El colegio San Patricio ha protagonizado uno de los debates sobre identidad sexual.
La Unidad de Transexualidad e Identidad de Género recomienda "no alentar los comportamientos de género cruzados"
En la gran mayoría de los casos, con el desarrollo y la pubertad, estos trastornos de identidad desaparecen.
¿Es posible que un niño de seis años desarrolle, a una edad tan temprana, trastornos de identidad sexual? ¿Se puede hablar de transexualidad? La vorágine mediática casi no deja lugar al respiro. El caso del escolar del colegio San Patricio, que se siente niña y quiere ser tratado como tal, ha trascendido con inusitado protagonismo y puede que sea necesario hacer un paréntesis para aclarar conceptos que pueden estar equivocados. En la Unidad de Transexualidad e Identidad de Género de Málaga, pionera en toda España, aportan algunas claves para poder entender mejor qué puede estar pasando, aunque cada caso sea particular. Y parten de la base de que sólo el 15% de los niños con disforia de género termina siendo transexual.
De hecho, no se puede hablar de que un niño o niña sea transexual porque, como explica Juana Martínez Tudela, especialista en Psicología Clínica de esta unidad del hospital Carlos Haya, «todos los manuales de clasificación diagnóstica, todos, dicen que el transexualismo es en la edad adulta».
En la infancia lo que hay es disforia de género, según esta experta, es decir, «un trastorno de la identidad sexual cuando se es menor». Ya hay diferencias. ¿Puede aparecer siendo tan pequeños? «Claro que sí, desde los cinco años e incluso menores», sostiene Martínez. Pueden aparecer manifestaciones corportamentales, o lo que es lo mismo, que un niño se comporte como si fuera una niña y viceversa, por lo que hay que valorar y hacer un seguimiento para ver cómo se van desarrollando hasta llegar a la pubertad.
En esta etapa de la vida se producen muchos cambios y variaciones. Físicas y también sexuales. «Al llegar a una edad determinada, esos comportamientos de género cruzados pueden desaparecer», asegura esta experta. Para reforzar esta afirmación recurre a estudios internacionales, que aseguran que el 85% de los niños diagnosticados de disforia de género en la infancia dejan de tener este trastorno cuando crecen. «Y es una cifra significativa», añade.
¿En quiénes persiste la disforia de género en la adolescencia? «En aquellos que, efectivamente, van a ser transexuales», explica la especialista. Un 15%. La cifra varía según estudios, «pero el promedio es ése, los que continúan con ese sentimiento que son del sexo opuesto a su sexo», agrega.
La propia experiencia de Martínez sirve para corroborar esta tesis. En los doce años que lleva abierta la unidad malagueña, sólo ha atendido a quince menores de doce años, lo que representa menos de un 10% de todos los pacientes que han pasado por sus consultas. «Y de esos casos, que empezaron con 7, 8 y 9 años de edad, en cuatro casos, la disforia no ha remitido», explicó.
Problema legislativo ¿Qué es lo que habría que hacer entonces? «Seguir protocolos, recomendaciones clínicas y guías», sostiene. Recomienda prudencia. En ningún caso «alentar ni motivar esos comportamientos de género cruzados». Llevar a cabo una evaluación y un seguimiento del menor y de su familia para ver si aparecen problemas que estén asociados o de otra índole. Las leyes españolas prohíben tratar a los menores ni a nivel médico ni mucho menos quirúrgico.
Si llegada la pubertad se mantiene y el menor forma parte de ese 15% en los que no desaparece la disforia de género, especialistas hacen una evaluación exhaustiva del menor en todos los aspectos. «No todos los comportamientos de género cruzados tienen que asociarse a la transexualidad», matiza Juana Martínez. Es decir, que hay que hacer diagnósticos diferenciados y personalizados porque un adolescente, «aunque quiera vestirse de mujer puede que no reúna los criterios diagnósticos para poder pasar a la segunda fase del tratamiento hormonal», advierte esta psicóloga.
¿Y mientras llega a la pubertad qué? Hay que procurar que el desarrollo del niño sea lo mejor posible. «Y ahí tienen que estar implicados todos los agentes relacionados con el menor: los padres, el colegio, las leyes y también la sanidad», dice. Un menor no dispone de los elementos de conciencia suficientes para abordar unas cuestiones tan sensibles, asegura esta experta, por este motivo, es importante «acompañar esta transición para que sea lo menos problemática posible, estableciendo límites para que pueda crecer sin estar en conflicto todo el tiempo, e intervenir cuando llegue el momento».
¿Esta aparente indiferencia a los deseos del niño y la familia no puede provocar daños psicológicos? ¿No provoca que se sienta discriminado? La psicóloga de la Unidad de Transexuales e Identidad de Género de Málaga advierte que sería peor en el caso contrario. Esto es, dar marcha atrás en un proceso ya iniciado. Martínez pone como ejemplo el caso de Holanda. «Allí el volumen de niños con disforia de género es inmenso y sus familias, al ver que tenían estos comportamientos, accedieron a considerarlos del sexo opuesto, comprobando que al desaparecer la disforia, fue mucho más dramático y problemático para los menores», argumenta. En Málaga no se han dado casos de este tipo, por lo que no existe esta experiencia.
Mucho apoyo e información Mientras tanto hay que dar mucha información y mucho apoyo a los padres, llevar a cabo un estrecho seguimiento, velar para que no haya problemas y «si el conflicto es muy angustiante, favorecer que pueda en algún momento vestirse de niña en un ambiente muy reducido y controlado para evitar el rechazo de los iguales y el rechazo social», agrega. Luego no sería aconsejable que fuera al colegio con el uniforme femenino, posición que mantiene la dirección y al menos cien padres de alumnos del centro, pese a los requerimientos y la insistencia de la Delegación Territorial de Educación, a instancias de la Fiscalía de Violencia de Género.
El colegio San Patricio ha protagonizado uno de los debates sobre identidad sexual.
¿El menor de San Patricio es un niño o una niña? Martínez es tajante. El niño sufre un trastorno de identidad y es demasiado pronto para saber si es transexual, así que, «hasta que no se demuestre lo contrario», biológicamente es un niño. «Cuando sea mayor y si se somete a una cirugía, que es ya algo irreversible, hablaremos de una mujer, de una mujer transexual. Son los términos adecuados», insiste.
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