"Asesinatos a transexuales-La impunidad de la exclusión en Chile" desde 2002 han muerto 50
Desde el 2002 a la fecha, el país registró alrededor de 50 casos de sujetas transgéneras asesinadas; en la mayoría de los casos denunciados no existen castigos, mucho menos culpables. Los victimarios son liberados rápidamente por la justicia.
Anodis/Por Gonzálo Cid y Fernando Muñoz
La imposición heterosexual es transgredida por la existencia de sujetas transgéneras [1]. Estas existen desde el inicio de la historia, tal cual como sujetas heterosexuales, lesbianas o gays, sin embargo, el regímen de heterosexualidad, cada vez más, las ha ido relegando a un nicho permanente de exclusión, centrado en la vulneración de sus derechos, en donde el derecho a educarse en un sistema pluralista y respetuoso de la diversidad, es una principal discriminación.
Una educación como la que existe, no sólo afecta a este grupo de la población , si no también a toda la sociedad, que sigue reproduciendo diversos mecanismos de exclusión, que finalmente transformarán a sujetas trans, en uno de los grupos sociales más vulnerables, por la constante flagelación de sus derechos de humanos.
En Chile desde el 2002 a la fecha existen alrededor de 50 casos de sujetas transgéneras asesinadas, en donde en la mayoría de los casos que son denunciados no existen castigos, ni culpables y los asesinos imputados, por lo general hombres, son liberados rápidamente por la justicia, desbordada por el estigma y discriminación de los que sujetas trans son objeto.
La mayoría de las sujetas trans abandonan tempranamente los estudios, lo que sumado al abandono familiar y a la exclusión social, las expone a diversas situaciones de riesgo en donde el consumo de drogas, es habitual.
La principal fuente laboral de las personas trans es el comercio sexual, que se impone como la única posibilidad frente a un sistema que censura su identidad, basado en prejuicios que se han establecido desde los discursos de la cultura dominante que discriminará a todo lo concebido como anormal e inferior. De esta forma los escenarios que se generan son adecuados para la invisibilización de estas personas como sujetas políticas, lo que inhibe de raíz, la concreción de sus derechos, pues lo que no se ve, no existe y lo que no existe no tiene derechos.
La identidad trans en este sentido, es una paradoja viva, en tanto su visibilidad y sus ganas de ser como desean ser, las expone a la exclusión y dicha exclusión las invisibiliza finalmente en el ámbito de los derechos humanos. Allí están, allí existen. Todas las personas saben donde encontrarlas, sin embargo, son invisibles para los derechos que pertenecen a todas las personas, porque ellas aún no son consideradas como tales.
Impunidad y Muerte trans
En la actualidad muy pocas sujetas Trangéneras Femeninas [2] en nuestro país, han podido acceder a estudios superiores. Bianca Vidal estudió leyes en la Universidad Arcis y Claudia Rodríguez finaliza un Diplomado sobre género en la Universidad de Chile, para el cual no existía requisito de estudios de pre grado.
En la actualidad muy pocas sujetas Trangéneras Femeninas [2] en nuestro país, han podido acceder a estudios superiores. Bianca Vidal estudió leyes en la Universidad Arcis y Claudia Rodríguez finaliza un Diplomado sobre género en la Universidad de Chile, para el cual no existía requisito de estudios de pre grado.
Estos casos hablan de discriminación positiva de las sujetas trans, puesto que en nuestro país, sorprende que estas personas accedan a estudios superiores. Cabe preguntarse, en todo caso, si estas personas, tan capaces como todos aquellos que no son trans, serán evaluadas al momento de postular a un trabajo, de la misma manera que una persona heterosexual o de apariencia heterosexual. La observación de la realidad, indica con claridad que no es así.
Las sujetas trans no ocupan espacios académicos, ni tienen opciones laborales diversas [3], por lo que su cuerpo rápidamente se transforma en su herramienta de trabajo, lo que normaliza su rol de trabajadora sexual, hecho que se internaliza en sus procesos de socialización entre pares. La exclusión de esta manera se transforma en un círculo que fluye en un mismo sentido.
El trabajo sexual las expone a diversos riesgos. El alcohol y las drogas para pasar la noche, capear el frío y finalmente calmar las adicciones que su consumo prolongado provoca, las sume con mayor facilidad en situaciones de violencia, que las mezclan con imágenes delictivas. Estas imágenes de violencia que hablan de su vulnerabilidad no superan, por cierto, la violencia que proviene desde aquellos que son o se dicen heterosexuales, como clientes fortuitos que las agreden y matan u otros que a través de su poder económico, se aprovechan de su vulnerabilidad y profundizan sus adicciones. En este punto es importante decir que es conocido el caso de Amanda Jofré, una joven y conocida travesti cuya muerte aún no es aclarada. En este caso emergió el primer inculpado por un transgenericidio, Winston Michelson, el que en la actualidad está en libertad, pese a las pruebas que lo inculpan en torno al consumo de drogas de Amanda y su falta de ayuda al momento de ocurrir la intoxicación que le costó la vida.
