Escrito por: radial360 el 23 Jul 2008 - URL Permanente
La orientación sexual entre los humanos se define como un comportamiento, interacción y atracción erótica hacia individuos del sexo opuesto, y tienen como premisa básica, muy influenciada por factores sociales y religiosos, como la búsqueda en la multiplicación de la especie. El interés que puede mostrar un hombre, o mujer hacia su propio sexo, es considerado desde hace mucho tiempo como “Homosexualidad,” etimológicamente esta palabra es un híbrido del griego “Homo” que en realidad significa igual y a veces se confunde con el significado latino de “hombre”, lo que supone sugerir una relación carnal y sentimental entre personas similares, con frecuencia se usan los términos gay para referirse a los hombres con esta inclinación, y lesbianas para referirse a las mujeres que sienten atracción o aman a personas de su propio genero Desde 1973 la comunidad científica internacional considera que esta conducta no es una enfermedad, como había sido considerada por mucho tiempo. Es bueno destacar la situación legal y social de las personas que se autodenomina homosexual, esta varía mucho de un país a otro y frecuentemente continúa siendo objeto de polémicas, represión o discriminación.
El término que define la homosexualidad fue empleado por primera vez en 1869, desde entonces, esta inclinación tanto en el hombre, como en la mujer, se ha convertido en objeto de intenso estudio y debate: inicialmente catalogada como un trastorno o patología que debía ser tratada y curada, pero actualmente gracias a los avaneces en la medicina y la investigación en el campo de la sexología se han abierto caminos como forma integral necesaria para comprender tales fenómenos en la conducta humana, la biología, genética, e historia, además de la sicología, siquiatría y sexología, nos han permitido comprender mejor esta situación así como sus variaciones culturales en la identidad y prácticas eróticas de los seres humanos.
No se conocen las verdaderas causas que marcan la orientación sexual de una persona, aunque algunas teorías apuntan a que podría ser una repuesta innata, hay teorías en el papel que juegan las hormonas, o la herencia genética investigada por Simón Le Vay entre otros, por esta razón se trabaja en la búsqueda de información sobre las experiencias vividas por cada individuo durante el desarrollo en la infancia, los estereotipos en las relaciones con amigos, familiares y los padres, quienes podrían tener influencia en los cambios sexuales a temprana edad, marcado por el medio social, sugestión o ejemplos asimilados en edades hasta los 6 años.-
La psiquiatría incluyó inicialmente la homosexualidad entre los trastornos que podían y debían ser tratados clinicamente. Richard von Krafft-Ebing, uno de los padres de la psiquiatría moderna y a quien el propio Sigmund Freud reconocía como una autoridad, la consideró incluso una enfermedad degenerativa en su obra “Psicopatía Sexuales” escrito en 1886. Los trabajos científicos de Freud, tras la llegada del psicoanálisis dieron como resultado algunas posturas que consideraba patológicas no sólo las prácticas sino incluso la mera apariencia afeminada. Por ejemplo, en sus Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, Freud incluyó la homosexualidad entre las "perversiones" o "aberraciones sexuales", en sus propios términos, equiparados al fetichismo, así como las prácticas sádicas o masoquistas. A juicio de Freud, esto era consecuencia de una clara manifestación por falta de desarrollo sexual y psicológico que se traducía en la fijación de la persona en un comportamiento previo a la "madurez heterosexual"
Sin embargo, Freud posteriormente llegaría a reconsiderar su posición con el tiempo, hasta el punto de que en su conocida Carta a una madre americana, no dudó en afirmar que la homosexualidad "no era un vicio, ni un signo de degeneración, y no podía clasificarse como enfermedad", Señaló que perseguir la homosexualidad era una "gran injusticia y una crueldad", y que el análisis a lo sumo serviría para devolver la armonía a una persona si se sentía infeliz o neurotica, independientemente de si era homosexual o no.
Psicoanalistas como Alfred Adler y Carl Gustav Jung, en discordancia con Freud, se pronunciaron de manera más estricta. Los posteriores psicoanalistas no sólo modificaron estos juicios, sino que los acentuaron a la vez que aplicaban la terapia reparativa. Por ejemplo, en los años cuarenta Sandor Rado afirmó que la homosexualidad era un trastorno hacia las personas del sexo opuesto, por lo que se consideró susceptible ser tratada como otras sintomatologías similares. Ya en los años sesenta Irving Bieber y otros psiquiatras, partiendo del análisis derivado de la experiencia de trabajar con un considerable número de homosexuales, afirmaron que esta conducta era un trastorno psicológico derivado de relaciones familiares traumaticas durante el período edípico. En esa misma década, Charles Socarides defendía, por el contrario, la tesis de que la homosexualidad se originaba en una época pre-edípica y que, por lo tanto, resultaba mucho más patológica de lo que se había pensado hasta entonces. Socarides es considerado una figura cuestionable dentro del movimiento gay. La posterior revisión y negación de esos juicios médicos de científicos como el doctor Alfred C. Kinsey, cuyas tesis fueron severamente criticadas por la ciencia psiquiátrica de aquel entonces.
