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lunes, 1 de diciembre de 2014

La lucha contra el sida, la lucha por el condón




Shangay Lily 
Con motivo del Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, la asociación LGTB del País Vasco Gehitu (“sumarse” en euskera y un juego con la pronunciación que suena como “gay” y “tú”) me pidió un texto para el número monográfico sobre el sida de su revista Gehitu Magazine que saldrá en papel hoy y que podéis ver online en ISSUU.
El tema que principalmente se debate en ese número es el auge de la práctica delbareback o sexo sin condón. Por desgracia, fomentado principalmente por la poderosa Iglesia Católica y por las farmacéuticas, las nuevas generaciones, inexplicablemente (tienen acceso a una información y herramientas a las que los veteranos que nos enfrentamos a la aparición del sida no tuvimos) cada vez ignoran más el condón y se arriesgan más. En este día en el que sobre todo recordamos a nuestros hermanos y hermanas caídos por esta terrible enfermedad, os dejo con el texto/reflexión que envié a las y los amigos de Gehitu.
Bareback, autodestrucción sin condón
Pulsión autodestructiva, culpabilidad, baja autoestima, moda, necesidad  de pertenecer (a la élite), decadencia, aburrimiento, prepotencia, perversa dinámica de poder… muchas son las razones que podrían explicar la alarmantemente creciente moda de practicar el bareback (“sexo a pelo”, proveniente del término ecuestre para montar “sin silla” o “a pelo”), pero la explicación a la peligrosa práctica de follar sin condón, justificada inicialmente como respuesta a la monotonía por el aliciente que el riesgo supone, se debe analizar como un cúmulo de factores en una interacción compleja.
El primer paso sería incluir el concepto de gaypitalismo que desarrollo y analizo en mi venidero libro Adiós, Chueca (Memorias del gaypitalismo: construyendo la marca gay). No es muy difícil aplicar las leyes del  capitalismo a la comunidad gay; de hecho es lo que una élite de gaympresarios ha hecho para convertir en negocio nuestra lucha por una vida digna. Nuestra identidad se ha convertido en un negocio que impone un determinado físico que genera jugosos dividendos  (joven: gastando en la cosmética y la cirugía plástica, musculado: costosos gimnasios, depilado: una industria nacida en los 90, bronceado: otra industria nacida en los 90, entusiasta: el negocio de las farmacéuticas, vestido a la última y de marca, culto, viajado, con buen gusto: las inmobiliarias y decoradores babean con los gays, siempre con tecnología punta…) y al que la mayoría accede a costa de su salud física y mental cuando no pueden mantener ese ideal pluscuamperfecto e inalcanzable y caen en profundas depresiones, terribles adicciones (la presencia de drogas cada vez más sofisticadas y peligrosas en nuestra comunidad se incrementa) e incluso el suicidio al creerse fracasados.
Una vez aclarado el caldo de cultivo que el capitalismo ha colado en nuestra comunidad para imponer modas y demandas incluso autodestructivas (pero beneficiosas para el mercado), pasemos a analizar algunos factores psicológicos que intervienen en esta práctica que ha disparado los niveles de infección por VIH —especialmente entre los más jóvenes— hasta picos similares a los de lo que se conoce como el “holocausto gay” (la aparición del sida en los 80).
La baja autoestima sería un factor determinante, ya que juega un papel relevante no sólo en este fenómeno sino en toda la comunidad LGTB. No sólo sufrimos una constante agresión homófoba desde niños que mina nuestra autoestima antes de su propia maduración, sino que, como he explicado antes, esta batalla continúa hasta cuando superamos el heroico rito de salir del armario y aceptarnos nuestra esencia: esa comunidad gaypitalista que creíamos nuestra salvación seguirá jugando con nuestra autoestima. Es la forma de imponer a una persona prácticas que se venden como pertenencia al grupo, ya sea comprar determinada ropa o practicar el bareback porque es lo que hacen los cosmopolitas urbanitas de capital.
Aprovechando la baja autoestima del menos curtido, los “triunfadores” (bien dotados, guapos según el canon oficial, ricos…) imponen a los canondiscordantes su demanda de no usar condón, algo de “aburridos y antiguos”. El riesgo, lo prohibido y la prepotencia siempre han sido una eficaz arma en las dinámicas de poder de una sociedad jerarquizada, elitista y clasista (en ese ámbito también opera la homofobia). Y la comunidad gay, por culpa del gaypitalismo, se ha convertido en la sociedad más competitiva, jerarquizada y clasista del universo capitalista. La última adquisición de esa maquinaria propagandística y adoctrinadora sobre la que funciona el monstruo capitalista.
Dentro de este gaypitalismo que ha impuesto el clasismo, la misoginia y la endohomofobia (homofobia internalizada de gays) como rituales cotidianos, es fácil entender la masificación de modas que perjudican a la persona pero benefician a esa oligayrquia que promueve estas modas. Es en este perverso mundo gaypitalista donde la urgencia por seguir la moda (por muy peligrosa que sea) para pertenecer al grupo tiene sentido.
Una vez nos creemos dentro de esa élite gaypitalista, aparece la prepotencia de creerse imbatible o por encima de lo que afecta  a los “perdedores”. Una convicción que desemboca en la peligrosa pose del ennui o aburrimiento crónico. Y ese aburrimiento lleva a buscar nuevos alicientes como el riesgo de follar sin condón, desafiar lo prohibido. Un desafío que a su vez favorece el cultivo de lo decadente o retórica de la decadencia, la convicción de que lo decadente es sinónimo de cosmopolitismo, éxito, superación, y lo inocente o sencillo (como el instinto de preservación) de pueblerino o poco viajado, fracaso, inferior (otra más de esas absurdas dicotomías impuestas en nuestra comunidad por el heteropatriarcado que convierten al activo en superior al pasivo o a la pluma en inferior al “parezco hetero”).
A esto podríamos sumar la culpa impuesta por los cristofascistas (la mal llamada tradición judeo-cristiana) que arrastramos toda nuestra vida y que nos lleva a cometer pequeños boicots contra nosotros o permitir agresiones creyéndonos merecedores del maltrato.
Pero el peor factor en esta práctica es la pérdida del miedo al VIH/sida. Y la mayor responsable de esa pérdida de miedo es una gran industria capitalista: la industria farmacéutica. Con su interesado mensaje de que los enfermos de sida ya no mueren (mentira, mueren muchísimos menos, pero mueren y otros arrastran consecuencias de una medicación muy agresiva para el hígado y los riñones o los huesos y la regulación de la serotonina con la consecuente depresión) o de que la vida de una persona con VIH es casi idílica gracias a sus medicamentos, pasando por el peligroso lema de que el sida ahora sólo es una “enfermedad crónica”, han hecho creer que el VIH es una nimiedad por la que no hay que preocuparse.
Si a esto unimos que gran parte de los directivos y accionistas de esas farmacéuticas son cristofascistas, entenderemos episodios como la retirada de una foto de condones en una exposición patrocinada por las empresas farmacéuticas Bristol Myers-Squibb y Gilead en el hotel Room Mate Óscar de Madrid, ordenada por una directiva que visitó previamente la exposición que seguía 18 días a una persona con VIH. Boicot al condón que va desde los papas hasta sus lacayos cristofascistas que proclaman combatir el sida y no hacen sino fomentarlo.
El fenómeno Truvada
A este desolador panorama habría que añadir el último capítulo del culebrónbareback, un fenómeno que en EEUU está levantado tanta pasión como críticas: el uso de Truvada, fármaco antiretroviral que impide la transmisión, como sustituto del condón. Obviando los efectos secundarios para la salud que tiene esa medicación, el fenómeno Truvada está fomentando el bareback hasta límites insospechados en los EEU. En España, hace unos días un médico me comentaba el creciente mercado negro que el tráfico de este medicamento ya está creando en las farmacias de algunos hospitales de Madrid.
Y todo por no ponerse un condón, esa frase que tantas personas con VIH habrán repetido en su cabeza.
Esta entrada está dedicada a Poli Alomia y a Ana Rosa Linares y a todos los seres amados que permanecen en mi/nuestra memoria.

