La asociación Chrysallis reclama a la Comunidad de Madrid que establezca protocolos educativos y sanitarios para evitar la discriminación. La unidad de trastorno de género del Ramón y Cajal asiste a 45 menores. Las familias critican que en Madrid no se les proporcionen bloqueadores del desarrollo de la pubertad, a diferencia de en Cataluña o Canarias.
Con tres años se situó frente al espejo y se escondió los genitales masculinos entre las piernas apretadas. Su madre le preguntó: "¿Qué haces?". "Viendo como voy a ser cuando sea una niña", le respondió. Un año después, el colegio propuso un Carnaval de princesas y príncipes. Pidió ir de princesa, pero sus padres le convencieron, con gran esfuerzo, de lo contrario. Por evitarle el escarnio. Cuando llegó la hora de la comunión dijo que no iba a catequesis a menos que le dejaran hacerla con vestido blanco. Nacida con genitales de varón, a la hija de María (nombre ficticio), el cerebro le dice que es una niña.
"Por mucha apertura de mente que tengas, al principio te descoloca, porque te falta información, que es lo fundamental", explica esta madre inmersa en ayudar a su hija de 8 años en el "tránsito", como se conoce al proceso de trasladar la realidad normalizada en el hogar al mundo social. No está resultando un paso fácil. "En Madrid los menores transexuales están desamparados, es como si no existieran", lamenta. Varias familias, en torno a la decena, acaban de asociarse en Madrid ante la necesidad apremiante de información, unión para reivindicar sus derechos y, a ratos también, consuelo. Se llaman Chrysallis, y el martes pasado su presidenta regional, Violeta Herrero, —madre también de una menor transexual de 11 años—, acudió a la Asamblea de Madrid para hacer patentes las demandas del colectivo: la "despatologización" de la transexualidad (que deje de considerarse un trastorno mental) y sendos protocolos educativo y sanitario.
Sin protocolos educativos y sanitarios
Desde hace dos meses la hija de María va al cole vistiendo uniforme de chica. Forma parte del "tránsito". La niña va con falda y sus compañeros y profesores la tratan con el nombre nuevo que ella ha elegido. "Es mejor así", dice su madre, "era peor cuando iba con el uniforme de chico. Parecía una niña vestida de hombre. Le llamaban de todo, marica, gay, 'nenaza'. Ahora es menos impactante". Sin embargo, la inexistencia de un protocolo de actuación para los centros educativos con menores transexuales obliga a sus familias a pelear cada avance, desde que permitan firmar los exámenes con el nuevo nombre a que figure el mismo en la percha donde cuelgan los abrigos.
"Hace unos días me citaron a una reunión para pedirme que la niña no llevara cada día una diadema de distinto color. Ya que provocaba a sus compañeros. Mucho me temo que no vigilan al resto de las niñas y sus cambios de diademas. Ellos (la dirección) aseguran que lo dicen para protegerla. Para que otros niños no le levanten la falda, por ejemplo. Pero es que mi niña sabe de sobra lo que tiene (cuáles son sus genitales) debajo de la falda. Deberían controlar a los niños que se la levantan, no las diademas", protesta María.
La asociación Chrysallis está convencida de que la implantación de un protocolo común evitará su discriminación. Los padres y madres también quieren trasladar a los claustros la idea de que su presencia más que un problema puede constituir una oportunidad de educar en la diversidad afectivo sexual.
La hija de María acude periódicamente a la Unidad de Trastornos de Identidad de Género (UTIG) del Hospital Ramón y Cajal. Es una de las, aproximadamente, 45 menores que atiende este dispositivo, pese a que está concebido exclusivamente para adultos. Así consta en los requisitos, tal y como se puede ver su página web. Chrisallys cree que la edad sería algo a reconsiderar en el único dispositivo sanitario para los transexuales de Madrid.
"Nos atienden, pero es verdad que la única asistencia, aunque valiosa, es el acompañamiento psicológico que le dan a la niña", explica María. La Comunidad, a diferencia de Cataluña o Canarias, no permite suministrar bloqueadores de la pubertad a los menores transexuales. Estos tratamientos retrasan el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. Las familias defienden que revertir dicha prohibición "ahorraría mucho sufrimiento a los menores". La presidenta de Chrysallis de Madrid, Violeta Herreros, pidió en su comparecencia en la asamblea la atención sanitaria especializada que requieren estos menores apelando a que evitaría suicidios.
Actuación temprana para evitar suicidios
A quien le pregunta por su hija, María le plantea un ejercicio básico. "¿Desde cuándo sabes que eres una mujer o un hombre? Yo misma sé que soy mujer, que me siento mujer, desde muy, muy pequeña. Pues mi hija igual. La identidad sexual es diferente a la orientación sexual, algo que no todo el mundo entiende. Antes tampoco yo me lo planteaba así. Pero no tiene sentido pensar que los transexuales salen, de forma espontánea, directamente con 18 años".
El Grupo Parlamentario Socialista en la Cámara regional, a iniciativa de su diputada Carla Antonelli, ha registrado en la Cámara regional una Ley Integral de Transexualidad, de las más avanzadas de España. La iniciativa podría debatirse en el pleno de la Asamblea en el mes de mayo, coincidiendo con el día mundial contra la transfobia (día 17). La diputada del Partido Popular Ana Camins, portavoz en la comisión de Servicios Sociales, asegura que su grupo "recoge el guante" de las demandas de las familias de menores transexuales, y tomará en consideración la ley integral, conscientes como son de que "efectivamente hay cuestiones en lo educativo y en lo sanitario a mejorar para que no se produzca la discriminación de estos niños".
Este fin de semana ochenta familias de menores transexuales de toda España han pasado el fin de semana en la sierra de Madrid, en el primer encuentro nacional de la asociación. La reunión tuvo lugar en un emplazamiento privado, y discreto, para proteger a los pequeños, explicaron. Resulta llamativo que tengan que esconderse para ser, pero no les quede más remedio que visibilizarse para existir. "Porque lo que la gente no entiende es que, a diferencia de los homosexuales, nuestros hijos transexuales necesitan de la aprobación externa y de unos tratamientos para ser quienes ellas y ellos quieren ser", dice María.
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