lunes, 24 de febrero de 2014

El yugo contra la homosexualidad en la prisión de Huelva




Los muros encierran infausta memoria. Encarcelados por motivos sexuales, la más rancia represión. Son paredes de lamentos. Lamentos atravesados por puñales de incompresión. El honor y la dignidad secuestrados por dos leyes de la Dictadura, la modificación de la Ley de Vagos y Maleantes (1954) y La Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social (1970-1984). La antigua prisión de Huelva preserva las flechas de sentencias sin juicio ni base jurídica, y el yugo sobre la condición sexual. Al menos 5.000 represaliados en España por ser gays, lesbianas, transexuales o bisexuales.
El régimen franquista estableció los "centros especializados en la rehabilitación de homosexuales". Los condenados eran internados durante un periodo de entre 3 meses y 3 años para su "reeducación" aunque esto era teoría negro sobre blanco. En realidad, la privación de libertad podía prolongarse hasta que el Tribunal de Calificación, con presencia eclesiástica incluida, aprobara esa "reeducación". Se llegaron a habilitar dos centros para homosexuales: uno dentro de la prisión de Badajoz (para homosexuales pasivos) y el otro, en la de Huelva (para los activos).
Por decreto de 25 de enero de 1968, la cárcel de Huelva se convirtió en "centro especializado". Sólo en la década de los 70, al menos un millar de homosexuales –o que lo parecían- pasaron por las prisiones de Huelva y Badajoz. Violaciones gestionadas por los propios carceleros, vejaciones de todo tipo, electrochoques como "terapia" experimental para la vuelta a la "normalidad"... injusticia a raudales que cebaba la dignidad humana y mostraba al más cruel del lobo franquista. Un atentado contra los derechos humanos que jalona la memoria del antiguo penal, desvencijada por el paso del tiempo y por la venda atada y bien atada por el actual olvido administrativo.
El 10 de junio de 2005, la por entonces directora general de Instituciones Penitenciarias Mercedes Gallizo, descubrió en la fachada de la prisión de Huelva una placa en homenaje a las víctimas de aquella injusticia: "Para una generación de españoles este establecimiento penitenciario fue símbolo de castigo y exclusión social hacia quienes decidieron ejercer su libertad y desarrollar una orientación afectiva diferente. Quede esta placa como reparación de la sociedad democrática a una injusticia histórica en recuerdo de los homosexuales que fueron encarcelados y como compromiso de que ninguna otra generación tendrá que pasar por nada semejante". Placa desvencijada por el paso del tiempo, sólo queda una huella de lo que fue, testigo de la dejadez institucional, símbolo caído por el pasotismo administrativo. Brindis a la reparación con copas rotas. Ya no existe esa placa, olvidada, secuestrada, maltratada, apartada de la memoria; y sólo era -¿sólo?- una placa que ponía una alerta en la Historia...
En diciembre de 2004 el Congreso, incluido el grupo parlamentario popular, votó una declaración de condena y desagravio por la represión desencadenada por el franquismo contra los homosexuales. Al año siguiente el Gobierno acordaba estudiar la indemnización a los afectados por la represión sufrida y el daño continuado producido por el Estado de Derecho. Según los datos ofrecidos por la Asociación de Expresos Sociales, hasta el 31 de diciembre de 2013 –fecha tope para la presentación de solicitudes de indemnización- se registraron 182 expedientes, de los cuáles 116 han derivado en indemnizaciones, 49 han sido considerados como negativos y 17 no han sido admitidos.
Andalucía registra el mayor número de expedientes con un total de 45 (35 positivos) y Huelva aglutina un total de seis, con cinco que terminaron en indemnización y uno considerado como negativo. Estas indemnizaciones hacen referencia a represaliados con residencia actual en la provincia de Huelva, que pudieron estar recluidos en el antiguo penal o en otra cárcel del territorio nacional por motivo de su condición sexual.
La antigua cárcel de Huelva está catalogada por la Junta de la Andalucía como Lugar para la Memoria Histórica, aunque la niebla administrativa –en esa dejadez sobre su titularidad- encarcela el resquicio de la salvación del edificio y de su historia. El yugo aún persiste en sus paredes por acción pasada y por omisión actual.

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