Según algunos expertos, los orígenes de este colectivo se remontan al Imperio Mogol y sus antecedentes son los hombres castrados o eunucos que custodiaban los harenes de los emperadores. Wikipedia
La dura realidad de los transexuales, travestidos y eunucos en Pakistán
Sumidos en la pobreza y discriminados del mundo laboral, luchan por abrirse un espacio en la moralista sociedad islámica
Igor G. Barbero EFE
Los transexuales, eunucos y travestidos luchan por ocupar su espacio histórico en Pakistán pese a las habituales agresiones y discriminaciones que sufren en el país islámico, como la reciente detención y tortura de cinco personas.
El pasado 23 de enero, cinco "hijra" o "kushra", nombres autóctonos más usados para denominar este colectivo en Pakistán, fueron detenidos por la Policía cuando regresaban a su casa cercana a Islamabad, tras haber llevado a cabo una actuación de baile.
"Los detuvieron y golpearon mucho. Sólo por ser transexuales", se lamentó Miss Bobby, una popular "hijra" de la ciudad de Rawalpindi que preside la Asociación por los Derechos de los Transexuales de Pakistán.
"Convocamos protestas en Rawalpindi que fueron secundadas por cientos de personas", explicó Bobby, quien se felicitó por haber forzado al Gobierno provincial de Punjab (este) a suspender en el cargo a los tres oficiales de la Policía que perpetraron la agresión.
El pasado 23 de enero, cinco "hijra" o "kushra", nombres autóctonos más usados para denominar este colectivo en Pakistán, fueron detenidos por la Policía cuando regresaban a su casa cercana a Islamabad, tras haber llevado a cabo una actuación de baile.
"Los detuvieron y golpearon mucho. Sólo por ser transexuales", se lamentó Miss Bobby, una popular "hijra" de la ciudad de Rawalpindi que preside la Asociación por los Derechos de los Transexuales de Pakistán.
"Convocamos protestas en Rawalpindi que fueron secundadas por cientos de personas", explicó Bobby, quien se felicitó por haber forzado al Gobierno provincial de Punjab (este) a suspender en el cargo a los tres oficiales de la Policía que perpetraron la agresión.
Pobres, marginales y discriminados
Los "hijra" paquistaníes todavía tienen un largo camino por delante en un conservador país que carece de legislación sobre el cambio de sexo, y donde la comunidad transexual suscita demasiados recelos entre los abundantes "guardianes de la moral".
Los "hijra" paquistaníes todavía tienen un largo camino por delante en un conservador país que carece de legislación sobre el cambio de sexo, y donde la comunidad transexual suscita demasiados recelos entre los abundantes "guardianes de la moral".
Los "hijra" son tanto hombres que deciden castrarse y actuar como mujeres como transexuales convencionales, y también hay casos de personas que tienen desórdenes genéticos y nacen con órganos genitales mixtos.
Excluídos del mundo laboral por su identidad sexual y blanco fácil de enfermedades venéreas como el sida, algunas fuentes del colectivo mantienen que el tercer sexo cuenta con aproximadamente un millón de personas en Pakistán, con comunidades numerosas en grandes ciudades como Karachi (sur) o Lahore (este).
"Los hijra no son un misterio en Pakistán, sino que es frecuente encontrarlos por los núcleos urbanos protagonizando un comportamiento llamativo. Desafortunadamente, carecen, por norma general, de trabajos decentes. Nadie les presta mucha atención y sufren aislamiento y discriminación", observó la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, Asma Jehangir.
Para ganarse la vida, mendigan en semáforos o bazares, donde reciben propinas propiciadas por el temor a su supuesta capacidad para echar mal de ojo, o acuden a bodas y bautizos, donde sirven de entretenimiento a los invitados que no pueden costearse "verdaderas" bailarinas.
Finalmente, "muchos terminan en el mundo de la prostitución" como única alternativa para sobrevivir, abundó Jehangir.
"Los hijra no son un misterio en Pakistán, sino que es frecuente encontrarlos por los núcleos urbanos protagonizando un comportamiento llamativo. Desafortunadamente, carecen, por norma general, de trabajos decentes. Nadie les presta mucha atención y sufren aislamiento y discriminación", observó la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, Asma Jehangir.
Para ganarse la vida, mendigan en semáforos o bazares, donde reciben propinas propiciadas por el temor a su supuesta capacidad para echar mal de ojo, o acuden a bodas y bautizos, donde sirven de entretenimiento a los invitados que no pueden costearse "verdaderas" bailarinas.
Finalmente, "muchos terminan en el mundo de la prostitución" como única alternativa para sobrevivir, abundó Jehangir.
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