domingo, 30 de noviembre de 2014

El actor, activista del colectivo Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales y colaborador de 'Público', Shangay Lily, celebra 20 años de 'artivismo'y presenta nuevo espectáculo


El actor, activista LGTB y colaborador de Público,Shangay Lily.




"De Podemos no espero nada, han traicionado una y otra vez la causa del colectivo LGTB"

Veinte son los años que el actor, activista y colaborador dePúblico Shangay Lily lleva luchando y denunciando las injusticias que sufre la comunidad LGT. Veinte años en los que asegura que ha ido viendo cómo el activismo se iba conviertiendo "en un producto interesado para promocionarse políticamente", alejado de su genuino próposito.
Shangay Lily celebra y corona su veintena con su nuevo espectáculo, Palabra de Artivistaque se estrena este sábado a las 22.30 horas en el Teatro del Barrio de Madrid. 
Tu nuevo espectáculo resume 20 años de artivismo, en los que has intentado reivindicar los derechos de la comunidad LGTB y denunciar injusticias políticas. ¿Con cuál de todas tus iniciativas te quedarías? ¿Cuál crees que ha tenido una mayor repercusión?
En un primer momento me planteé explicar lo que es el artivismo, un término que proviene del movimiento feminista que utilizó el arte para hacer activismo burlando el rígido sistema patriarcal y lo que en este se considera "serio" y "político"; una estrategia que yo adopté para poder aunar mi vertiente artística y activista, ambas negadas o presentadas como excluyentes en cada periodo: el primero de fama en televisión y el segundo de activismo exclusivamente politico.
Una estrategia que niega a Gramsci y su revelación de que la hegemonía política se combate en lo cultural. Involuntariamente, mi espectáculo se ha convertido en un fascinante análisis de cómo ha ido cambiando el activismo en España en los últimos 20 años.
Desde los inocentes 90 hasta el sofisticadamente represivo principio de milenio. Aunque la protesta ante Rajoy denunciando la homofobia del PP o romper la foto de Espe Aguirre en Telemadrid, incluso el montaje criminalizador en las JMJ por ondear una bandera gay durante la Marcha Atea, son muy celebradas, no daría más importancia a una acción que a otra porque creo que cada acción cumplió su cometido histórico: en los 90 era vital la visibilidad y eso es lo que conseguí con la televisión y la fama, poner un modelo positivo, un referente que muchos y muchas jóvenes de entonces me han agradecido.
La creación de mi revista Shangay Express entonces fue vital, aunque degeneró tras su robo por mis socios junto a Zerolo en un panfleto capitalista homófobo.
Cuando me di cuenta de que la televisión me/nos estaba utilizando para reforzar los mismos mensajes que combatíamos y la visibilidad se había convertido en marca, en producto comercial, la abandoné y me centré en lo político, en internet, en mi blog dePúblico que me ha dado a conocer a toda una nueva generación o grupo de izquierdas.
¿Crees que en estos 20 años España ha avanzado lo suficiente en el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGTB? Y en cuanto al apoyo de la ciudadanía, ¿crees que hay una normalización social suficiente?
Creo que ha avanzado muchísimo desde que a finales de los 80 me insultaban y agredían por declararme orgullosamente homosexual y plumífero en las calles y las primeras marchas del Orgullo. Pero también creo que hacer parecer que ya no hay nada que conseguir, incluso que los gays somos privilegiados por el sistema, y negar la creciente homofobia, es una trampa mortal que el régimen ha impuesto con sus modelos endohomófobos (gays que sufren homofobia internalizada) como Jorge Javier Vázquez, Fernando Tejero o Sandra Barneda, personajes que atacan al activismo y proclaman que no hay que hablar de la sexualidad de uno porque ofende a los "pobres heterosexuales".
"Negar la creciente homofobia es una trampa mortal que el régimen ha impuesto con sus modelos endohomófobos"
Creo que la homofobia ahora es más sofisticada y perversa, es lo que llamo homofobia sigilosa, que se esconde o niega pero es más virulenta. El clásico: "yo no soy homófobo, pero..." o el ridículo "yo no soy homófobo porque tengo amigos gays". Ahora la lucha es otra, más perversa, pero más necesaria que nunca.

Acuñaste el concepto de "cristofascismo". ¿Puedes explicar brevemente en qué consiste y dónde se puede encontrar en la sociedad de hoy?
El cristofascismo es utilizar un mito o leyenda de un ser imaginario como Cristo, supuestamente perfecto y revolucionario, para imponer el modelo fascista o lo que yo llamo la industria del odio. No es más que otra forma del nacional-catolicismo franquista. La Iglesia siempre ha declarado no hacer política cuando es el peor agente político del planeta.
Sufres insultos habitualmente por parte de un sector de la sociedad española. ¿Por qué crees que levantas tantas pasiones en la ultraderecha?
Pasiones en contra. Como dicen algunos seguidores "sólo por la habilidad que tienes de poner de los nervios a los fachas, eres fundamental". Siempre he dicho que es como ponerle un espejo delante a la gente. No lo llevan nada bien.

¿Quién es "el verdadero enemigo"?

