El local, cerrado, que albergó el Daniel's 8 De izquierda a derecha, Maria Giralt, Cèsar Martínez, Lupe Pulido y Jordi Petit, ayer.
Administración y colectivos recuerdan esta tarde a Daniela, la primera empresaria que abrió en los años 70 un bar para mujeres
El Daniel's, en Sarrià, funcionó durante dos décadas
En la Barcelona de los 70, cuando los gais tenían sus puntos de encuentro en bares del entorno de la Rambla, en el barrio chino, las lesbianas se reunían en el Daniel's, en la zona alta. Las dificultades, en una época en la que ser homosexual era peligroso -de hecho, hasta el 79 la ley persiguió a quien lo fuera-, eran muy distintas para hombres y mujeres. Ellos, ni osaban abrazarse en las pistas de baile de los locales y sufrieron una represión más brutal. Ellas, en Daniel's, se sentían libres, bailaban pegadas al son de la música de Mari Trini y gozaban de cierta permisividad del comisario de la zona que, dicen, incluso acudía de vez en cuando a tomar una copa.
«Era la ventaja trampa de ser invisibles», define Maria Giralt, la que fuera un tiempo disc jockey del Daniel's, un bar de la calle de Peronella, junto a la plaza de Cardona, que fundó Maria del Carme Tovar, Daniela, y a quien hoy el ayuntamiento, la Generalitat y diversos colectivos y asociaciones rinden homenaje en el Palau Moja de la Rambla.
Giralt, también empresaria, recordaba ayer esa época junto a Jordi Petit, presidente de honor de la Coordinadora Gay Lesbiana; Lupe Pulido, directora de la Oficina Municipal de No Discriminación, y Cèsar Martínez, de la asociación de empresas para gais y lesbianas Acegal, algunos de los impulsores del recuerdo a Daniela, que murió el pasado año y estuvo dos décadas al frente de este bar de Sarrià-Sant Gervasi.
«Daniela salía a recibir siempre a las clientas (era época de timbres y mirillas) y las hacía sentir importantes y cómodas. Había de todas las edades e ideologías, desde amas de casas a modelos o prostitutas. Era un espacio de libertad», explicaba Giralt. «Protegió siempre la intimidad y privacidad de sus clientes, nunca salió de su boca ningún nombre de algunas famosas que iban. Si se supiera haría temblar este país», añadía divertido Petit, quien también conoció a Tovar, a la que definió como «una gran relaciones públicas, muy acogedora».
Luz roja
En un contexto represor, la propietaria del local creó el bar como una asociación, lo que en parte le permitió seleccionar quién entraba. Pero no por ello se libró de las visitas de la policía, algo que las clientas sabían porque Daniela activaba una luz roja en el bar cuando los agentes llamaban a la puerta. «En cuando se encendía, las mujeres dejaban de bailar y se sentaban en los bancos que había alrededor de la pista», rememoró Giralt.
Esta tarde recordarán más anécdotas en el homenaje, un acto en el que aprovecharán para pedir el apoyo a las danielas que, dicen, necesita Barcelona, y más, en un momento en el que han cerrado varios locales de ambiente.
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