Una pareja de lesbianas se besan en Pekín tras haberse casado.
"Ser lesbiana es un enorme tabú social en China"
Hasta 2001, los dos millones de mujeres homosexuales eran calificadas de enfermas mentales
ANDREA RODÉS - Pekín - 29/03/2009 23:00
Una luce su melena oscura, suelta sobre los hombros, otra lleva el pelo corto, a lo chico. Una lleva un top ajustado y unos bonitos ojos rasgados, que brillan en la oscuridad gracias a las sombras de maquillaje; la otra lleva un pendiente en la oreja y una camiseta de algodón negra que disimula las suaves curvas de una mujer china.
Mientras la música pop suena a todo volumen, se dan un beso profundo en la boca y brindan después con dos botellas de Tsingtao, la cerveza más famosa de China. Son Pat y Lydia, nombres ingleses de esta pareja de homosexuales pekinesas veinteañeras que el sábado pasado se divertían en el Feng Bar, el principal punto de encuentro en la capital china para las lesbianas, a quienes llaman lalas.
"En Pekín hay bastantes bares para gays, pero las lesbianas apenas tenemos sitios para reunirnos", dice Lydia, de 27 años, editora en una revista de moda. Su inglés fluido y su elevado nivel de estudios delatan que proviene de una familia acomodada de Pekín, como muchas de las chicas que se divierten a su alrededor.
Frente a la entrada del Feng Bar hay aparcados BMW, Audis, Minis y modernos 4X4 japoneses, modelos de coche habituales en la zona del Estadio de los Trabajadores, junto a la zona diplomática, donde se concentran las discotecas y bares de la juventud pija de Pekín.
Una luce su melena oscura, suelta sobre los hombros, otra lleva el pelo corto, a lo chico. Una lleva un top ajustado y unos bonitos ojos rasgados, que brillan en la oscuridad gracias a las sombras de maquillaje; la otra lleva un pendiente en la oreja y una camiseta de algodón negra que disimula las suaves curvas de una mujer china.
Mientras la música pop suena a todo volumen, se dan un beso profundo en la boca y brindan después con dos botellas de Tsingtao, la cerveza más famosa de China. Son Pat y Lydia, nombres ingleses de esta pareja de homosexuales pekinesas veinteañeras que el sábado pasado se divertían en el Feng Bar, el principal punto de encuentro en la capital china para las lesbianas, a quienes llaman lalas.
"En Pekín hay bastantes bares para gays, pero las lesbianas apenas tenemos sitios para reunirnos", dice Lydia, de 27 años, editora en una revista de moda. Su inglés fluido y su elevado nivel de estudios delatan que proviene de una familia acomodada de Pekín, como muchas de las chicas que se divierten a su alrededor.
Frente a la entrada del Feng Bar hay aparcados BMW, Audis, Minis y modernos 4X4 japoneses, modelos de coche habituales en la zona del Estadio de los Trabajadores, junto a la zona diplomática, donde se concentran las discotecas y bares de la juventud pija de Pekín.
Identidad clandestina
"Mis padres no saben que soy lesbiana, no puedo decírselo", dice Lydia. "Ella tampoco", añade, mirando a Pat, su pareja desde hace dos semanas, mientras habla con un grupo de amigos heterosexuales que ha venido con ellas. Ser lesbiana sigue siendo un enorme tabú social en China, un país de sociedad conservadora y con un Gobierno que promueve la buena moral, basada en la familia y el matrimonio.
Aunque la homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad mental en China en 2001, sigue siendo "un símbolo contrario a la moral tradicional", dice Xu Bin, una ingeniera pekinesa de 36 años y fundadora de una de las primeras asociaciones de lesbianas de China: Tongyu, que significa "lenguaje común".
