EL OBSERVADOR muestra las imágenes de la exposición sobre un Jesucristo gay que la Universidad de Granada clausuró en 24 horas
El autor de las fotografías, el jienense Fernando Bayona, afirma que las obras llevaban un año colgadas en su web sin suscitar queja alguna. IMÁGENES
18/02/10. Cultura. “Complemente desbordado”. Así asegura sentirse el joven artista andaluz Fernando Bayona con la polémica surgida en torno a la muestra fotográfica Circus Christi, en la que exhibe a un Jesucristo hijo de una prostituta y un ‘camello’ que descubre que es gay tras iniciarse en el sexo con María Magdalena. La exposición, que EL OBSERVADOR / http://www.revistaelobservador.com/ le enseña al completo en esta GALERÍA DE IMÁGENES, fue clausurada tan sólo 24 horas después de abrirse al público en una sala dependiente de la Universidad de Granada (UGR). Bayona recuerda que las fotos han sido expuestas con anterioridad en diversos concursos de la capital granadina y que llevaban un año colgadas en su página web “sin ninguna polémica”.
CIRCUS Christi se inauguró el pasado jueves 11 de febrero en la sala de exposiciones Corrada de Santiago, gestionada por la UGR. Según detalla Bayona a EL OBSERVADOR, al día siguiente de su apertura al público, la institución académica decide retirarla por las quejas suscitadas debido a su contenido. La polémica está entonces tan encendida que la universidad granadina alega que no puede garantizar la seguridad, ni de las obras, ni del propio artista, quien recibe un aluvión de llamadas, mensajes de móvil y correos electrónicos en los que lo insultan y amenazan.
CIRCUS Christi se inauguró el pasado jueves 11 de febrero en la sala de exposiciones Corrada de Santiago, gestionada por la UGR. Según detalla Bayona a EL OBSERVADOR, al día siguiente de su apertura al público, la institución académica decide retirarla por las quejas suscitadas debido a su contenido. La polémica está entonces tan encendida que la universidad granadina alega que no puede garantizar la seguridad, ni de las obras, ni del propio artista, quien recibe un aluvión de llamadas, mensajes de móvil y correos electrónicos en los que lo insultan y amenazan.
ESTE joven nacido en Linares hace 29 años enseña, a través de 13 fotografías que puede ver en esta GALERÍA DE IMÁGENES, su propia versión del Nuevo Testamento en la que un Jesucristo gay, hijo de una prostituta y de un 'camello', termina liderando un grupo de rock. Bayona es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada y ha estudiado fotografía y diseño gráfico en Milán (Italia). Ha protagonizado cuatro exposiciones individuales en Granada, Córdoba y Madrid y participado en decenas de muestras colectivas.A continuación reproducimos íntegramente el texto escrito por Fernando Castro Flórez sobre la exposición publicado en el dossier de prensa de la muestra y que aparece colgado en la web del artista, http://www.fernandobayona.com/:
“CIRCUS Christi comienza con una descarnada Anunciación: unas mujeres en ropa interior a las que se acerca un sujeto con el torso desnudo que intenta, con cierta timidez, introducir un billete en las bragas de la central “virgen”. Una niñita, vestida de Hada con varita mágica incluida vuelve la cabeza para contemplar esa escena propia de un local de strip-tease pero ahora enmarcada por la “Piedad” cristiana.
“CIRCUS Christi comienza con una descarnada Anunciación: unas mujeres en ropa interior a las que se acerca un sujeto con el torso desnudo que intenta, con cierta timidez, introducir un billete en las bragas de la central “virgen”. Una niñita, vestida de Hada con varita mágica incluida vuelve la cabeza para contemplar esa escena propia de un local de strip-tease pero ahora enmarcada por la “Piedad” cristiana.
EL Nacimiento es un estricto parto sobre una mecedora en una habitación desordenada y la Presentación del Templo una teatral puesta en escena de las chicas de un burdel (sin faltar una manifiestamente embarazada) con un tipo sometido en las estrictas reglas del sadomasoquismo mientras una Madame sostiene a un niño en sus brazos y en una esquina una mujer, cerca de unas antiguas maletas de viaje contempla, aparentemente con melancolía, una jaula de pájaros vacía.
