Solidaridad. Ha creado una asociación contra el maltrato infantil
Le han ofrecido el doble de indemnización de la que le correspondía y han alegado que actuaba sin consultar a la dirección
José Albes salió del armario hace unos meses y ahora está sin trabajo. ¿Casualidad? Él lo duda, porque no se cree los motivos que han alegado desde el colegio del Patronato del Sagrado Corazón de Jesús para despedirlo y porque le han ofrecido el doble de indemnización de la que le corresponde.
El centro le acusa de no haber seguido las «instrucciones de la dirección» y de haber tomado decisiones sin consultar, causando «perjuicios graves a los alumnos y a la imagen del centro», según el burofax en el que le comunican su despido. José Albes reconoce que durante los últimos cinco años su relación con la dirección del colegio, que no con sus compañeros y alumnos, no ha sido un camino de rosas debido a su preocupación por el maltrato infantil. Esto le llevaba a denunciar ante la dirección cualquier situación de riesgo que detectaba, algo a lo que sus superiores no solían responder muy positivamente.
«Siempre me ignoraban, lo que generó una cierta tensión. Los profesores estamos obligados a denunciar cuando advertimos que hay algún riesgo de maltrato infantil y lo único que yo hice fue escribir un protocolo, tal y como establece la normativa, y tramitarlo a la consejería de Educación. Mi protocolo era perfecto, según me notificaron en la propia consejería, pero parece que a la dirección del centro no le gusta que se hagan estas cosas, porque puede dañar la imagen del colegio», destaca José Albes.
La tensión por este tema no es algo nuevo, ya que Albes lleva más de cinco años peleando por estas cuestiones. «¡Qué casualidad que justo este año, que hablo con normalidad de mi homosexualidad en el centro, deciden echarme y alegan que es por este motivo!», afirma.
Jose Albes asegura que cuenta con el apoyo de numerosos profesores y de padres de los estudiantes. De hecho, la Asociación de Padres de Alumnos del colegio está preparando una protesta para el viernes, día en el que comienza el curso escolar, en la puerta del centro. «Se han enterado y están indignados. No entienden cómo me han echado porque soy muy participativo y me involucro mucho», explica Albes.
Divorciado
Cuando comenzó a trabajar en el colegio, Albes estaba casado pero hace tres años se separó de su mujer. Hasta este año no ha hecho pública su homosexualidad en el centro. «Si mis compañeros hablaban de sus cosas, ¿por qué no podía hacerlo yo de las mías? No tengo por qué esconderme», dice.
El colegio en el que impartía clases no es público, es concertado y propiedad de las Hijas de la Caridad, por tanto se rige por un ideario católico. «Llevo en el colegio desde tercero de EGB. Cuando crecí me involucré en las Juventudes Marianas Vicencianas y fui catequista. Llevo toda mi vida en este colegio», precisa.
Otra de las cosas que han hecho a Albes creer que el despido se debe a su homosexualidad es la elevada indemnización que le han ofrecido, casi treinta mil euros cuando, según sus cálculos, sólo le corresponderían unos 17.000.
«Además, en la carta me dicen que la causa del despido es justificada pero que aún así la empresa lo reconoce como improcedente y me ofrece esa cantidad de dinero. Si la causa es justificada y el colegio nunca tiene dinero, ¿cómo me ofrecen esta indemnización? No tiene ni pies ni cabeza», señala Albes.
Lo que más ha indignado a este profesor es que en el escrito de despido se diga que ha causado graves daños a los estudiantes. «¿Por qué tengo que aguantar yo eso cuando es falso? Me podían despedir sin decir motivos y me habría callado, pero esto no tengo por qué tolerarlo», precisa.
Esta redacción trató ayer sin éxito de hablar con la directora del colegio. Fuentes del profesorado indicaron que la decisión de echar a Albes no había sido del claustro, sino de los propietarios del centro y que eran ellos los que debían hacer declaraciones al respecto.
La directora convocó el 12 de agosto al consejo escolar del centro para notificar su decisión de expulsarlo. «En pleno verano. También voy a alegar indefensión. Quiero que el despido se declare nulo y que me vuelvan a admitir», asegura José Albes.
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