundación asegura que la homosexualidad se puede curar, como se cura la adicción al juego o el alcoholismo. «Hay drogadictos reformados y jugadores reformados, como hay ex homosexuales», afirma la organización, que nos previene: «Si no le gusta lo que le decimos, tenga en cuenta que aquí no estamos para gustar a nadie». La Fundación crece y prospera en un medio social en el que el homosexual musulmán se siente casi como un extraterrestre.Como resume Muhsin Hendricks: «El mayor temor» para gays o lesbianas musulmanes «es a menudo una realidad: la de ser repudiados por su familia. Es ésta una realidad que muchos temen más que la de ser repudiados por Dios. Es el miedo a quedarse solo, rechazado y no querido por nadie».
Mushin Hendricks
Los iraníes Mazen Ahsan & Qasim Maha y Maryam Ferda y Kiymet
En el documental de Parvez Sharma se recogen los testimonios de homosexuales musulmanes de distintos países del mundo. Estas son sus historias.Hijo y nieto de musulmanes ortodoxos de Ciudad del Cabo, este imán fue expulsado de su comunidad cuando declaró ser homosexual. Su situación ahora se resume en una secuencia del documental. Las bromas y el afecto jalonan un agradable paseo con dos de sus hijas -musulmanas ortodoxas- por una zona costera surafricana. Pero cuando Hendricks les pregunta ante la cámara qué harían en el caso de que fuera detenido por sus prácticas sexuales, la respuesta es tremenda. Su hija mayor, en una mezcla entre amor filial y rigor islámico, dice que ella le pediría a los funcionarios que ahorrasen a su padre una muerte prolongada mediante la lapidación y que le intentaran matar con la primera pedrada.Al llegar a Turquía, Amir relata sus tribulaciones mientras espera asilo junto a otros tres jóvenes iraníes homosexuales: Payam, Arsham y Mojtaba. En Irán, Amir había sido acusado, entre otros, de los siguientes delitos: «contacto sexual con hombres, manera ilícita de hablar y vestir, uso de maquillaje y amaneramiento». Por todo ello, fue condenado a una pena de 100 latigazos que recibió tras ser brutalmente golpeado y torturado mientras estaba bajo la custodia de la policía. En 2001, el gobierno egipcio detuvo en el «Queen Boat», un barco-restaurante de El Cairo frecuentado por homosexuales a 52 personas. Mazen fue uno de los veintitrés que después fueron condenados y encarcelados. Padeció torturas durante dos años. Después de salir de la cárcel, obtuvo asilo en Francia.En la India, su país de origen, el director Parvez Sharma documenta la vida de Ahsan, un musulmán suní, y Qasim, un chií. Qasim viaja con Sharma para encontrarse con Syed Kalbe Jawad, uno de los más destacados clérigos chiíes de la India y mantener con él una animada discusión.Ambas mujeres se conocieron a través de la página web Bint el Nas. Sharma viaja con Mariam, desde su casa en París hasta El Cairo, para reunirse con Maha. En el corazón de la ciudad vieja cairota, descubrieron una librería donde hallaron una copia de «Fiqh al Sunnah» («Las leyes del profeta»). En este libro hay dos páginas enteras que condenan su «forma de amor». Pese a ello, el islam sigue siendo el centro de su existencia. Son dos lesbianas de Turquía que en el documental realizan una peregrinación espiritual a Konia, donde está enterrado el místico sufí del siglo XIII Mevlana Jalaluddin Rumi (fundador de una importante comunidad de derviches). Inundadas por las lágrimas, oran con intensa devoción ante su túmulo funerario y buscan la bendición a su amor en la tumba de Shams al-din. Éste maestro sirvió de inspiración a Mevlana para crear su obra más reverenciada, «El Masnavi». Según varios datos que se apuntan en el documental, ambos podrían haber sido amantes.