"Mis padres no saben que soy lesbiana, no puedo decírselo", dice Lydia. "Ella tampoco", añade, mirando a Pat, su pareja desde hace dos semanas, mientras habla con un grupo de amigos heterosexuales que ha venido con ellas. Ser lesbiana sigue siendo un enorme tabú social en China, un país de sociedad conservadora y con un Gobierno que promueve la buena moral, basada en la familia y el matrimonio.
Aunque la homosexualidad dejó de ser considerada una enfermedad mental en China en 2001, sigue siendo "un símbolo contrario a la moral tradicional", dice Xu Bin, una ingeniera pekinesa de 36 años y fundadora de una de las primeras asociaciones de lesbianas de China: Tongyu, que significa "lenguaje común".
No existen cifras oficiales sobre homosexualidad en China, pero el Ministerio de Sanidad estima que hay entre 5 y 10 millones de gays y entre 2 y 4 millones de lesbianas. La cifra puede ser hasta tres veces mayor, ya que la mayoría de los homosexuales no lo reconoce públicamente.
"Era urgente crear una red de apoyo para que las lesbianas pudieran compartir sus experiencias y se reconocieran como parte de la sociedad", dice Xu, recordando el momento en el que fundó Tongyu en 2004. Por aquel entonces China tenía alrededor de 50 organizaciones gays, la mayoría destinadas a la prevención del sida, pero ninguna para lalas.
"Era urgente crear una red de apoyo para que las lesbianas pudieran compartir sus experiencias y se reconocieran como parte de la sociedad", dice Xu, recordando el momento en el que fundó Tongyu en 2004. Por aquel entonces China tenía alrededor de 50 organizaciones gays, la mayoría destinadas a la prevención del sida, pero ninguna para lalas.
Los padres de Xu lo aceptan
Xu acababa de graduarse en Estados Unidos, donde tuvo su primer contacto con el activismo feminista y homosexual, y decidió poner en marcha Tongyu para fomentar la cooperación entre mujeres homosexuales, preparar campañas informativas y ofrecer ayuda legal o psicológica en China.
Xu no les cuenta nada de su trabajo a sus padres, quienes aceptan que su hija sea lesbiana, pero prefieren vivir de espaldas a ello. Tampoco les ha presentado a su novia, con la que comparte su piso en el norte de Pekín. "No les culpo. Pertenecen a otra generación", añade Xu, jugando con una banderita arco iris colocada en el lapicero de su despacho.
La influencia de los valores tradicionales en la cultura china y la escasa educación sexual en las escuelas públicas explican la poca aceptación social de los homosexuales en su país. Pero, según Xu, "la situación está mejorando gracias a la apertura política y al mayor acceso a la información con Internet".
Xu acababa de graduarse en Estados Unidos, donde tuvo su primer contacto con el activismo feminista y homosexual, y decidió poner en marcha Tongyu para fomentar la cooperación entre mujeres homosexuales, preparar campañas informativas y ofrecer ayuda legal o psicológica en China.
Xu no les cuenta nada de su trabajo a sus padres, quienes aceptan que su hija sea lesbiana, pero prefieren vivir de espaldas a ello. Tampoco les ha presentado a su novia, con la que comparte su piso en el norte de Pekín. "No les culpo. Pertenecen a otra generación", añade Xu, jugando con una banderita arco iris colocada en el lapicero de su despacho.
La influencia de los valores tradicionales en la cultura china y la escasa educación sexual en las escuelas públicas explican la poca aceptación social de los homosexuales en su país. Pero, según Xu, "la situación está mejorando gracias a la apertura política y al mayor acceso a la información con Internet".
Bares para homosexuales
En los últimos ocho años han abierto numerosos bares para homosexuales en Pekín, sobre todo para gays. El más conocido para las lesbianas es el Feng Bar (El Arce), fundado por una cantante homosexual de 28 años, Qiao Qiao.
En 2006, su canción Ai Bu Fen (El amor no discrimina), se convirtió en un éxito en Internet, la única vía para saltarse la censura oficial en un país donde cualquier referencia a la homosexualidad en la producción audiovisual y literaria, a excepción de la académica, está prohibida.
