viernes, 18 de mayo de 2012

Chile: Feria de la diversidad en día contra la Homofobia, Lesbofobia y Transfobia






Este 17 de mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia y Transfobia, fecha instituida por organizaciones de la diversidad sexual celebrando la eliminación en 1990 de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, se trata de una conmemoración a medias, pues a la fecha, la transexualidad aún es parte de los manuales de psiquiatría donde se la define como “trastorno de la identidad sexual”.

El término homofobia hace referencia a la aversión, al pánico, según la etimología del griego fobos, al rechazo obsesivo contra hombres y mujeres homosexuales o lesbianas, incluyendo bisexuales o transexuales e incluso, rechazo de todos aquellos que aún sin serlo, parezcan. Carlos Monsivais, fallecido escritor mexicano que vivió su homosexualidad reservadamente, señalaba que la principal conquista de los grupos gays era la visibilidad de la “homofobia” como categoría denunciante. Una particular visibilidad que no sólo es palabra y denuncia militante. Hoy alrededor de 80 países en el mundo criminalizan la homosexualidad y condenan los actos sexuales entre personas del mismo sexo con penas de prisión, algunos países, incluso, mantienen para estos casos la pena de muerte.

En Chile la homofobia institucionalizada se conoce desde la colonia cuando se castigaba legalmente la sodomía, popularmente conocida como “pecado nefando”. El mismo pecado que intentó ahogar Carlos Ibáñez del Campo en los años 50 cuando ordenó “fondear” a un grupo de homosexuales en las frías aguas de Valparaíso o cuando la prensa sensacionalista inventó nombres de famosos homosexuales “muertos” en el fatídico incendio de la disco gay Divine en los años 90. En los 80, Mónica Briones, artista y lesbiana asumida en su diferencia sexual, falleció ferozmente pateada por un agente de la CNI cerca de Plaza Italia. En nuestros días y cada noche, compañeras travestis son brutalmente golpeadas, algunas asesinadas, llamando poco o nada la atención de la prensa. En contraste, recientemente, el caso del joven homosexual, Daniel Zamudio, golpeado y torturado por un grupo de neo nazis, repuso violentamente la homofobia en la palestra pública.

Buscando castigar la discriminación -primer paso a la homofobia- hace unos días se aprobó en el parlamento chileno la polémica Ley Antidiscriminación. Si bien la ley es un avance, “ahora somos una realidad humana”, decimos irónicamente, la legislación aborda sólo aspectos punitivos y no contempla acciones afirmativas que se sumen a bienvenidos actos reparatorios a las víctimas de discriminación arbitraria. La Ley Antidiscriminación actuará -esperamos- como un factor intimidante frente a los actos de discriminación arbitraria, pero no previene ni apunta a lo fundamental que es la educación en la diversidad. La Ley sólo castiga y creer que por la sola existencia de un castigo monetario – legal se suprimirá la discriminación sexual en Chile es no entender los procesos culturales y sociales de un país. Representa un avance porque -simbólicamente- instala la no discriminación como un valor social que debe ser protegido, pero habrá que ver cómo opera en la realidad. Todo queda en manos de los jueces de letras que determinarán si hubo un acto discriminatorio arbitrario. El proceso se anuncia engorroso, complejo y dificultoso en su actuar, particularmente pensando que si no se prueba la denuncia, serán los denunciantes los que deben pagar, más pareciendo una acción amenazante que protectora. Del mismo modo, pensando en los jueces, después del actuar de la justicia chilena en el caso de Karen Atala y sus hijas, debemos dudar de la valoración y respeto a la diversidad sexual.

Si bien se señala que el Estado debe elaborar e implementar las políticas destinadas a garantizar a toda persona, sin discriminación arbitraria, el goce y ejercicio de sus derechos y libertades reconocidos por la Constitución Política de la República, las leyes y los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, no establece una institucionalidad pública que garantice y promueva la no discriminación. Si no se educa en el respeto a la diversidad, si no se previene la discriminación, la Ley será letra muerta. Tan muerta nace la Ley que, pese a que señala que los organismos del Estado deben elaborar políticas que garanticen la no discriminación, el alcalde de Providencia, ex coronel e integrante de la DINA, Cristián Labbé, critica la Ley Antidiscriminación por “discriminadora”, señalando de modo amenazante que en su municipalidad “los homosexuales no pueden andar de la mano”.

Más polémico y lamentable fue lo ocurrido en la Cámara de Diputados. El martes 8 de mayo de 2012 se votó la Ley Antidiscriminación con 90 votos a favor, 16 en contra y 3 abstenciones. No llamó la atención los votos adversos de parlamentarios contrarios a los derechos de homosexuales, lesbianas y trans, entre ellos los UDI María Angélica Cristi, José Antonio Kast o Enrique Estay. Si resultó curioso, alarmante y contradictorio el voto negativo de Miodrag Marinovic, independiente por Magallanes, diputado reconocido por líderes de la comunidad gay como parte de la “diversidad sexual”. A la fecha, Marinovic no ha explicado por qué votó contra la Ley Antidiscriminación. No se puede votar públicamente contra la protección de derechos y/o deseos que privadamente se practican.

Una vez muerta Mónica Briones, nació en su memoria la agrupación de lesbianas feministas Ayuquelén. Hoy, para muchas y muchos, para Mónica y Daniel, la Ley Antidiscriminación llegó tarde, muy tarde.
Por Víctor Hugo Robles *

* Periodista, activista y apóstata, conocido como “El Che de los Gays”, autor de “Bandera Hueca, Historia del Movimiento Homosexual de Chile”.

Foto: 28 de junio de 1995, Pedro Lemebel y Víctor Hugo Robles, encabezando manifestación del MOVILH con un lienzo que rezaba: “SOMOS UNA REALIDAD HUMANA”. Registro: Álvaro Hoppe.



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