domingo 17 de junio de 2012 09:32 AM Sabrina Machado / Caracas | |||||||
“Déjame echarme un poquito de pintura en esta palidez”, inmediatamente toma su lápiz labial y retoca su maquillaje, así comienza el ameno encuentro con la abogada Tamara Adrián Hernández, quien ante la ley sigue siendo Tomás Adrián, como lo dice su cédula, su pasaporte, sus varios títulos universitarios y documentos de propiedad. Impecablemente vestida de traje de pantalón y chaqueta vino tinto, con pedicure y manicure perfectos, la reconocida activista por los derechos de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales comienza a hablar, casi sin respirar, por lo que ha sido su vida, su destino y sus retos en esta Venezuela “machista”, que apenas comienza el recorrido de aceptación de las llamadas minorías sexuales. La cita es en su oficina, ubicada a pocos metros de la plaza Francia de Altamira. Su rincón está repleto de libros, entre ellos el de Mandela, el cual señala como su ejemplar de cabecera, y exámenes por corregir de sus estudiantes de la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Central de Venezuela. En todo el espacio solo hay una fotografía personal, ella en un acto en la Asamblea Nacional. Más allá de esto no hay nada que devele algún detalle de su personalidad. Salta a la vista un grupo de figuritas de elefantes en su mesa de centro, al lado de un trencito de juguete. Maneja su propio bufete de abogados: Adrián y Adrián Consultores, ubicado en el piso cinco del edificio Cavemdes. Al preguntarle porqué dos veces Adrián, sonríe y responde: en un principio lo compartí con mi papá y luego me ayudó en mi etapa de transición. Sin pelos en la lengua, como ella misma señala, afirma que en este país lo perfecto es ser “hombre y heterosexual”; al mismo tiempo, reconoce que no escogió su inclinación sexual, condición que la ha puesto “contra corriente” a lo largo de sus 52 años de vida y que le quitó todos sus derechos ante la ley. “Evidentemente se nace, eso no se contagia, no se imita, no se enseña, ni se pega. Nadie quiere estar en contra del mundo. Ya a los cuatro años de edad sabía que no quería ser niño y a los 16 comencé a tomar hormonas a escondida de mis padres”, indica la mujer cómodamente. Atrás quedaron las caretas propias de la frustración y la infelicidad. Hace apenas 10 años es mujer y feliz, al ser plenamente coherente entre sus sentimientos y su cuerpo, comenzó a firmar Tamara y dejó atrás a Tomás, en la medida de sus posibilidades, a partir de 1993, cuando un hombre en la calle la llamó señorita, a pesar de vestir traje y corbata. Por los momentos lo único que rompe esa cordialidad es su identidad, por lo que emprendió una lucha en contra del Estado y su “pacatería”, en el 2004, al introducir un recurso ante la Sala Constitucional del TSJ, exigiendo el reconocimiento de su identidad de género, batalla que se ha fraguado y ganado en varios países del mundo. No obstante, Venezuela está en la retaguardia de esta revolución., de acuerdo con su opinión. Ocho años después, está a la espera de una respuesta por parte del máximo tribunal del país. La petición ni siquiera ha sido admitida por la principal sala del Tribunal Supremo de Justicia, realidad que contrapone con la argentina -por ejemplo- donde fue aprobada recientemente la ley de identidad de género más moderna a nivel mundial. La principal pelea de Adrián es por el derecho a la identidad, que “es un derecho personalísimo, es el derecho a la identificación, a que se reconozca la identidad independientemente de la genitalidad”, indica con vehemencia la abogada, quien –en el 2010- se postuló como magistrada ante el máximo tribunal con su identidad masculina, con la intención de “poner a prueba” las “instituciones homofóbicas del país”, declaró a Efe en esa oportunidad. El pasado 17 de mayo, Día Mundial contra la Homo transfobia, Tamara acudió al Saime a renovar el pasaporte con su cédula de Tomás. El funcionario que la atendió le exigió que se quitara el maquillaje y los zarcillos para tramitar el documento, cuestión a lo que ella no accedió y pidió la intervención de esa oficina a través de la Defensoría del Pueblo, según se lee en su cuenta twitter @TamaraAdrian. Ésta es una de las situaciones típicas de su día a día, al igual que afrontar múltiples insultos a través de diferentes medios, en los que cuestionan su identidad sexual, a los que responde de manera respetuosa y apegada a los preceptos de tolerancia e igualdad que comulga. “Y tú verdad es que sigues siendo un hombre, mutilado por tu propia mano. Y eso no te convierte en mujer”. “Puedes disfrazarte, ponerte lolas y totona pero convertirte en mujer jamás. Te lo dice una mujer al 100%”. Esta es solo una muestra de la intolerancia que viven los integrantes de un 20 por ciento de la población que se identifica con la comunidad LGBT. Adrián ha vivido en Francia, donde cursó un diplomado y un doctorado en derecho mercantil, y en Tailandia, país en el que llevó a cabo el proceso de reasignación en el año 2002, luego de cancelar siete mil dólares por la operación. En Venezuela se graduó de suma cum laude en la Universidad Católica Andrés Bello, casa de estudio donde tiene más de 30 años como docente. Afirmó que “afuera he conseguido más grandes cosas que aquí adentro, nadie es profeta en su tierra, no me he ido del país —no por falta de oportunidades—, sino porque hay que romper esta resistencia, actualmente estamos en el último lugar en América Latina, están mejor países como El Salvador y Nicaragua”. A pesar de que su lucha la ha obligado a ser totalmente visible ante la