Finalmente y un punto aparte en este camino de muerte, es representado por los grupos neonazis que de modo habitual y estratégico, recorren los puntos en donde existen Trangéneras y las golpean y matan , tal como ha sido en el caso de Alejandra, este último fin de semana.
No todos los casos de muerte y violencia dirigida a sujetas trans, son denunciadas y no todas las denuncias realizadas son consideradas. El estigma y discriminación, ejerce fuerte traba a la aplicación de la justicia.
En el tramo de tiempo correspondiente a los años 2004 – 2005, las denuncias públicas dieron a conocer que dos trans fueron asesinadas. Andrea Sánchez y Bárbara Rivero fueron muertas a golpes por un cliente que pagó dos mil pesos por los servicios de la primera y pagó 500.000 pesos por su libertad bajo fianza. El caso de Bárbara se diferencia en que no hubo cliente, sólo un agresor que la golpeó de modo violento, por lo que llegó a un centro de atención que no la atendió oportunamente, lo que le costó su vida.
Patricia Fuentealba, Ximena Sotomayor y Cecilia Canto, corrieron mejor suerte. La violencia de la que fueron objeto, sólo les valió golpes que a la primera casi le hacen perder un ojo, a la segunda le costó una violación grupal y su ano atravesado por una botella, lo que de igual forma la dejó con vida. La tercera trans que se menciona, estuvo dos meses inconsciente, internada en un hospital como N.N.
En ninguno de los casos mencionados se han establecido culpabilidades. Los delincuentes escapan y no dejan huellas, pues la justicia no los encuentra.
En el tramo correspondiente a 2005-2006 Nicole tuvo un daño neurológico irreversible, al someterse a una operación de implante de siliconas. Lo que puede sonar frívolo, para los otros casos mencionados, sólo da cuenta de una nueva cara de la vulnerabilidad trans. La salud es un espacio que las discrimina profundamente. Son variados casos de este tipo los que han causado la muerte de sujetas trans, en tanto, no pueden acceder a un sistema de salud, que les permita construir el cuerpo que algunas desean, sin riesgo. Debe entenderse que dicha construcción, por un lado, refleja el impacto de la normalización heterosexual y por otro habla de una situación que va más allá de la estética, del verse bonitas , sino, de un proceso de reconstrucción que les permita identificarse con los patrones culturales que les hacen sentido y a través de los cuales desean expresarse.
Cabe decir que las sujetas trans son un grupo vulnerable prioritario frente a la epidemia del VIH, lo que significa que son uno de los grupos con mayor prevalencia en la adquisición de la enfermedad, lo que de acuerdo a diversos estudios, promovidos y financiados por instancias como ONUSIDA, Organización Panamericana de la Salud (O.P.S), entre otras, se centra en el estigma y discriminación de la que son objeto, en tanto es esto, una variable estructural que sostiene la epidemia.
El 05 de agosto del 2006, Romané encontró la muerte en manos de neonazis que la golpearon con ladrillos hasta acabar con su vida. Otro grupo de personas había asesinado en abril a Andrés Collao, un conocido travesti de la zona de Paine. Con un bloque de cemento destruyeron su cráneo y no conforme con esto, le dieron varias estocadas en todo el cuerpo. En ambos casos no hay detenidos.
Michelle de Valparaíso, Eduardo y Chati de Santiago, Alejandra Soto, Presidenta del Sindicato Trans Amanda Jofré, Pamela de San Felipe fueron agredidas con golpes de puños, pies y con otros elementos contundentes que no les causaron la muerte. De éstas Alejandra Soto, fue agredida por un guardia municipal mientras desarrollaba su trabajo activista en pro de la prevención del VIH. Patricio, un travesti que protege su identidad fue violado por un carabinero de iniciales E.A.M.V, el que fue puesto, en ese momento a disposición de la Fiscalía.
Es importante repetir, que los casos que se mencionan no son todos los casos que ocurren en realidad. Muchas sujetas trans no denuncian las agresiones, pues simplemente no confían en los procedimientos policiales. Esta situación proviene de los constantes acosos y agresiones que sufren por parte de esta Institución, lo que se refleja en los casos detallados más arriba y en la aplicación indiscriminada del artículo 373 del código penal que rige sobre la moral y las buenas costumbres.