El egoísta, el vendido, el traidor... la mayoría de las veces el peor enemigo es el que está en casa.
¿Cómo calificarías la acción de la izquierda española en la lucha por los derechos de la comunidad LGTB? ¿Qué esperas en este sentido de Podemos?
"La izquierda ha sido la única que ha luchado por los derechos LGTB"
La izquierda ha sido la única que ha luchado por los derechos LGTB, ahora la derecha intenta apropiarse de esa lucha y avances y hacerlos pasar por suyos distorsionándolos para recuperar la homofobia.

En concreto la apropiación de los Orgullos Gay por parte de varios ayuntamientos peperos para pagar jugosas sumas a "artistas" homófobos es lamentable. Pero esa lucha la ha hecho innegable la izquierda a pesar de la derecha. En concreto Izquierda Unida. El PSOE tardó bastante más de lo que la gente cree en aceptar la lucha LGTB como suya y cuando lo hizo se apropió de ella a cambio de jugosos beneficios electoralistas.
De Podemos no espero nada, porque han traicionado una y otra vez la causa LGTB ya antes de acceder al poder. Lo último fue ver a Pablo Iglesias aplaudiendo a un Papa homófobo y misógino por sus mentiras. Creo que la estrategia desesperada de Podemos de ganar a cualquier precio conlleva repudiar todo lo que no sea mayoritario o disguste al amo patriarcal. Es asimilarse al sistema y expulsar a sus minorías molestas, las aristas incómodas; ya lo vivimos en la comunidad gay con lo que yo llamo el gaypitalismo.
La comunidad LGTB, la real, no ese producto gay asimilado que tanto vende, siempre vamos a molestar a los poderosos, los patriarcas.
En ocasiones he recibido críticas de la comunidad LGTB por intentar representarla. ¿Cómo encajas estas críticas?
Nunca he recibido críticas de la comunidad LGTB, sino de algún individuo desconocido que no representa a nadie ni ha hecho nada. Nadie puede negar mi recorrido y activismo. Le moleste a quien le moleste, sólo hay que tirar de hemeroteca para saber que uno de los pilares de la construcción de Chueca y la nueva identidad "gay" fui yo.
Lamentablemente degeneró en un modelo aberrante en manos de una oligayrquia que boicoteó a las disidencias del modelo patriarcal y lo convirtió en un modelo clasista, machista y homófobo. De hecho, los que más intentan cuestionar que yo represente a la comunidad LGTB son los homófobos cristofascistas haciéndose pasar por aliados de la comunidad o incluso representantes de esta.
"Los que intentan cuestionar que yo represente a la comunidad LGTB son los homófobos cristofascistas"
Tú también has arremetido contra un sector de la comunidad gay por "aburguesarse". ¿Podrías explicarlo?

Los llamé burgayses en un primer momento, aunque ahora creo que les define mejor el término absurdigays, tiran piedras contra su propio tejado con tal de complacer al amo patriarcal homófobo y recibir beneficios económicos por su traición.
He escrito extensamente sobre el tema en mi blog de Público. Esa traición devino en lo que he llamado gaypitalismo como explico en mi venidero ensayo Adiós, Chueca (Memorias del gaypitalismo: creando la marca gay). De ellos hablaré en mi espectáculo.
¿Echas de menos más artivistas en España? ¿Crees que debería haber más artistas que se involucraran más a fondo en la vida política, como has hecho tú recientemente con Alfon?
Echo de menos a personas que luchen desinteresadamente, no por sacar crédito o una carrera, personas que, como el gran Willy Toledo por ejemplo, sacrifiquen su cómoda carrera para denunciar injusticias y apoyar a los desfavorecidos, a las causas menos populares.
En estos 20 años he ido viendo cómo el activismo genuino se iba convirtiendo en un producto interesado para promocionarse en el ámbito político, dentro del partido; o el académico, abrazando las causas más aparentemente estrambóticas para quedar como el más vanguardista y moderno. Es lo que yo llamo des-activismo queer.
"Echo de menos a personas que lu chen desinteresadamente, como Willy Toledo"
El criterio es muy sencillo: ¿Si tú le quitases ese componente activista o político a una persona, su carrera mejoraría o seguiría estando ahí... o por el contrario desaparecería porque es la base de su popularidad? Es como el político que vive de la política o el que ha sacrificado beneficios más fáciles para hacer política.

Fuente:http://www.publico.es/558934/de-podemos-no-espero-nada-han-traicionado-una-y-otra-vez-la-causa-del-colectivo-lgtb

lunes, 20 de octubre de 2014

Abracadabra: palabras mágicas y diccionarios









Ramón Martínez 18 octubre 201

En la RAE ya saben que nos llamamos lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Ya saben que nos llamamos Rumpelstiltskin. O comenzamos rápido a ejercer la magia que sólo nosotras conocemos o sus diccionarios pueden convertirse en el sepulcro de nuestro poder.

