Juan Rodríguez Sampedro, Ex-Preso Social
Un portazo a las heridas de la represión contra los homosexuales
Escrito por Juan F. Caballero
sábado, 06 de febrero de 2010
Es un periodo para la vergüenza de España y en él Huelva tuvo mucho que decir. Durante dos décadas la prisión provincial, hoy abandonada en Isla Chica, acogió a más de 200 presos tachados de ser ‘socialmente peligrosos’. Su delito aparecía recogido en la Ley de Vagos y Maleantes de la legislación franquista y estaba castigado con penas de hasta cuatro años de prisión. El crimen: ser homosexual.
Hoy una placa en la puerta de la antigua prisión recuerda la represión brutal que sufrieron aquellas personas, pero detrás del homenaje existen decenas de historias anónimas de dolor y desesperanza. Es el caso de Juan Rodríguez Sampedro, el primer homosexual andaluz y onubense que ha recibido una indemnización económica por parte del Estado por los siete meses que estuvo encerrado por su condición sexual, en un periplo que le llevó, con tan sólo 17 años, por la prisiones de Huelva, Sevilla, Alcázar de San Juan, Córdoba y Valencia sufriendo todo tipo de vejaciones, incluyendo abusos sexuales.La medida de reconocer históricamente la represión sufrida por este colectivo, se enmarca dentro de la política del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero dentro de la Ley de la Memoria Histórica de remover la conciencia ciudadana y cerrar las heridas aún abiertas por la historia más negra de la España reciente. Él ha sido el primero en verse reconocido, en dar un portazo a la historia y a la sentencia judicial que lo condenaba por ser “invertido sexual habitual” a siete meses de prisión además de un año de expulsión de la ciudad de Huelva y verse sometido a tres años de vigilancia por las fuerzas franquistas.En España hay al menos 85 personas que están tramitando su indemnización, al menos dos de ellos son también de onubenses, los represaliados fueron unos 2.000 pero el tiempo ha hecho que muchos de ellos ya estén muertos o en el exilio. La mayoría de estos trámites se llevan a cabo desde la Asociación de Ex Presos Sociales cuyo presidente, Antonio Ruiz, quiso atender a este periódico.“Valoramos muy positivamente el trabajo de este Gobierno, aunque para sacarlo adelante tuvimos que reunirnos mil veces con ellos”, apunta. Hay algunos trámites que van muy lentos aunque lo considera “normal” debido al tiempo que ha pasado, “pero en general el Gobierno está cumpliendo con lo que aprobó en la ley de presupuestos” asegura Ruiz quien conoce perfectamente la función que cumplió Huelva en esta página horrible de la historia, un página que la partida de dos millones de euros aprobada en los Presupuestos Generales del Estado para estos casos, puede llegar a mitigar.Sólo dos cárceles estaban adaptadas especialmente para recibir a los presos gays, la de Badajoz para los ‘pasivos’ y la de Huelva para los ‘activos’, según la absurda división de la época. Allí Juan Rodríguez tiene recuerdos espantosos, eran considerados oficialmente ‘presos peligrosos’ y como tales eran tratados en la cárcel, con módulos y horarios especiales para mantenerlos separados del resto de presidiarios.
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sábado, 06 de febrero de 2010
Es un periodo para la vergüenza de España y en él Huelva tuvo mucho que decir. Durante dos décadas la prisión provincial, hoy abandonada en Isla Chica, acogió a más de 200 presos tachados de ser ‘socialmente peligrosos’. Su delito aparecía recogido en la Ley de Vagos y Maleantes de la legislación franquista y estaba castigado con penas de hasta cuatro años de prisión. El crimen: ser homosexual.
Hoy una placa en la puerta de la antigua prisión recuerda la represión brutal que sufrieron aquellas personas, pero detrás del homenaje existen decenas de historias anónimas de dolor y desesperanza. Es el caso de Juan Rodríguez Sampedro, el primer homosexual andaluz y onubense que ha recibido una indemnización económica por parte del Estado por los siete meses que estuvo encerrado por su condición sexual, en un periplo que le llevó, con tan sólo 17 años, por la prisiones de Huelva, Sevilla, Alcázar de San Juan, Córdoba y Valencia sufriendo todo tipo de vejaciones, incluyendo abusos sexuales.La medida de reconocer históricamente la represión sufrida por este colectivo, se enmarca dentro de la política del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero dentro de la Ley de la Memoria Histórica de remover la conciencia ciudadana y cerrar las heridas aún abiertas por la historia más negra de la España reciente. Él ha sido el primero en verse reconocido, en dar un portazo a la historia y a la sentencia judicial que lo condenaba por ser “invertido sexual habitual” a siete meses de prisión además de un año de expulsión de la ciudad de Huelva y verse sometido a tres años de vigilancia por las fuerzas franquistas.En España hay al menos 85 personas que están tramitando su indemnización, al menos dos de ellos son también de onubenses, los represaliados fueron unos 2.000 pero el tiempo ha hecho que muchos de ellos ya estén muertos o en el exilio. La mayoría de estos trámites se llevan a cabo desde la Asociación de Ex Presos Sociales cuyo presidente, Antonio Ruiz, quiso atender a este periódico.“Valoramos muy positivamente el trabajo de este Gobierno, aunque para sacarlo adelante tuvimos que reunirnos mil veces con ellos”, apunta. Hay algunos trámites que van muy lentos aunque lo considera “normal” debido al tiempo que ha pasado, “pero en general el Gobierno está cumpliendo con lo que aprobó en la ley de presupuestos” asegura Ruiz quien conoce perfectamente la función que cumplió Huelva en esta página horrible de la historia, un página que la partida de dos millones de euros aprobada en los Presupuestos Generales del Estado para estos casos, puede llegar a mitigar.Sólo dos cárceles estaban adaptadas especialmente para recibir a los presos gays, la de Badajoz para los ‘pasivos’ y la de Huelva para los ‘activos’, según la absurda división de la época. Allí Juan Rodríguez tiene recuerdos espantosos, eran considerados oficialmente ‘presos peligrosos’ y como tales eran tratados en la cárcel, con módulos y horarios especiales para mantenerlos separados del resto de presidiarios.
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