martes, 29 de septiembre de 2009

Los homosexuales chinos 'celebran' sus 60 años de discriminación



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Los homosexuales chinos 'celebran' sus 60 años de discriminación

-Mao acusó a los gays de ser 'enfermos mentales' y 'contrarrevolucionarios'
-El código penal de 1997 no condena la homosexualidad, pero la censura sigue
-Internet pone en contacto a los gays sin necesidad de ir a lugares públicos

Los homosexuales chinos ven crecer poco a poco la posibilidad de reivindicar sus derechos en un sistema político, el comunista, que desde que se implantó hace 60 años les ha humillado y apartado de la vida pública.
A pesar de que su existencia podría reducirse en un ir y venir por los campos de reeducación comunistas, en la humillación diaria y en la incomprensión de la sociedad hacia su persona, hoy el rostro de Ba Li, que es homosexual y tiene 70 años, trasluce el sosiego que produce el haber sido siempre fiel a sí mismo.
Ba tenía 10 años cuando en 1949 se estableció, bajo el mandato de Mao Zedong, la República Popular China. "Crecí bajo la bandera roja. Creí y apoyé a los ideales de la República y al partido comunista. Éramos una generación con fuertes principios políticos y yo un ciudadano modelo", explica.
Maestro en un colegio de Pekín, la primera vez que fue detenido y enviado a un campo de reeducación fue en 1971, en plena Revolución Cultural (1966-76), cuando un amigo suyo fue arrestado y entregó una lista a las autoridades en la que figuraba su nombre. Tenía 32 años.
Fueron tres años de trabajos forzados y vejaciones por parte de los guardias y de su propios compañeros. Una época que cambió su vida. "Mi madre murió cuando estaba en el campo. Siempre he pensado que no pudo soportar lo ocurrido. Mi mujer se marchó con mi único hijo, del que nunca he vuelto a saber nada", apunta.

La homosexualidad no se elige
Los homosexuales sufrieron persecución pública, segregación social, castigos físicos y cárcel durante y después de la Revolución Cultural, como parte de la purga lanzada a nivel nacional por Mao Zedong contra todos los "elementos contrarrevolucionarios".
El gobierno comunista los calificó públicamente de "enfermos mentales", situación que perduró hasta 2001, y les confinó en centros de detención y campamentos de reeducación.
"Fue la tortura psicológica lo que más me afectó, y aunque perdí mi dignidad y la esperanza, en todo momento sentía que había sido tratado injustamente", comenta ataviado con una camiseta del aniversario de la fundación de la República Popular de China que se celebra este jueves, día 1 de octubre.
Una vez liberado regresó a Pekín, y en la escuela donde durante años ejerció como maestro le aguardaba un puesto de limpiador de baños, y fue precisamente en un baño público, que junto a los parques formaban parte de los "lugares secretos" de encuentro entre los homosexuales, donde fue detenido por segunda vez al entablar conversación con un policía secreta.
Ba fue arrestado por tercera y última vez en 1986, cuando las reformas económicas de carácter liberal del dirigente Deng Xiaoping ya habían abierto ocho años atrás las puertas de China al resto del mundo.
"Lo que en China muchos no entienden todavía es que la homosexualidad no es algo que puedas elegir", sentencia Ba, que tras su última detención se vio obligado a repartir mapas turísticos por Pekín ante la imposibilidad de encontrar trabajo.
En 1997, con Jiang Zemin en el poder, el nuevo código penal dejó de condenar la homosexualidad, pero la censura en los medios de comunicación y en el cine continúan.
Sin embargo, Ba dice sentirse orgulloso de la evolución del gigante asiático porque "a pesar del estigma que todavía existe hacia los gays y de que muchos viven asustados, se está luchando mucho contra la ignorancia social".
"La gente tiene poca información, la censura y la discriminación existen, pero el país ha progresado y esto me hace entender que la vida tiene sentido, una sensación que me fue robada durante muchos años", asevera.
Las nuevas generaciones
A su lado, el joven Jiang Hua escucha las palabras de Ba con atención y con cierto asombro, ya que aunque tan sólo les separan 37 años sus vivencias como homosexuales han sido completamente distintas.
"Si comparo mi situación con la que vivieron los gays hace treinta años, sí, me siento libre. Pero todavía tenemos que traspasar muchos baches", agrega Jiang, médico de profesión y con una relación estable desde hace seis años.
Según Jiang, uno de los grandes avances para los homosexuales en China ha sido la llegada de Internet, porque ahora "podemos contactar los unos con los otros sin necesidad de ir a lugares públicos como antaño".
Y aunque reitera que todavía existen serios problemas a los que hacer frente, se siente afortunado por pertenecer a "una generación que lucha y es testigo de que el futuro traerá grandes cambios".
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