La Real Academia Española ha presentado este jueves la vigesimotercera edición de su Diccionario, en el que se han incorporado algunos términos y se han modificado algunas definiciones polémicas referidas a la diversidad sexual y de género. Así aparece recogido por vez primera el adjetivo homófobo, que se define como "que tiene o manifiesta homofobia", y "propio de una persona homófoba o de la homofobia".
Es destacable ese "tiene", porque nos recuerda a las construcciones que se emplean para hablar de una determinada enfermedad, "tiene gripe", y equipara de este modo muy acertadamente la homofobia -que ya aparecía en la anterior edición y cuya definición no ha sido modificada: "aversión obsesiva hacia las personas homosexuales"- con lo que es: una forma de trastorno de la personalidad.
El diagnóstico es claro: homofobia que ha derivado en paranoia.
De ahí que podamos afirmar que, si "el obispo de Alcalá tiene homofobia", este obispo debe ser atendido con urgencia ya que presenta una enfermedad muy peligrosa para quienes no son como él, que se ha agravado esta semana cuando, tras ser reprobado por un pleno municipal en la ciudad Complutense -en el que el Partido Popular se alió con España 2000 para votar en contra y "salió del armario" en sus posicionamientos sobre la diversidad sexual y de género como un partido de extrema derecha- afirmó que estaba siendo perseguido. El diagnóstico es claro: homofobia que ha derivado en paranoia.
Pero, volviendo al diccionario de la Academia, hay también otras definiciones que en esta nueva edición han sido enmendadas, con la intención de ofrecer una imagen menos prejuiciosa de la institución que el año pasado cumplió su tercer centenario. De esta suerte el adjetivo a veces empleado como sustantivo gay, que aparecía descrito como "perteneciente o relativo a la homosexualidad" y "hombre homosexual", ha pasado a definirse como "dicho de una persona, especialmente de un hombre: homosexual" y "perteneciente o relativo a los homosexuales".
Son interesantes además los ejemplos de su uso que ofrece esta nueva edición, como "sus mejores amigos son gais", frase a la que parece que le falta el "pero" tan frecuente en la homofobia liberal, o "celebraron el día del orgullo gay", puede que dejando claro que para la Academia transexuales, bisexuales y lesbianas no tienen día para su Orgullo.
Ponen como ejemplo: "sus mejores amigos son gais
Sobre estas tres identidades no han reflexionado mucho los académicos, porque sus definiciones, aunque en ocasiones enmendadas, siguen siendo bastante reprobables. Tenemos el caso de lesbiana, que en su día remitía al adjetivo lesbiano, -na, definido en primer lugar como "lesbio" y en segundo como "mujer homosexual" y al que únicamente se ha añadido una etimología, siendo ese lesbio igual ahora que antes, descrito como "natural de Lesbos", "perteneciente o relativo a esta isla" y por último "perteneciente o relativo al lesbianismo".
Lo mismo sucede con bisexual, que continúa siendo "hermafrodita" y en segundo lugar "que alterna las prácticas homosexuales con las heterosexuales", de lo que entendemos que para la Academia las personas bisexuales son heterosexuales lunes, miércoles y viernes y homosexuales martes, jueves y sábados, reservando los domingos para el descanso; y con transexual, que continúa como "que se siente del otro sexo, y adopta sus atuendos y comportamientos" y "que mediante tratamiento hormonal e intervención quirúrgica adquiere los caracteres sexuales del sexo opuesto", ambas definiciones bastante mejorables. 
Para la RAE bisexual continúa siendo "hermafrodita" 
De la misma manera, aunque han sido modificadas, las explicaciones de otros términos siguen sin ser convincentes. Así ocurre con maricón, que antes equivalía a los vulgares "marica" y "sodomita", y al "insulto grosero con su significado preciso o sin él", y ahora se define como un "varón afeminado u homosexual", como vulgarismo, y mantiene el "insulto grosero con su significado preciso o sin él", ignorando que los que somos maricones siempre entendemos detrás de ese insulto todo su significado; y lo mismo sucede con el adjetivo sodomita, que conserva sus primeras dos acepciones como "natural de Sodoma" y "perteneciente o relativo a esta antigua ciudad de Palestina", pero modifica la tercera definición, que antes fuera "que comete sodomía" y ahora "que practica la sodomía". Ya no es un delito, porque la no se "comete", la sodomía, que por cierto aparece descrita tristemente como "práctica del coito anal", pero es bueno saber que podemos tributar en una ciudad que desapareció sepultada por el Mar Muerto, porque allí quizá nuestros impuestos no acaben financiando a grupúsculos de personas que nos odian, como es el ya mencionado y nunca suficientemente puesto en evidencia obispo de Alcalá.
Términos que conservan su definión
Otras palabras mantienen sus definiciones, como son homosexual: "con tendencia a la homosexualidad", "dicho de una relación erótica: que tiene lugar entre individuos del mismo sexo" y "perteneciente o relativo a la homosexualidad", cuya expresión "tendencia" es más que refutable, a no ser que estén hablando de la moda sexual para esta temporada de otoño; y marica: "urraca", "en el juego del truque, sota de oros", los coloquiales -que así se ofrecen, no como vulgares- "hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo" y "hombre homosexual", y el ya citado en "maricón" "insulto con los significados de hombre afeminado u homosexual o sin ellos", entrándole a uno ganas de demostrarle a los señores académicos que el ánimo -"alma", "valor", "voluntad" y "pensamiento", según ellos mismos- nos sobra para decirles lo que pensamos sobre sus definiciones, y habría que considerar si poco esfuerzo es el suyo al ser incapaces de conseguir mejores definiciones.
Marica: "urraca", "en el juego del truque, sota de oros"
Interesante es además la explicación que nos ofrecen de sexo, que sigue sin ser concluyente, porque en ella, además de definirse de un modo binarista y seguir hablándose del "sexo débil" y "sexo fuerte" sin una nota que especifique que son usos del concepto bastante machistas, se habla de "placer venéreo", que a su vez remite a "venus", que se explica como "deleite sexual o acto carnal", definida esta carnalidad refiriéndose a la "lascivia" o la "lujuria", que a su vez vuelven a remitir a los "placeres carnales"... de modo que nunca conseguiremos una explicación de qué hablamos cuando hablamos de sexo.
Todas estas carencias del diccionario de la Academia se entienden si consideramos que no se trata de una obra científica sino normativa, que no recoge la realidad tal y como es sino como debiera ser, y además da prioridad en el ordenamiento de las definiciones a la más antigua frente a las más usadas. Así que el diccionario, en realidad, se nos presenta como un dispositivo de pensamiento: es el instrumento con el que los señores -y las poquísimas señoras- de la Real Academia quien enseñarnos a pensar, entre otras cosas, de ese sexo que no se atreven a explicarnos. La pregunta no es de dónde nace ese modelo de pensamiento tan conservador, ni por qué deben promocionar como geniales novedades lo que hemos visto no son sino algunos parches bastante mal colocados, sino ¿por qué tanto miedo a hablar de sexo, a simplemente pronunciarlo?
Las palabras son poderosas
Todas las culturas, en su aspecto más terrenal y su ámbito más espiritual han dedicado especial atención a la lengua, a su capacidad para vincular la voluntad con la realidad. En la magia es sabido que el conocimiento de una determinada palabra otorga poder a quien la pronuncia, y que hay determinadas palabras que no deben pronunciarse porque su sola verbalización convoca la realidad a la que se refieren. Así las mitologías monoteístas suelen referirse a un nombre secreto de su dios, y en la tradición tanto Jehová como Alá tienen un nombre cuya revelación a la humanidad produce sucesos de importancia.
De esto nos habla un conocido cuento popular, el del enano saltarín que permite que una joven hile oro a partir de paja y cuando a cambio le exige su primogénito sólo le concede el perdón si es capaz de averiguar su nombre: Rumpelstiltskin.
Con la diversidad sexual y de género ha sucedido lo mismo: durante siglos nuestro "pecado", la sodomía, se consideró impronunciable, porque su sola mención provocaba la manifestación del "pecado". Así se le llamó tradicionalmente el "pecado nefando", de nefas, "que no debe pronunciarse".
Quizá por eso la Academia no sepa cómo hablar de nosotras, quizá nos tenga miedo
Quizá por eso la Academia no sepa cómo hablar de nosotras, quizá nos tenga miedo, o no nos entienda, o trate de que nuestra realidad, que puede resultarle mágica, no se manifieste. Quizá por eso retuerza las palabras que hablan de nosotras, estropee sus definiciones y bajo ningún concepto considere posible hablar del sexo más que para describirlo tímidamente como "placer carnal".
Pero nosotras nos pronunciamos, nos conocemos, nos hablamos. Y construimos nuestra realidad a partir de nuestras palabras. Es lo que Judith Butler llama performatividad, construida a partir de la teoría los actos de habla de Austin, y es lo que desde muy antiguo se llamó magia.
La conocida fórmula Abracadabra -cuyo origen puede ser arameo, "avrah kahdabra", traducible como "yo creo como hablo", o hebreo, "aberah kedabar", que significa "iré creando conforme hable"- habla precisamente de esto: de que la construcción de la realidad se produce a través del uso de la lengua, de que una vez se escribe por primera vez la palabra "homosexual", en 1869, aparece una nueva realidad, una nueva forma de ser: la que en el tiempo de Oscar Wilde se denominó "el amor que no se atreve a decir su nombre", porque pronunciar su nombre, abracadabrarlo, era reconocerlo como real. Y eso suponía un gran peligro.
Pero existe otro origen posible para abracadabra, el término griego abraxas, que no sólo denominaba una palabra mágica para los gnósticos, representante de un dios que aunaba en sí toda la bondad y maldad, sino que también designaba a las piedras sobre las que se inscribía el nombre, los talismanes que acompañaban a los creyentes. Es el tótem, el emblema de una sociedad, adorado como cohesionador del grupo.
Nosotras, que no encajamos, empleamos a menudo estas palabras
Nosotras las diversas, las que no somos heterosexuales, que no somos cisexuales, nosotras que no encajamos, empleamos a menudo estas palabras, nuestras etiquetas: lesbiana, gay, bisexual o transexual, o tantas otras, para reconocernos, para llamarnos y adacadabrarnos en realidad, y sentirnos partes de un todo más amplio.
Pero observo una tendencia a la idolatría, a olvidar el poder transformador de nuestras palabras mágicas y adorarlas como al becerro de oro, sólo por su valor en sí, a diversificar hasta el infinito los términos, que cada vez denominan realidades más pequeñas, más imprecisas, menos representativas de un gran grupo, de lo que pudiéramos llegar a considerar una mayoría. Nos estamos dividiendo entre un vastísimo santoral dedicado a los pequeños milagros que ya no es capaz de generar un gran poder de cambio.
Prácticamente hemos construido una lengua propia, pero en lugar de emplearla para generar realidad hay quien la adora como un fetiche, y busca nuevas y nuevas vueltas, se preocupa de la talla del ídolo, del color de su manto y los atributos que exhibe, en lugar de convocarlo como un principio de renovación.
¿Estamos olvidándonos de la Creación para entregarnos a la idolatría? Tengamos cuidado: mientras desciframos el misterio de nuestras propias palabras los otros ya empiezan a conocerlas, a describirlas, categorizarlas, como han hecho siempre, y así ganarán poder sobre nosotras. Ya saben que nos llamamos lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. Ya saben que nos llamamos Rumpelstiltskin. O comenzamos rápido a ejercer la magia que sólo nosotras conocemos o sus diccionarios pueden convertirse en el sepulcro de nuestro poder.