Cabe decir en este punto que posterior a la Reforma Procesal Penal, existe un tiempo de horas que las personas deben estar detenidas, para luego proceder a pasar el caso a Fiscalía. Las principales denuncias en este contexto, son referidas a que carabineros, maltratan y abusan de personas trans, liberándolas antes de ese tiempo, por lo que no queda registro de dichas detenciones ni de las posibles denuncias que frente a la agresión estas pudieran hacer, en tanto, para ellas es mejor estar libres, que iniciar engorrosos trámites legales que castiguen a quienes han sido sus victimarios y que las han detenido en muchas ocasiones sólo por su apariencia.
La violencia que sigue reproduciéndose: El caso de Alejandra
Este fin de semana han asesinado a Alejandra, una joven sujeta transgénera del sector de Puente Alto. Las características de su asesinato no distan de otras muertes trans. Violencia, golpes, grupos neonazi, oscuridad, vulnerabilidad, son elementos que se reiteran en las muertes trans, que dan cuenta de la indolencia y complicidad del gobierno con la muerte, por su ineficacia en el diseño e implementación de políticas que verdaderamente erradiquen el estigma y discriminación.
Este fin de semana han asesinado a Alejandra, una joven sujeta transgénera del sector de Puente Alto. Las características de su asesinato no distan de otras muertes trans. Violencia, golpes, grupos neonazi, oscuridad, vulnerabilidad, son elementos que se reiteran en las muertes trans, que dan cuenta de la indolencia y complicidad del gobierno con la muerte, por su ineficacia en el diseño e implementación de políticas que verdaderamente erradiquen el estigma y discriminación.
Alejandra era una chica trans, alegre, con una vida entera por delante, para vivirla como trans, expresión de género con la que ella se identificó. Un grupo de neonazis, agazapados entre las sombras la golpearon hasta causar su muerte.
Alejandra no era una chica conocida. De ella sólo existen algunas fotos familiares y el silencio y dolor que acompaña a su madre desde el momento en que se enteró de su muerte.
Ninguna chica trans es una chica famosa, por lo que sus asesinatos muchas veces pasan desapercibidos y es que nadie les da importancia.
Tomadores de decisión, ignorantes en diversos temas , no son aporte en este camino. Su desinformación y carencia del sentido de lo humano, les llevan a emitir afirmaciones que promueven el discurso del odio hacia lo trans y enuncian su total complicidad con la impunidad como ha sido el caso de Francisco de la Maza (UDI), que ha centrado sus esfuerzos en erradicar el comercio sexual de su comuna, sin reflexionar en lo que está al fondo de esta situación: la vulneración de los derechos humanos. Raúl Torrealba (R.N), alcalde de Vitacura, indicó, públicamente, en apoyo a De la maza que las sujetas trans debían ser erradicadas a la Rotonda Pérez Zujovic, pues allí serían atropelladas.
Las acciones de estos alcaldes y en especial los dichos del Torrealba, enuncian la realidad de la sujeta trans en nuestro país.
Alejandra no es la única muerte ocurrida en el 2007, a lo que se suma , por cierto, diversos casos de violencia, con y sin violación, barridas neonazis y exclusiones de distinta índole, lo que sucede, porque en Chile la vida trans no se respeta.
Mums seguirá adelante con los procedimientos que permitan castigar a quienes asesinaron a Alejandra, esperando que la visibilización de los casos sensibilice y más que nada capacite a todo el pueblo chileno en el ejercicio y promoción del respeto a todas las personas que no son heterosexuales, pues los derechos son de todas las personas.
Mums exige a la Presidenta Michelle Bachelet:
Agendar una reunión con la principal autoridad del país, (hemos solicitado diversas reuniones con la Presidenta Bachelet) para abordar estrategias multisectoriales que permitan erradicar el estigma y discriminación a personas no heterosexuales en nuestro país.
Acabar con el silencio gubernamental y expresar con claridad su postura frente a la diversidad sexual y a los casos de discriminación, corrigiendo las falencias que hemos denunciado en torno a la Ley que establece medidas en contra de la discriminación y que aún se tramita en el Senado. Es decir establecer medidas de educación, prevención y una entidad responsable para desarrollar esta tarea.
Desarrollar un Trabajo entre las organizaciones de la diversidad sexual y el gobierno, en una ley efectiva contra la discriminación y la real aplicación de justicia para que los casos como el de Alejandra no vuelvan a suceder en nuestro país y no queden impunes. Será esta una forma de construir un país participativo desde el control que efectué la sociedad civil, del diseño e implementación de las políticas no discriminatorias.
Derogación del artículo 373 del Código penal que rige sobre la moral y las buenas costumbres.
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