sábado, 9 de abril de 2011

Soy homosexual. Soy de Burgos

Angélica González / Burgos

Acaba de crearse la tercera asociación de gays en Burgos tras el fracaso de las dos anteriores. Se llama Kolectivo Gay Castilla y León y existe, fundamentalmente, en internet (www.castillayleongay.es). Sus promotores -gente muy joven- no quieren identificarse. No resulta fácil salir del armario en esta ciudad ni quedar al margen de burlas e insultos. Pero no es imposible. Aquí van algunos ejemplos.

Es muy complicado saber cuántos gays hay en el mundo. El 10% del que hablaba en los años 50 del siglo pasado el informe Kensey -el primero que se hizo sobre la sexualidad humana, con entrevistas a más de 20.000 personas- ha generado siempre muchas controversias pero no se conoce otro porcentaje procedente de un estudio con tanta participación. En España, una de las últimas encuestas que se han hecho data de 2009 y se realizó sobre una población de 536 alumnos universitarios: el 6% de los chicos se consideraba homosexual.

Sea como fuere, haya más o menos personas que se salen de la mayoría heterosexual, está claro que existen, que aman y que trabajan. Como médicos, periodistas, camioneros, cantantes, abogadas o amas de casa. Y que deben ser respetadas, no vejadas y poder vivir de acuerdo a sus principios y a sus preferencias. Nadie mínimamente respetuoso con los derechos humanos lo discutiría.

Pero el caso es que esta idílica declaración de intenciones no es más que eso. Las personas gays no siempre pueden decir que lo son, se hacen chistes a su costa y se les señala y hasta se les insulta (cuando no son víctimas de agresiones físicas) si se atreven a mostrar en público afecto a sus parejas.

A pesar de que España se puso a la cabeza de los derechos de los gays cuando en 2005 reformó el Código Civil para que el matrimonio no fuera exclusivo de los heterosexuales y de que en las grandes ciudades la cabalgata del orgullo gay es ya una fiesta para todo el mundo, en Burgos las cosas siguen siendo peliagudas. «Como toda ciudad pequeña, Burgos no nos lo pone demasiado fácil a las lesbianas. La verdad es que yo nunca me he cortado a la hora de caminar de la mano de mis parejas por la calle o de mostrarnos cariño en público pero teníamos que ser conscientes de que cada vez que lo hacíamos íbamos a ser el centro de atención en el mejor de los casos, y, en el peor, objeto de burlas, insultos, y comentarios sexistas y homófobos», asegura Alba Sierra, profesora de Secundaria.

Y es que Burgos no se ha caracterizado nunca por ser una ciudad abierta a los cambios y acogedora para las minorías, a pesar de lo cual, y paradójicamente, de aquí son dos de los principales teóricos españoles del movimiento queer (que sostiene que la orientación y la identidad sexuales son el resultado de una construcción social y no un hecho natural): la filósofa Beatriz Preciado, autora de Manifiesto contrasexual y el sociólogo Javier Sáez. «En Burgos me hubiese muerto o me habrían encerrado: sobreviví largándome a París», decía Preciado en una entrevista a La Vanguardia en 2008.

Tan homófoba parece resultar nuestra sociedad que muchos tuvieron claro que la decisión de talar todos los setos del Paseo del Empecinado, tomada en 2004, durante la primera legislatura de Juan Carlos Aparicio, se sustentó en las quejas que los vecinos habían presentado al Ayuntamiento por ser este lugar encuentro de parejas gays. La versión oficial fue que las protestas provenían de los robos producidos en la zona. «Era el refugio de muchos drogadictos y de gente que aprovechaba para realizar otras prácticas, por lo que hemos decidido quitarlos», declaró entonces el concejal Santiago González Braceras.

Por todo esto, tuvo un mérito increíble que en 1998 se presentara en sociedad el Kolectivo de Gays y Lesbianas de Burgos (KGLB) con el escritor y crítico cinematográfico Eduardo Nabal a la cabeza de un pequeñísimo grupo de gente. «Al principio éramos pocos; luego se sumaron más pero el proyecto no funcionó porque queríamos vincularlo a un movimiento de izquierdas que no estaba entonces, interesado mas que superficialmente por las llamadas ‘minorías sexuales’», explica Nabal.

Una década después, un grupo de jóvenes lo intentó otra vez con el Kolectivo Gay de Burgos que incluso celebró el Día del Orgullo en la Plaza del Cid. El partido ultraderechista Alternativa Española (AES) puso el grito en el cielo porque en los folletos anunciadores de la fiesta aparecía una pareja de chicas besándose junto a la Catedral en una de cuyas agujas se había colocado la bandera del arco iris, que identifica a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. «La colocación de semejante simbología ofende a todos los católicos», dijeron. La asociación no duró más allá de unos meses.

Ahora, hace apenas unos días, se ha presentado la tercera. Se llama Kolectivo Gay Castilla y León, y pretende ser «un gran grupo de amigos organizados». Su punto de encuentro es una red social en internet que ya tiene 168 miembros (www.castillayleongay.es) y su más inmediato objetivo, elaborar una guía de la región detallando los espacios públicos (bares, hoteles, tiendas...) en los que se respeta la orientación sexual.