lunes, 7 de julio de 2014

El Orgullo Gay como negocio (bienvenidos al gaypitalismo)







Shangay Lily
Activista por los derechos del colectivo LGTB
Son muchos los años que llevo denunciando la mercantilización y monopolio del Orgullo Gay de Madrid para convertirlo en el lucrativo negocio de un pequeño grupo de empresarios constituidos desde mediados de los 90 en verdaderos oligayrcas que controlan con maneras mafiosas cada movimiento en torno a la comunidad gay y su herramienta mayor: el Orgullo. Yo lo denomino el gaypitalismo (aplicar a la comunidad gay lo peor del capitalismo explotador). Un complejo fenómeno de degradación -con alarmantes paralelismos en la izquierda- que explico y cronologizo en mi venidero libroAdiós, Chueca (Memorias del gaypitalismo: construyendo la marca gay).
Hasta su publicación, para las y los no iniciados, recomiendo leer mi columna El Orgullo ya es festejo PPopular en la que hago una somera historia del secuestro del Orgullo por estos gaympresarios y su deriva mercantilista. Por desgracia se complementa a la perfección con la que tuve que publicar unos meses más tarde para denunciar las íntimas relaciones de estos gaympresarios con el Ayuntamiento de Madrid y su homófoba alcaldesa Ana Botella, la titulé Madrid Arena: Villanueva y los gaympresarios en alusión a la oscura relación del entonces vicealcalde Villanueva con todos estos gaympresarios que el luctuoso suceso desveló. En ese artículo se documenta la relación de Kike Sarasola con Gallardón, de Juan Pedro Tudela con Ana Botella, de Pedro Serrano con un empresario cercano al PP que le regaló el inmenso poder de conceder la "Q" de calidad a los negocios de la noche madrileña... todos ellos, junto al cabecilla, mi exsocio Alfonso Llopart —que en una sucia estratagema en la que se asoció con Pedro Zerolo me robó la revista que lleva mi nombre—, son los gestores empresariales del Orgullo Gay a través de AEGAL (Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas de Madrid), la principal de las tres patas, junto a las asociaciones FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) y COGAM (Colectivo Gay de Madrid), de la gestión de MADO, el ente que rige todo el Orgullo Gay de Madrid. Y podéis acabar el atracón de una historia muy compleja leyendo mi artículo para el Orgullo del año pasado titulado MADO: Orgullo Gaypitalista. O enteraros de todas las cifras que se recaudan y quién las recauda en el magnífico artículo de investigación de Diagonal titulado PSOE y PP apuestan por un Orgullo empresarial. Incluso podéis disfrutar de un colorido diagrama con el quién es quién del gaypitalismo que el grupo  #OrgulloEsProtesta montó el año pasado.