población y exponerse al “morbo” que genera su caso, Adrián es una mujer reservada, no le gusta comentar detalles íntimos, ante preguntas que podría considerar personales evade con respuestas cortas y cae nuevamente en su pasión: los derechos para la comunidad que representa. Colegas la consideran una “profesional brillante, al extremo que la propia Universidad Católica Andrés Bello, una casa de estudio de curas, le abrió sus puertas como profesora y especialista en el derecho mercantil”, lo cual es una demostración que el tema de la sexodiversidad es más visible que en años anteriores. “Siempre hemos estado, hoy en día los jóvenes se definen más rápido”, aunque la abogada admite que una persona transexual tiene más oportunidades de desarrollo profesional si sale tardíamente del “closet”, porque esto le permite acceder a una educación más fácilmente. De acuerdo con los estudios de las ong’s del país, un importante grupo de la población transexual mujer es lanzado a las calles por sus propias familias en la temprana edad de los 12 y 14 años, “¿qué futuro puede tener una criatura a esa edad en la calle más allá de la prostitución?”, se pregunta Adrián, al colocar en el tapete el contexto de las personas que han optado por otro camino. Marino Alvarado, director de la organización en defensa de los derechos humanos, Provea, indicó que ha tenido oportunidades de compartir espacios con la abogada, a la que respeta por la importante labor que está desarrollando en beneficio de un sector de la población que sufre una sensible discriminación. “El trabajo que ella viene realizando, en compañía de otras personas que han dado la cara sin complejos, ha permitido que se sensibilice no solo la alta discriminación que sufre este sector, sino también sus aspiraciones”, indicó Alvarado. Sin embargo, la decisión del salir del “clóset” no es tarea fácil. El proceso de transformación de Tomás a Tamara se cuajó en varios duros años de indecisiones y temor, como ella misma relata en una autoentrevista concedida a un medio digital en el año 2011, donde debió responder a las preguntas que nunca le fueron hechas o que nunca se atrevió a responder. “Mi mamá murió sin saber lo que me pasaba, porque cuando decidí hacer la transición ella estaba gravemente enferma y no quise crearle un trauma. Mi papá vive aún: sigue llamándome por mi nombre masculino, Tomás”, relata en su historia. En el texto agrega lo difícil que le resultó acceder a un puesto de trabajo en el país, luego de culminar sus estudios en Francia, “por mi apariencia bastante ambigua”, por lo cual “pretendí mi integración en el molde que me proponía la sociedad: por una parte, traté de vestirme masculinamente y hasta me dejé crecer la barba; y por la otra, me casé”. Justamente, el trauma del matrimonio hizo que Tamara tomara las riendas de su vida y decidiera dar el gran paso, luego de tres años de unión, el nacimiento de dos hijos, y una difícil separación decidió enfrentar la transición. “Muy a menudo uno de los precios que se debe pagar por asumir la identidad es la pérdida de la familia y los amigos, que huyen como si se tratara de leprosos”, recuerda en su autoentrevista. Hoy, sus hijos tienen 23 y 26 años y han comenzado el proceso de acercamiento, a pesar de los “prejuicios maternos”, asegura amarlos y defiende con ahínco el derecho que tienen los homosexuales y los transexuales a formar una familia, ya que en la actualidad en la sociedad “hay múltiples modelos de familia”. “No creo que las familias heterosexuales otorguen un mejor nivel de crianza, en consideración con los índices de violencia doméstica que hay en la actualidad. En cambio los hijos de las parejas homosexuales son altamente queridos porque fueron altamente buscados”, afirmó. En este sentido, le resultan indiferentes las acusaciones que señalan que de un matrimonio gay saldrá un hijo homosexual, ya que “los gays y las lesbianas somos hijos de heterosexuales, así que de un matrimonio homosexual saldrán hijos homosexuales en la misma medida que de un matrimonio heterosexual”, afirmó. Adrián disfruta de un hogar constituido hace más de 10 años con su compañera sentimental, el cual es compartido con la hija de su pareja. Ella es una mujer lésbica, y a quienes no pueden entender su condición sexual, aclara: identidad de género es como tú te sientes, orientación sexual es quien te gusta. Este es su refugio luego de las agotadoras jornadas de trabajo, que se extienden por más de 12 horas al día. Tiene seis años que no toma vacaciones, pero los múltiples compromisos nacionales e internacionales no se lo han permitido. Revisa su agenda, tiene dos viajes en las próximas semanas a Europa, intentará robarle unos días al tiempo para disfrutar de Dublin antes de sus reuniones. Es copresidente de la Asociación Mundial de Juristas LGBT. No le teme a la polémica, vive rodeada de ella, y no se cree pecadora, porque sencillamente no comulga con la iglesia, “si pudieran quemarme en la hoguera lo hicieran, es imposible negar nuestra animalidad y las religiones han querido hacer esto, yo comulgo con la Organización de Naciones Unidas”, afirma al momento de mostrar un video de Ban Ki-Moon, secretario de la ONU. “A todos aquellos LGBT les digo que no están solos, la discriminación no es única de ustedes y estoy con ustedes y en defensa de sus derechos humanos. El momento ha llegado", declaró el secretario de la ONU del nueve de abril de 2012, en Suiza. |
lunes, 18 de junio de 2012
Venezuela; Nació siendo hombre, ahora es mujer, conoce la historia de Tamara
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