viernes, 3 de febrero de 2012

La homosexualidad, según la iglesia católica: "Son actos intrínsecamente desordenados"






La doctrina oficial del Vaticano y varias organizaciones católicas mantienen una postura inmovilista respecto a la homosexualidad

■Sin embargo, algunos sectores pugnan por el reconocimiento de los homosexuales dentro de la iglesia.




 
"Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza"; "Son actos intrínsecamente desordenados"; "No pueden recibir aprobación en ningún caso". Ora paternalista, ora celosamente, el catolicismo (al menos su jerarquía) mantiene con respecto a la homosexualidad una postura inmovilista que contrasta con el aperturismo que otras iglesias cristianas vienen ejerciendo en los últimos años.
 
El catecismo (de donde se extraen las citas del comienzo) o La carta pastoral a las personas homosexuales (prologada por el actual papa, Benedicto XVI) son categóricos. Como escribía en esta última el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: "Desde un punto de vista teológico-moral, la actividad homosexual se debe valorar como contraria a la esencia de la sexualidad humana".
 
Esta es la doctrina oficial del catolicismo. Pero la Iglesia tiene muchos rostros y voces además del que representa su cúpula.

Grupos pertenecientes a lo que se conoce como "nueva teología" -dogmáticos y conservadores- como Camino Neocatecumenal (Kikos), Opus Dei o Legionarios de Cristo conciben la homosexualidad como un desorden que, en muchos casos, hay que tratar.

En el lado opuesto, desde el catolicismo de base, asociaciones de teólogos y otros colectivos se lucha, desde hace años, por ofrecer un relato alternativo. Para ellos, lejos de ser un trastorno o un obstáculo para el acceso al sacerdocio, la libre opción sexual es, con el sacerdocio femenino o la atención a la pobreza, una de las piedras miliares de la modernización de las estructuras de la Iglesia.


OPUS DEI

Históricamente próxima a las élites religiosas y políticas, el Opus Dei mantiene respecto a la homosexualidad una postura beligerante en lo social y dogmática en lo teológico. Interpretan los textos sagrados de la forma más restrictiva posible y niegan las explicaciones que implican alguna forma de apertura en el seno de la Iglesia.

Además de por los testimonios de exmiembros de la Obra, la opinión sobre la homosexualidad de la mayoría de seguidores de Escrivá de Balaguer puede colegirse de algunas declaraciones públicas de miembros destacados. La más reciente, la del arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol Balcells, quien arremetió contra los homosexuales al afirmar que su "comportamiento no es adecuado ni para ellos ni para la sociedad".

Uno de las intervenciones públicas más polémicas de un miembro del Opus Dei fue la del psiquiatra Aquilino Polaino. Polaino intervino en 2005 en el Senado, a petición del PP, en el marco de una discusión de expertos sobre la adopción de hijos por parejas del mismo sexo.

El catedrático de la UCM y psiquiatra de cabecera de los medios de comunicación conservadores expuso entonces su controvertida tesis de que la homosexualidad es una enfermedad mental potenciada por padres "hostiles, alcohólicos, distantes" y por madres "sobreprotectoras".


CAMINO NEOCATECUMENAL

Los miembros del Camino Neocatecumenal, popularmente conocidos como kikos (en honor al fundador del movimiento, Kiko Argüello), muy activos durante la visita de Benedicto XVI a Madrid el pasado verano, albergan también posturas tradicionales respecto a la homosexualidad.

Argüello, que además de fundador ejerce de líder carismático para sus fieles y conseguidor dentro de los círculos vaticanos y de la Conferencia Episcopal, sostiene que la homosexualidad es "una enfermedad que se cura". Preguntando hace unos años por si se podía ser católico y homosexual, Argüello aseguro que "sí", siempre y cuando se "sea casto".


LEGIONARIOS DE CRISTO

Los seguidores del oficialmente defenestrado sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, son unos habituales del proselitismo católico más ultraconservador en materia sexual. El oscurantismo que rodea a sus miembros, muy similar al de los otros grupos ya mencionados, no impide conocer sus posturas sobre la homosexualidad.

Jorge Enrique Múgica, un sacerdote español adscrito a los Legionarios, escribió en 2011 una serie de artículos en los que, junto a las habituales diatribas contra el lobby gay, a quien se acusa desde estos sectores de demonizar al que no piense como ellos, ofrece ejemplos (y bibliografía) de que de la homosexualidad "se puede salir". "La motivación religiosa, de comunidad y de oración ayudan hasta en un 38% a superar la tendencia homosexual", escribía citando un estudio de una universidad privada cristiana.


TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

La Teología de la Liberación, con su opción preferencial por los pobres y su deseo de conjugar el nuevo testamento y el marxismo, ha prestado menos atención a cuestiones de identidad de género que otros grupos considerados progresistas dentro del catolicismo.

Lo que no quiere decir que los teólogos de la liberación, con su visión de las escrituras "desde abajo" y su preferencia por los oprimidos, de cualquier condición, incluida la sexual, no se hayan ocupado de la situación de los homosexuales dentro y fuera de la Iglesia.

Uno de sus fundadores, Leonardo Boff, se ha mostrado públicamente a favor del matrimonio homosexual y, en referencia al conflicto entre homosexualidad e Iglesia católica, se ha decantado por los primeros. "Yo creo que el problema no es de la sociedad, ni de los homosexuales. El problema es la Iglesia que no tiene experiencia de vivir en espacios democráticos”, asegura en una reciente entrevista.


REDES CRISTIANAS

Somos Iglesia o Redes Cristianas son asociaciones de cristianos de base cuya opinión acerca de la homosexualidad difiere sensiblemente de los dogmas oficiales, por un lado, y de las interpretaciones más reduccionistas (o legalistas), por otro. El teólogo Evaristo Villar, perteneciente a Redes Cristianas, lo explica así: "La iglesia jeráquica tendría que reflexionar sobre las distintas cristalizaciones de la sexualidad".

Él, como otros teólogos exégetas de las sagradas escrituras, consideran que los argumentos teológicos contra la homosexualidad son fruto de lecturas "muy reduccionistas". Para Villar, la clave está en Jesús de Nazareth, "que guardó silencio sobre un fenómeno -la homosexualidad- que él conocía, pero que no juzgaba relevante, pues la dignidad del ser humano estaba por encima".

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