Toda esta trama de espabilados ha permitido convertir la más importante herramienta política de la comunidad LGTB, lograda a partir de las revueltas de Stonewall en 1969, en una verdadera orgía de puertas giratorias que entrega lo público en manos privadas. Y es que, en esencia, eso es elgaypitalismo: la privatización de un colectivo y su lucha para convertirlos en un negocio desideologizado, patriarcal y heterocentrado que beneficia a una élite de empresarios.
Cada vez es más evidente que los empresarios que están enriqueciéndose gracias a estas puertas giratorias, o sea: AEGAL, tienen esclavizadas a las dos asociaciones  que codirigen el Orgullo: FELGTB y COGAM. Esta voluntaria esclavitud viene de la relación empresarial de Pedro Zerolo, entonces omnipotente presidente de la FELGTB y estrella ascendente del PSOE, con Alfonso Llopart en la revista Shangay, cuyos intereses empresariales defendió y favoreció Zerolo creando el precedente y rutina de mezclar intereses privados con instituciones públicas a las que habría que presuponer imparcialidad. Gracias a esa privilegiada relación, Llopart, su socio en el Shangay tea Dance Pedro Serrano y otros gaympresarios que se unirían después al festín, como Kike Sarasola o Juan Pedro Tudela, disfrutaron de un monopolio y poder infranqueables en la comunidad y la explotación comercial del Orgullo. Irónicamente, unos años más tarde Zerolo se convertiría en una molestia por su empeño en privilegiar al PSOE y estosoligayrcas se acercarían a una figura más oscura y conveniente: el poderoso Miguél Ángel Villanueva, entonces Delegado del Área de Gobierno de Economía de Madrid y después vicealcalde hasta el luctuoso suceso del Madrid Arena. A partir de ese momento Zerolo cayó en desgracia y se separó de los oligayrcas (o más bien estos le dieron la patada).
Esa disociación con el aspecto revindicativo que tanta legitimidad y poder le había facilitado a estos gaympresarios, se convirtió en verdadera guerra. Un violento enfrentamiento que acabaría con la petición de Alfonso Llopart en repetidos editoriales de la revista Shangay de que las asociaciones FELGTB y COGAM fueran expulsadas de la organización del Orgullo Gay de Madrid. En uno de esos delirantes editoriales afirmaba que "Si eres de los que me leen habitualmente sabrás que mis relaciones personales con las asociaciones LGTB nunca han sido muy afables" (sorprendente afirmación de quien fue socio de Zerolo en la revista Shangay y beneficiario de su presidencia de la FELGTB y antes COGAM). Pero mucho más escandalosa es su aseveración unos párrafos más delante despreciando el papel de las asociaciones en la Marcha del Orgullo: "Es increíble que sigan monopolizándola como propia cuando está demostrado que no sería lo que es si no fuera por los empresarios que empezamos a apoyarla hace casi veinte años (la primera carroza fue la de Shangay allá por 1996)". El insultante editorial acaba con un alucinado "Desde ya apuesto por adoptar el modelo de Barcelona, en el que la manifestación y la marcha festiva están separadas y tienen lugar incluso en días distintos".
Pues a pesar de esta insultante agresión a las asociaciones LGTB, este año Alfonso Llopart es el coordinador y gestor de todos los escenarios y actuaciones que se hacen durante el Orgullo Gay. ¿Cómo es posible que FELGTB y COGAM permitan este chulerío, desprecio y explotación empresarial de una herramienta política y de todo el colectivo?
Este año la espiral se ha retorcido un poco más si es posible. Y en la gestión y presencia de Conchita Wurst tenemos un perfecto ejemplo de esas puertas giratorias que entran por las asociaciones y la comunidad LGTB y salen por un evento privado que enriquece a un empresario: la ganadora de Eurovisión llegó para dar el pregón oficial del Orgullo y acabó promocionando el Shangay Pride, un festival privado en el estadio Vicente Calderón que ha montado, oh sorpresa, Alfonso Llopart.
De hecho, los periodistas que han intentado entrevistar a la popular drag queen se han encontrado con un muro infranqueable: Conchita Wurst sólo ha permitido ser preguntada en un evento con un llamativo photocall del festival privado que había que sacar obligatoriamente para poder acceder unos minutos a la carismática drag austríaca. Se da la coincidencia de que los managers de Conchita en España son DyP Comunicación, la agencia que lleva la prensa del Shangay Pride. Los responsables de la Wurst no tuvieron pudor alguno en exigir a los periodistas presentes en la rueda de prensa en el Hotel ME que mencionasen el festival privado. La relación entre el pregón, las asociaciones LGTB, la comunidad, el orgullo y el evento privado que beneficia exclusivamente al empresario Llopart es evidente. Repito la pregunta: ¿Por qué consienten e incluso alientan FELGTB y COGAM esta utilización de una lucha histórica en beneficio de unos empresarios que promocionan a artistas que nada tienen que ver con la comunidad LGTB salvo su etiqueta de "divas gays"?
Con esta complicidad, las asociaciones se convierten en responsables de esta corrupción de la lucha LGTB. En lugar de utilizar la cita para hablar de las mil discriminaciones y agresiones que seguimos sufriendo en colegios, vías públicas, empleos y espacios públicos, se insiste en valorar la valía de esta cita por sus beneficios económicos (los tan cacareados, por AEGAL, 100 millones de euros). Beneficios que, por cierto, nunca se aclara a quién van. Desde luego, y esto declaran ellas mismas, no a las asociaciones FELGTB y COGAM.
¿Es el Orgullo un negocio para ganar dinero o una herramienta para ganar dignidad? Por culpa de estos gaympresarios, cada vez es más lo primero y, por desgracia, cada vez menos lo segundo: una herramienta que las locazas, bolleras y trans de Stonewall nos regalaron para dignificar la diferencia. ¡Vivan los tangas, la pluma, las musculocas, las bolleras camioneras, las trans disidentes y abajo el negocio gaypitalista! ¡Viva el Orgullo Gay!

domingo, 6 de julio de 2014

Así han cambiado las marchas del Orgullo Gay en España desde 1977







Rodrigo Carretero
La noticia sólo ocupó 34 líneas en la página 25 de La Vanguardia del 28 de junio de 1977. A la derecha de la hoja, casi escondida entre publicidad y sin foto, había media columna titulada: "4.000 homosexuales se manifestaron por las Ramblas".
Aquella manifestación, que aparentemente fue una noticia más y sin importancia, fue el germen de las marchas actuales del Orgullo Gay, que este sábado volverá a sacar a las calles de Madrid a centenares de miles de personas que celebrarán todo lo que se ha conseguido en materia LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) en estos años y reivindicarán todo lo que aún falta.
"Aquel día, el 26 de junio de 1977 -dos días antes de que se publicase la noticia-, en Barcelona había muchísimos más heterosexuales, pero muchísimos más, que homosexuales. Sorprendió que hubiera tanta gente, aunque sí esperábamos mucha porque se contaba con el apoyo de todo el tejido social, sindical y político de Barcelona", rememora Empar Pineda, activista histórica del movimiento LGTB, que salió a la calle aquel día.
En aquella época la homosexualidad todavía estaba penada legalmente. Por eso, los manifestantes pedían amnistía para todos los gays y las lesbianas que aún permanecían en las cárceles. También querían la derogación de la Ley de Peligrosidad Social, que fue usada durante los últimos años del franquismo para la represión de la homosexualidad y no fue modificada hasta 1979. De hecho, los lemas de aquella primera manifestación fueron "¡Amnistía, ya!" y "¡No somos peligrosos!".
(Sigue leyendo después del documento...)




