FOTOGRAFÍA: ALEJANDRO ERNESTO/EFEEl Mejunje, el 'oasis gay' de Cuba
FRANCISCO APAOLAZA
En la manera en que se coloca los pechos y la sombra de azul noche que tunea su párpado izquierdo, en el pelo recogido que será luego melena de peluca y en sus medias de rejilla, Jessica Taylor es la definición visual de una vedette. Pero la imagen tiene otra cara: la masculinidad y la feminidad se solapan en cada uno de los tres personajes, y los planos se confunden en el espejo viejo y sucio de polvo. Jessica, Diana y Shelimar, de izquierda a derecha, son tres travestis cubanos que se preparan para salir al escenario a riesgo de hacer enfadar a los hermanos Castro, poco amigos de que los compañeros compatriotas jugueteen con las cosas del género y menos aún que exhiban su ambigüedad en la calle.
En cierto modo la fotografía de ese búnker de ladrillo rojo con vigas de metal retrata las entrañas de una fábrica de libertad. Está en Villa Clara, en el centro de la isla, y se llama El Mejunje, un gran armario en el que se han escondido los travestis de la región durante 25 años, desde que en el 'Quinquenio Gris' de los 70 el régimen castrista los cazara por «desviación». Sigue ocurriendo: Amnistía Internacional denuncia regularmente detenciones de cubanos por su orientación sexual.
Al Mejunje le llaman en Cuba el 'oasis gay' y se ha convertido en un símbolo de la lucha en favor de la libertad sexual. Hace unos días volvió a romper las barreras. Celebraban las Jornadas de Lucha contra la Homofobia y las tres drags consiguieron salir a cantar ¡a la calle, por primera vez y sin ocultarse! Fuera por fin de su gran armario de ladrillo rojo.
FRANCISCO APAOLAZA
En la manera en que se coloca los pechos y la sombra de azul noche que tunea su párpado izquierdo, en el pelo recogido que será luego melena de peluca y en sus medias de rejilla, Jessica Taylor es la definición visual de una vedette. Pero la imagen tiene otra cara: la masculinidad y la feminidad se solapan en cada uno de los tres personajes, y los planos se confunden en el espejo viejo y sucio de polvo. Jessica, Diana y Shelimar, de izquierda a derecha, son tres travestis cubanos que se preparan para salir al escenario a riesgo de hacer enfadar a los hermanos Castro, poco amigos de que los compañeros compatriotas jugueteen con las cosas del género y menos aún que exhiban su ambigüedad en la calle.
En cierto modo la fotografía de ese búnker de ladrillo rojo con vigas de metal retrata las entrañas de una fábrica de libertad. Está en Villa Clara, en el centro de la isla, y se llama El Mejunje, un gran armario en el que se han escondido los travestis de la región durante 25 años, desde que en el 'Quinquenio Gris' de los 70 el régimen castrista los cazara por «desviación». Sigue ocurriendo: Amnistía Internacional denuncia regularmente detenciones de cubanos por su orientación sexual.
Al Mejunje le llaman en Cuba el 'oasis gay' y se ha convertido en un símbolo de la lucha en favor de la libertad sexual. Hace unos días volvió a romper las barreras. Celebraban las Jornadas de Lucha contra la Homofobia y las tres drags consiguieron salir a cantar ¡a la calle, por primera vez y sin ocultarse! Fuera por fin de su gran armario de ladrillo rojo.
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