Nabal, Sáez y Sierra creen que es muy positivo el hecho de que estos chavales se hayan animado a organizarse y les desean mucha suerte. Los promotores de la asociación no quieren dar sus nombres ni salir en las fotografías, actitud que es comprendida por los protagonistas de este reportaje: «Entiendo su reparo pero les animaría a ser valientes porque no te pueden respetar si no te haces valer», afirmó el escritor Óscar Esquivias.



Alba Sierra

«Quienes hemos salido del armario tenemos una vida plena y feliz»


«Es importante que los más jóvenes sepan que las personas que hemos salido del armario tenemos una vida plena y feliz». A Alba, que acaba de cumplir 30 años y es profesora de Lengua y Literatura en un instituto de Secundaria de Madrid, no se le ocurre mejor mensaje que enviar en esta visibilización de su homosexualidad. Porque tiene aún muy fresco en la memoria el ‘calvario’ que pasó siendo una cría: «Recuerdo que me daba pavor hasta pronunciar la palabra lesbiana y a veces la escribía en un papel y la leía; supongo que era la única manera que tenía de ‘expresar’ lo que me pasaba: Hubiera dado lo que fuera por recibir información sobre diversidad afectivo-sexual, por ver ‘de cerca’ a una lesbiana o a un gay y hacerles mil preguntas». Por eso, ahora colabora en el área de Educación del Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM) que, entre otras actividades, se dedica a dar charlas en institutos.

Tener su primera relación de pareja le animó a hablar de su orientación a familiares y amigos: «Alguien tenía que haberme dicho que todo iba a resultar tan fácil, me habría ahorrado mucho sufrimiento. Alba dice ser consciente de que muchas veces son los propios gays quienes dificultan su proceso de explicar que lo son: «No se trata de promocionar nuestra homosexualidad, no es necesario llevar un cartel pero tampoco debemos ocultar ni mentir sobre nuestras vivencias», asegura. Y con respecto a salir del armario dice que no se debe obligar a nadie pero también «que ahí dentro no se respira nada bien y está todo muy oscuro».



                                                                                                                                    Eduardo Nabal


                      «La derecha nos ve como una extraña amenaza; la izquierda, como algo superficial»


Eduardo Nabal es un héroe. Prácticamente un quijote de la causa. Desde los años noventa, cuando de su mano nació el primer colectivo de gays y lesbianas de esta ciudad, el mítico KGLB, no ha parado de trabajar por hacer visible a esta minoría, por reivindicar sus derechos y por exigir un hueco para ella en la sociedad. Y todo, prácticamente en solitario. «La asociación surge por la necesidad de un movimiento reivindicativo y asociativo. Yo había conocido algo del activismo gay en Salamanca y Madrid. Y traté de que esas ideas vinculadas a un cambio social estuvieran aquí. Fue un proyecto demasiado ambicioso porque Burgos no tiene un soporte social adecuado y menos aún lo tenía entonces. La gente estuvo muy interesada pero yo quería traspasar ideas muy avanzadas (y combativas) que no estaban acordes con la realidad burgalesa».

A pesar de este primer revés, y de que la cosa siga sin ser fácil, nunca se ha dado por vencido y ha seguido escribiendo libros y dando charlas. Ahora apoya el nuevo colectivo que acaba de surgir y que en el acrónimo lleva una K como homenaje a su vieja asociación: «El hecho que esto siga siendo difícil se debe a que la derecha en Burgos sigue viendo a gays y lesbianas como una extraña amenaza y la izquierda como algo superficial, un movimiento ‘poco político’. Aún así, creo que las cosas van cambiando aunque algunas declaraciones de políticos y miembros de la Iglesia hagan pensar lo contrario».


Óscar Esquivias     



«Me siento orgulloso de ser español por la legislación sobre el matrimonio»


Óscar Esquivias (Burgos, 1972) dice que desde que tuvo conciencia de tener sexualidad siempre supo que era gay «sin ningún género de dudas» y que esta orientación no le supuso ningún conflicto interno ni trauma: «Si acaso, fui un chaval algo solitario porque tenía la sensación de que era el único homosexual del mundo». Ahora, desde la madurez, reflexiona sobre esta naturalidad y se sorprende: «La verdad es que no sé por qué fue así ya que el ambiente social que vivía no era precisamente abierto, y no me refiero tanto a mi familia como al colegio, los amigos, el barrio... El mundo era muy hostil a la idea de que dos personas del mismo sexo pudieran mantener una relación». Al igual que Alba Sierra, Óscar explicó a su gente que era gay cuando tuvo su primera pareja y la reacción fue, al inicio, de desconcierto, pero luego de mucha normalidad.

El escritor, Premio de la Crítica de Castilla y León, asegura sentirse muy orgulloso de ser español, por ser éste uno de los países más avanzados en el respeto a los derechos de las personas homosexuales y por la reforma del Código Civil que hizo que el matrimonio dejara de ser exclusivo para personas de distinto sexo: «Claro que queda mucho por avanzar socialmente y que sigue habiendo estigmas y tópicos, pero lo que vivimos aquí es excepcional. Y los que se oponen a la ley, que ha servido para romper mucho fariseismo, son grupos y personas marginales en la más amplia expresión de la palabra».


Fuente:http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Vivir/20110409/soy/homosexual/soy/burgos/29B789CF-E2F2-0A92-699B285F6CC763CD?ar=2

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