"Gritábamos '¡No somos peligrosos!' para romper con la imagen que se daba de los gays como si tuviéramos los cuernos, el rabo y el tridente de Lucifer," recuerda Empar. La Vanguardia de aquel día informaba de que la protesta acabó con la Policía lanzando pelotas de goma para disolver a las miles de personas reunidas.
"En un momento aparecieron los grises dando palos y hubo cantidad de gente de la mani que salió corriendo a izquierda y derecha por allá por donde pudo. Hasta se refugiaron en una iglesia. Y quienes se enfrentaron a la policía de una manera muy firme fueron los transexuales, cuya presencia en la primera fila había sido puesta en cuestión por la imagen que podría dar a la marcha", asegura Empar.
"HABÍA TANTA OSCURIDAD..."
Con todo, la mecha ya había prendido y al año siguiente, 1978, 7.000 personas se concentraron en Madrid. Hubo, además, manifestaciones en Sevilla, Barcelona y Bilbao. Era la llegada definitiva a España de las marchas del Orgullo que habían comenzado en 1970 en Nueva York y Los Ángeles el 28 de junio de 1970, justo un año después de la redada policial en el pub neoyorquino Stonewall Inn -frecuentado por homosexuales y drag queens-, que desató multitudinarias manifestaciones y violentos disturbios.

Celebración del Orgullo en Nueva York en 1975


Vito Virtudes estuvo en aquella primera marcha de Madrid, que, asegura, fue "una manifestación de una actitud cívica por parte de mucha gente, hombres y mujeres, que reivindicaron durante toda su vida que se tenía que visibilizar lo que estaba ocurriendo y la discriminación que había respecto a la opción sexual que cada uno y cada una tenía".
Con todo, Vito subraya que antes de 1978 ya se habían producido protestas en Madrid, pero minoritarias. "Hubo gente antes que se dejó la vida en el camino. Quienes más se manifestaban eran grupos de mujeres feministas lesbianas. A eso hay que darle valor porque no salía en ningún sitio. Nunca se me va a olvidar que por la calle Preciados nos decían de todo menos bonitas. Nos manifestábamos todos los 28 de junio, pero íbamos 50, 60 o 70 personas sabiendo a lo que nos exponíamos".
En aquella época, rememora Vito, los homosexuales iban buscando sitios en Madrid donde reunirse "a escondidas": "Eran sitios oscuros. Recuerdo uno muy famoso que se llamaba Berlín. La primera vez que fui me asusté. Había tanta oscuridad, la gente iba a escondidas..."
"DETRÁS DE LAS VENTANAS TAMBIÉN HAY LESBIANAS"
Aquellas primeras manifestaciones de finales de los 70 dieron paso en los ochenta a marchas más minoritarias. Por ejemplo, en el 82 sólo se reunieron en Madrid 300 personas. Empar Pineda sí estaba allí.
"Era muchísima más la gente que estaba en las aceras o en los balcones mirándonos. Recuerdo que había consignas del estilo 'detrás de los balcones también hay maricones' y 'detrás de las ventanas, también hay lesbianas'. Porque era mucho mayor el número de gente que miraba, con cierto morbo, todo hay que decirlo", asegura.
¿A qué se debió esa caída de la asistencia? Jordi Petit, otro activista histórico, subraya que "los frentes de liberación gay" identificaban la "liberación gay con una revolución más o menos socialista o maxista-leninista y usaban un lenguaje politizado que la mayoría no entendía".
"Una vez conseguidos en tan pocos años unas libertades, se pasó de tener miedo a ir a un bar a poder ir a bailar. Así que los frente de liberación gay se vaciaron y se llenaron las pistas de baile", argumenta.
LA CLAVE DEL 98
Todo cambió a partir de 1995, cuando se aprobó el Código Penal, que definió la protección de la orientación sexual como un derecho. En 1996 ya salieron a la calle en Madrid más de 3.000 personas y se utilizó la primera carroza.
Pero el punto de inflexión, al menos para Petit, fue 1998: "Aparece la revista Zero, que en portada presentó fuera del armario a un militar, a un sacerdote, artistas... También llega Boris Iaguirre en España, Dana International gana Eurovisión con televoto y es el año en que el efecto de los antirretrovirales se nota tras el duro azote del Sida".
En 2005 se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo y el Orgullo se convirtió definitivamente en la gran marcha que es hoy. "El orgullo es la celebración de ser diferente, la lucha por la igualdad y nuestros derechos dentro de la diferencia, una afirmación de nuestra auténtica manera de ser, de nuestro derecho a amar, estar fuera del armario, estar en libertad, vivir sin ocultación, es activismo liberador, ese plus de autoestima que necesitamos las personas que sufrimos discriminación para ir rompiendo prejuicios", resume Boti G. Rodrigo, presidenta de la Federación estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.
Pero no todos ven con buenos ojos la marcha del Orgullo tal y como se celebra ahora. "Ahora queda poquísimo de reivindicación. Los colectivos marchan con sus pancartas, pero para lo que miles de personas están esperando es para las carrozas y la fiesta que hay a la cola de la marcha. Hay un negocio muy oscuro controlado por unas pocas organizaciones", lamenta Paco Ramírez, presidente de la Federación Colegas.
LO QUE AÚN QUEDA
Boti G. Rodrigo niega la mayor y afirma que se sale a la calle "en pie de lucha". "Si no ven la parte reivindicativa es que no quieren ver nada. Quien tiene ojos para ver verá que esto es una manifestación política y una reivindicación de derechos que pone en pie a mucha ciudadanía de una forma festiva".
Porque, avisan las asociaciones, aún queda mucho trabajo por delante. "Hemos ganado la plena igualdad legal y, sin embargo, no la plena igualdad social en lo que se refiere a la homofobia. Hemos de hacernos todavía visibles para llegar a ser indiferentes", resume Jordi Petit, quien pone el fútbol como ejemplo de que aún persiste la homofobia. "Un partido se para cuando hay insultos racistas y en cambio todavía no se para ni hay sanción alguna cuando hay insultos homófobos".
En la misma dirección apunta Boti G. Rodrigo, quien subraya que la discriminación pervive "en todas sus formas". Afirma que se está dejando de trabajar activamente en la prevención del VIH, que existe discriminación laboral, que los transexuales siguen estando "fuertemente estigmatizados y discriminados". Además, insiste, "las aulas no son un lugar seguro porque los jóvenes LGTB sufren acoso que en demasiados casos les está llevando al suicidio".
Empar Pineda señala el que, a su juicio, es el gran problema en este sentido: "Los poderes públicos no se han tomado nunca en serio la educación. Es decir, lo importante que es la presencia en el currículum escolar de asignaturas que planteen abiertamente la existencia de la diversidad sexual, con lo que eso tiene de enriquecedor para el conjunto de la sociedad".