FERNANDO Bayona no duda en transitar por las regiones de lo obsceno al convertir a Jesús y María Magdalena en una pareja follando en un colchón sobre unos palets dentro de una estancia surreal en la que una gallina disecada está colocada sobre un microondas y la pequeña nevera abierta está llena hasta los topes de latas de Coca-Cola; una cortinas de luz velazqueña dotan a la situación de un tono clásico.
EL sacramento del Bautismo está interpretado por una pareja cuyas camisetas están quemadas, uno de ellos sobre una silla, el otro en ese suelo en el que el fuego aún impone su cruda ley. Jesús predicando es, nada más y nada menos, que un concierto de descamisados en el que el trance es manifiesto en el vocalista.
LOS deseos homosexuales van tomando cada vez más importancia, desde la Santa Cena en la que una mujer está tumbada sobre la mesa precaria en un espacio abandonado y lleno de graffitis, con brindis y alcohol derramándose por el suelo, hasta el Beso de Judas con una felación en un túnel marginal. La crucifixión parece más bien un atropello, con el cuerpo yaciendo en el suelo, iluminado por los focos del automóvil, con un escenario escatológico que nos hace pensar que la esperanza religiosa solo surge desde un imaginario homeless. La piezas que compone Fernando Bayona, tal vez una de sus mejores obras, subraya el rostro de la madre, su infinita tristeza y la conciencia de que no podrá tener la conversación pendiente con su hijo muerto; el suelo cubierto de hojas otoñales dentro de la estancia es el fundamento poético de este “humano demasiado humano” declinar. El Jesús muerto (en una composición heredera de Mantenga) está sobre una cama hospitalaria con todos los aparatos alrededor y la Resurrección también se produce en ese ambiente con las enfermeras transgrediendo al Noli me tangere. Por último, las dudas de Santo Tomás llevan a introducir los dedos en la herida, como si fuera posible conseguir alguna certeza ante lo milagroso”.
FERNANDO Bayona no duda en transitar por las regiones de lo obsceno al convertir a Jesús y María Magdalena en una pareja follando en un colchón sobre unos palets dentro de una estancia surreal en la que una gallina disecada está colocada sobre un microondas y la pequeña nevera abierta está llena hasta los topes de latas de Coca-Cola; una cortinas de luz velazqueña dotan a la situación de un tono clásico.
EL sacramento del Bautismo está interpretado por una pareja cuyas camisetas están quemadas, uno de ellos sobre una silla, el otro en ese suelo en el que el fuego aún impone su cruda ley. Jesús predicando es, nada más y nada menos, que un concierto de descamisados en el que el trance es manifiesto en el vocalista.
LOS deseos homosexuales van tomando cada vez más importancia, desde la Santa Cena en la que una mujer está tumbada sobre la mesa precaria en un espacio abandonado y lleno de graffitis, con brindis y alcohol derramándose por el suelo, hasta el Beso de Judas con una felación en un túnel marginal. La crucifixión parece más bien un atropello, con el cuerpo yaciendo en el suelo, iluminado por los focos del automóvil, con un escenario escatológico que nos hace pensar que la esperanza religiosa solo surge desde un imaginario homeless. La piezas que compone Fernando Bayona, tal vez una de sus mejores obras, subraya el rostro de la madre, su infinita tristeza y la conciencia de que no podrá tener la conversación pendiente con su hijo muerto; el suelo cubierto de hojas otoñales dentro de la estancia es el fundamento poético de este “humano demasiado humano” declinar. El Jesús muerto (en una composición heredera de Mantenga) está sobre una cama hospitalaria con todos los aparatos alrededor y la Resurrección también se produce en ese ambiente con las enfermeras transgrediendo al Noli me tangere. Por último, las dudas de Santo Tomás llevan a introducir los dedos en la herida, como si fuera posible conseguir alguna certeza ante lo milagroso”.
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