Campillo si quiero
Una película sobre bodas homosexuales hace de España un referente de la tolerancia
En Campillo, sí quiero no faltan, en todo caso, las escenas que muestran la vida cotidiana de los habitantes de siempre del pueblo
La historia de Campillo de Ranas, una pequeña localidad manchega de 50 habitantes, famosa por ofrecer bodas homosexuales cuando en 2005 se temía un boicot a la ley, ha hecho de España un «referente internacional de la tolerancia» a través de un documental que la narra.
Así lo afirmó hoy el alcalde del pueblo de Guadalajara, Francisco Maroto, al presentar en rueda de prensa el documental «Campillo, sí quiero», en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, donde mañana se estrenará para España un filme que ha sido exhibido ya con éxito en diversos certámenes europeos previamente.
De la decisión del primer edil de hacer «un grito militante» de su apuesta por los matrimonios homosexuales, que algunos otros alcaldes anunciaban entonces que se negarían a celebrar, nació, además, no sólo un entorno de tolerancia sino, además, «la primera estrategia nupcial de desarrollo rural», ya que cambió la economía local de Campillo de Ranas.
Este aspecto de la iniciativa fue destacado por el director del documental, Andrés Rubio, un periodista que, impresionado por el fenómeno generado por «un alcalde rural sin sueldo que levantó la mano y dijo yo sí caso», dedicó año y medio a rodar con una sola cámara y fondos propios las imágenes que finalmente dieron forma a su obra.
Una obra que, por todo lo expuesto, explicó que se estructura alrededor de la figura del alcalde y los frutos de su impulso a la normalización de los matrimonios homosexuales, cuya repercusión multiplicó, según recalcó el propio edil, el hecho de que su pueblo se encuentre «cerquita», de una gran capital, Madrid.
En «Campillo, sí quiero» no faltan, en todo caso, las escenas que muestran la vida cotidiana de los habitantes de siempre del pueblo, cuya realidad ha cambiado con el fenómeno económico que ha supuesto la celebración de numerosas bodas, hasta el punto de que se ha creado un colegio que no existía y el curso próximo se alcanzarán los 20 alumnos.
En esas escenas se ve que esos habitantes que no han dejado de hacer su vida como antes «reflejan tolerancia», ya que no han puesto impedimento alguno a la iniciativa y se han constituido en «un ejemplo de que es mucho más fácil adaptarse al cambio de lo que se piensa», frente a quienes alientan los prejuicios contra los que consideran distintos, opinó Andrés Rubio.
Más allá fue Francisco Maroto, quien, tras haber viajado por diversos países exhibiendo el documental y obteniendo abundantes muestras de admiración, declaró: «me siento embajador de mi país y de la gran labor que ha hecho mi presidente por mi país».
De hecho, «nos decían: ¿cuándo llegará aquí la ley de matrimonios homosexuales?» , subrayó.
El alcalde, que no ocultó las satisfacciones que le ha reportado su iniciativa, desde la generación de ingresos municipales que han permitido mejorar sustancialmente los equipamientos y los servicios públicos hasta la obtención de mayoría absoluta en las siguientes elecciones o su propia boda con su novio, aseguró, en cualquier caso, que su mayor satisfacción ha sido «dar felicidad».
Advirtió, no obstante, de que «hay que seguir luchando» por los derechos de los homosexuales porque «se sigue discriminando», y prueba de ello es que, aunque la ley haya permitido que se casen, no faltan en Campillo de Ranas quienes llegan para hacerlo desde lugares remotos, sin familiares ni amigos que les acompañen, porque saben que en sus lugares de origen criticarían su acción.
Fuente:http://www.lavozdegalicia.es/cultura/2009/03/13/00031236939100336473820.htm
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