Cómo escribir un buen artículo sobre el Orgullo Gay








Matematico y escritor

1. Procure utilizar en el título las palabras "desfile", "carnaval", "cabalgata" o "carroza", no vaya nadie a pensar que esto es una manifestación seria de reivindicación de derechos que aún no se han conseguido. Asegúrese de que en su artículo no haya una sola referencia histórica a los inicios del movimiento LGTB en Estados Unidos. ¿Stonewall? ¿Eso qué es? Ni, por supuesto, relaciónelo con los movimientos por los derechos civiles de las mujeres o de los negros: esto es otra cosa. Trate a los gays como una única realidad, tendrá usted que decir Orgullo Gay. Ni se le ocurra hablar de lesbianas, transexuales, bisexuales, heterosexuales, cisexuales, intersexuales, queer... Demasiado. Esto es el Orgullo Gay y punto. ¿Orgullo crítico? Olvídelo. Además, Orgullo Gay solo hay uno: el de Madrid. Lo demás son paletadas. Ni los mencione.
2. Hable usted de la basura, de las toneladas de basura. De las intoxicaciones etílicas. De las drogas. De las asociaciones de vecinos que protestan por el ruido, justo los cuatro días que dura el Orgullo (el resto del año deben estar sordos, o a lo mejor es que no les hace caso nadie), de los pobres viejecitos de las residencias de ancianos de Chueca, que no duermen (ni se le ocurra ir a preguntar a los propios ancianos, no vaya a ser que le digan que es lo mejor que les pasa en el año y que disfrutan muchísimo). No relacione el tema con otras fiestas como La Paloma, los Sanfermines o las Fallas. Nada que ver. En esas otras fiestas ni se ensucia ni se hace ruido. Y son una vez al año. No como el Orgullo, que debe ser una vez cada mes o así. El Orgullo es como Eurovisión: ¿otra vez el Orgullo? Qué pesadez.
3. Recopile información (tampoco mucha) sobre lo peligroso que resulta hacer desfiles por la Gran Vía, por eso el cambio actual al Paseo del Prado. De otros desfiles de reyes y reinas más recientes por el recorrido prohibido ni se le ocurra hablar, no hay comparación.
4. Decida por su cuenta y riesgo que la homofobia en España ya no existe y que, desde la aprobación del matrimonio igualitario (al que usted llamará matrimonio gay, o matrimonio de ZP), esto es un paraíso orgiástico en el que los gays nos dedicamos a refocilarnos y a hacernos selfies en el cuarto de baño.
5. Que no se le pase por la cabeza hablar de que el 80% de la manifestación está formada por colectivos y activistas LGTB de todo el Estado que portan pancartas relativas a la homofobia social, a la discriminación en los puestos de trabajo, a la invisibilidad lésbica, a las agresiones a la comunidad LGTB (más de 100 en el último año), a los derechos de nuestros hijos... Porque aquí no hay hijos, ni hijas, ni padres, ni madres, ni familias, ni trabajadores, ni precarios, ni nada de eso: aquí solo hay juerga, travestismo (no haga usted por entender las diferencias entre travesti, transexual, transgénero ¿qué más da?), sudores y músculos y discotecas. No hable usted de la situación irregular de muchas de ellas, inmigrantes, sin papeles, dedicadas a la prostitución, sin cobertura sanitaria, expuestas a sanguinarias y clandestinas operaciones estéticas. Esto es pura juerga.
6. El VIH ya no existe. Lo ha decidido usted. Si no se toman medidas desde los organismos públicos es que todo está controlado. Se ha convertido en una enfermedad como otra cualquiera. Como un resfriado. Con unas pastillitas basta. No hable del VIH en su artículo. Eso es muy vintage.
7. Describa usted con todo detalle la parte de la orgía y el desenfreno. Ponga usted fotos de tetas, de plumas, de pestañas largas, de lentejuelas y avestruz. Si le resulta difícil encontrar algo absolutamente epatante (tipo serpientes pitón, elefantes enfundados en trajes de licra o algún señor o señora enseñando pito, culo o teta, o monjas y curas en posturas lascivas) recurra usted sin ningún pudor a fotos de archivo: total, todos los años es lo mismo. Procure que una de esas fotos sea la principal.
8. Usted está abierto de mente y tiene muchos amigos gays, explicítelo. Entreviste usted a uno de sus amigos, a un gay modosito en alguna calle lateral, a uno que diga que no le gusta el Orgullo porque hay mucha pluma y mucha lentejuela y que es un circo y que da mala imagen de los que somos normales, de los modositos. No pregunte quién empezó con esto, no hable de quién es el que se lleva los palos, de quién es víctima de la LGTB-fobia. No diga que el que más lentejuelas lleva es el que más insultos recibe, el que más golpes encaja. No se insulta ni se agrede al que lo es, sino al que lo parece, al que lo muestra. Pero eso usted no lo sabe. Ni le importa.
9. Todos los gays estamos buenísimos, somos jóvenes, lucimos músculo y estamos bronceados. Llevamos el ritmo en la sangre. Si tras dos horas de manifestación no ha conseguido encontrar a ninguno así, no desespere: aparecerá. Aunque haya que traerlo de Israel, EEUU o Brasil. Todos comemos en restaurantes carísimos y sabemos lo que es la sal Maldon. No estamos en paro ni nos desahucian.
10. Vigile a usted a su fotógrafo, no vaya a ser que saque en la portada de su periódico a un tipo calvo, con gafas, flacucho y con las tetas caídas y con una extraña lorza cervecera, o ¿qué sé yo? a una señora de Cuenca de cincuenta años recién llegada de la peluquería y con una camiseta de Cristalerías Paco. Todo eso está reñido con el Orgullo Gay. Usted sabe perfectamente qué es el Orgullo Gay. Como sabe que cuando habla de África tiene que sacar negros desnudos cantando y bailando ante una puesta de sol espectacular con baobabs en sombra. Como sabe que en España todos vestimos de torero y sevillanas y echamos la siesta. Porque usted sabe bien cómo tiene que escribir sobre el Orgullo Gay. No deje que la realidad le estropee un buen artículo. No deje que una pancarta le tape la foto de un buen culo sudoroso.
(Este artículo pretende homenajear humildemente al excelente Cómo escribir sobre África, de Binyavanga Wainaina)