En los últimos ocho años han abierto numerosos bares para homosexuales en Pekín, sobre todo para gays. El más conocido para las lesbianas es el Feng Bar (El Arce), fundado por una cantante homosexual de 28 años, Qiao Qiao.
En 2006, su canción Ai Bu Fen (El amor no discrimina), se convirtió en un éxito en Internet, la única vía para saltarse la censura oficial en un país donde cualquier referencia a la homosexualidad en la producción audiovisual y literaria, a excepción de la académica, está prohibida.
Desprotección legal
"Los políticos tratan de proteger la buena moral", explica Xu. Sin embargo, esto no justifica que la ley china no proteja los derechos fundamentales de los L.G.B.T (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales). Una de las principales funciones de Tongyu es asesorar a las lesbianas discriminadas en casos de divorcio o despido laboral. "Muchas mujeres son despedidas sólo por ser lesbianas", explica Xu.
En China, los L.G.B.T también tienen dificultades para visitar a su pareja en la UCI del hospital, ya que la ley no reconoce ningún vínculo de parentesco o sentimental entre ellos y tienen prohibido donar sangre. "Esto no es justo para las lesbianas", dice Xu, alegando que sólo los hombres homosexuales son considerados un grupo de alto riesgo de contagio de sida a la hora de donar sangre.
"Cuando una mujer nos llama para contarnos problemas, le explicamos casos similares que han acabado bien, para que no se sientan solas", dice Xu. Tongyu también ofrece asistencia emocional a centenares de lesbianas obligadas a reprimir su homosexualidad por miedo al rechazo social, forzadas a casarse o víctimas de agresión doméstica.
Según un estudio realizado por Tongyu, una tercera parte de las lesbianas de China sufrió algún tipo de violencia por parte de sus maridos en 2007. La cifra se dispara entre las que han sufrido violencia o rechazo por parte de sus progenitores, algo que admite alrededor del 50% de las lesbianas.
"Es muy difícil ser lesbiana en la vida diaria", concluye Lydia, apurando su Tsingtao mientras dos parejas de mujeres bailan en la pista del Feng Bar, compitiendo por ver quién logra explotar más globos entre sus pechos.
"Los políticos tratan de proteger la buena moral", explica Xu. Sin embargo, esto no justifica que la ley china no proteja los derechos fundamentales de los L.G.B.T (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales). Una de las principales funciones de Tongyu es asesorar a las lesbianas discriminadas en casos de divorcio o despido laboral. "Muchas mujeres son despedidas sólo por ser lesbianas", explica Xu.
En China, los L.G.B.T también tienen dificultades para visitar a su pareja en la UCI del hospital, ya que la ley no reconoce ningún vínculo de parentesco o sentimental entre ellos y tienen prohibido donar sangre. "Esto no es justo para las lesbianas", dice Xu, alegando que sólo los hombres homosexuales son considerados un grupo de alto riesgo de contagio de sida a la hora de donar sangre.
"Cuando una mujer nos llama para contarnos problemas, le explicamos casos similares que han acabado bien, para que no se sientan solas", dice Xu. Tongyu también ofrece asistencia emocional a centenares de lesbianas obligadas a reprimir su homosexualidad por miedo al rechazo social, forzadas a casarse o víctimas de agresión doméstica.
Según un estudio realizado por Tongyu, una tercera parte de las lesbianas de China sufrió algún tipo de violencia por parte de sus maridos en 2007. La cifra se dispara entre las que han sufrido violencia o rechazo por parte de sus progenitores, algo que admite alrededor del 50% de las lesbianas.
"Es muy difícil ser lesbiana en la vida diaria", concluye Lydia, apurando su Tsingtao mientras dos parejas de mujeres bailan en la pista del Feng Bar, compitiendo por ver quién logra explotar más globos entre sus pechos.
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