El Congreso desestima una propuesta para ofrecer apoyo a los jugadores gais
El colectivo LGTB denuncia la homofobia en los clubes y entre los aficionados
Don't ask, don't tell. No lo preguntes, no lo cuentes. Fue durante largos años la política oficial del Ejército de EEUU para hacer invisible la homosexualidad en las tropas, hasta que Barack Obama abolió la norma. En España, el tabú continúa vivo en otro ámbito donde prevalece el estereotipo homófobo de masculinidad: el fútbol. ¿Cómo es posible que ningún futbolista español haya reconocido que es gay? La respuesta hay que buscarla en un mundo donde perduran estigmas de macho alfa y dolorosos prejuicios. Pero también en políticos que miran a otro lado.
El último ejemplo, en el Congreso de los Diputados. Izquierda Plural ha planteado una proposición no de ley que insta al Gobierno a elaborar un documento similar al de la Bundesliga alemana para hacer frente a la invisibilidad de los deportistas gais y para arrancar a los clubes el compromiso público de respetar la homosexualidad en el fútbol. La propuesta ha sido rechazada con los votos del PP, que considera que las leyes ya les protegen. «Hay ámbitos en la vida social española donde ser gay es imposible, como el fútbol, porque es un mundo homófobo, es un terreno vedado a los homosexuales», dice Ricardo Sixto, el diputado que defendió la iniciativa en el Congreso.
EL TÍPICO INSULTO / Otros países, como Francia, Alemania o Reino Unido ya han adoptado medidas. Incluso los líderes de partidos conservadores se han comprometido, como la cancillera Angela Merkel, que alentó a los jugadores a salir del armario. «Vivís en un país donde ya no hay que tener miedo», les dijo Merkel. El primer ministro británico, David Cameron, también se reunió con directivos, activistas y exjugadores para mostrar su apoyo a las salidas del armario.
En España no existen ejemplos similares, aunque hay iniciativas, como la ley contra la homofobia que tramita el Parlament y que prevé, entre otras medidas, sanciones contra los insultos homófobos. «El mundo del fútbol es bastante homófobo, de hecho el insulto que más se oye es maricón. Si alguien falla un penalti es maricón, si falla un tiro a puerta es maricón», dice Emilio Ruiz, presidente del Casal Lambda en Barcelona, que ve con esperanza la futura ley.
Mientras, el coming out, la salida del armario, sigue siendo un tabú inmenso, alimentado por miedos, prejuicios, presiones y soledad. «Lo que se necesita es apoyar a los jugadores para que pierdan el miedo a la reacción del club, de la federación. No vale con unas declaraciones aisladas hablando de respeto, tenemos un problema grave y se necesitan campañas, medidas de fomento de la diversidad», dice Joan Miró, coordinador de la Agrupación Deportiva Ibérica LGTB. Luis Pérez, vicepresidente del Club de Tenis de Madrid, cree que mientras no haya campañas educativas, los jugadores no se atreverán a salir del armario. «O tienes una personalidad arrolladora o dime cómo te vas a enfrentar tú solo al mundo, a las marcas, al club, a la afición que grita. Es durísimo aunque tengas apoyo. Imagínate sin él».
EDUCACIÓN / ¿Recuerdan la revista Zero? Miguel Ángel López fue el director que alcanzó el éxito con las salidas del armario de curas y militares. Nunca lo consiguió con un futbolista. Hoy, López duda de si ese era el mejor sistema, y apuesta por la educación. «Es importante evitar que los millones de niños que practican el fútbol caigan en la homofobia. Es paradójico que lo diga yo, porque durante un tiempo me dediqué a eso, pero ahora soy crítico con la forma que tiene la sociedad de sacar del armario a las personas; no es la forma correcta de atacar la homofobia, es algo que se debería hacer desde la base. En el fútbol de base es donde tendrían que existir protocolos; el fútbol es un reducto de machismo insultante para la época que vivimos».
Las instituciones se esforzaron en activar cambios sociales. Si te pega, no te quiere. Si bebes, no conduzcas. Los clubes de fútbol, también. Hemos visto al jugador madridista Guti en una campaña a favor del reciclaje. Hemos visto a los clubes prestando su imagen para campañas contra el trabajo infantil. Contra la violencia de género. Contra la piratería en internet. Pero contra la homofobia, no. De momento. Mientras, el arcoíris se hace invisible en los estadios. Y los niños siguen idealizando a los futbolistas. Cuando ganan, son héroes. Cuando pierden, unos maricas.
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