Así, posteriormente los estudios científicos realizados por Kinsey concluyeron que, analizados tanto el comportamiento como la identidad, la mayor parte de la población parece tener por lo menos alguna tendencia bisexual (atracción hacia personas tanto de uno como de otro sexo), aunque ordinariamente se prefiere un sexo, Kinsey y sus estudiantes consideraron que sólo una minoría del 10% sostenía una tendencia completamente heterosexual. De la misma manera, sólo una minoría aún más pequeña al 5% podia considerarse completamente bisexual. Estudios ulteriores han querido demostrar que el informe de Kinsey había exagerado la prevalencia de la bisexualidad en la población; pero todavía su idea goza de una gran aceptación.
Algunos pensadores en estudios sobre este tema, siendo más famoso el filósofo francés Michel Foucault (aunque algunos hayan argumentado que sus ideas sobre esta materia han sufrido distorsión), atacan la idea que identidades sexuales tales como la homosexualidad, la heterosexualidad o la bisexualidad tengan cualquier existencia objetiva. Dicen, en su lugar, que son construcciones sociales. Este punto de vista teórico se llama teoría queer. Un argumento frecuente es que la homosexualidad pre moderna era diferente de la moderna, pues estaba estructurada por edad, sexo o por clase social, en lugar de ser igualitaria. Los críticos contestan que, aunque la homosexualidad de épocas distintas haya tenido rasgos distintos, el fenómeno básico ha existido siempre y no es una creación de la sociedad actual.
Una de las últimas teorías propuestas para la homosexualidad se basa en la llamada selección social. Propuesta por la profesora de biologia de la Universidad de Stamford Joan Roughgarden, esta teoría se enfrenta a la teoría de Darwin. Básicamente niega la reducción de la diversidad a dos sexos, uno masculino agresivo y otro femenino sumiso. Citando numerosos ejemplos del reino animal y de culturas distintas a la occidental, mostrando que la naturaleza y las diferentes sociedades ofrecen soluciones sorprendentes a la sexualidad: peces con varios tipos diferentes de machos o cuyos componentes cambian de sexo en caso de necesidad; mamíferos que tienen a la vez órganos reproductores masculinos y femeninos. En el caso de la biología humana, afirma que la existencia de homosexuales, transexuales y hermafroditas no es más que una variación natural que se integra perfectamente en la diversidad mostrada por los demás animales. La expresión humana de esta diversidad se encontraría en comunidades muy diversas.
Las personas que generalmente tienen una orientación heterosexual pueden sentir deseos leves u ocasionales hacia personas del mismo sexo, del mismo modo que aquellos que generalmente tienen una orientación homosexual pueden sentir deseos leves u ocasionales hacia personas del sexo opuesto.
Hay personas con orientación homosexual que, por las condiciones de intolerancia y violencia o de difícil acceso a otras personas del mismo sexo, mantienen relaciones heterosexuales. La represión, la homofobia y la postura de la mayor parte de las religiones obliga a los homosexuales a esconder su orientación fingiendo ante la sociedad ser heterosexual, sin embargo, autores como el doctor Joseph Nicolosi refieren que, si muchos homosexuales ocultan su orientación erótica, no se debe tanto a la represión social, que no se niega como factor determinante, sino a que tal inclinación en sí misma representa para quien la experimenta, una condición de incompatibilidad tanto a las bases sociales establecidas como a su particular sistema de valores morales, es decir, que existe un conflicto entre lo que se es y lo que se quiere, ser según la educación familiar que se haya dado, así como a ciertos grados de desorden en la identidad sexual.
La actividad sexual con una persona del mismo sexo no se debe considerar necesariamente homosexualidad como tal, sino un comportamiento que no todos los que desean a personas del mismo sexo se identifican como homosexuales o bisexuales. Algunos tienen relaciones eróticas a menudo con personas del mismo sexo pero son y se definen como heterosexuales. Es entonces importante distinguir entre comportamiento, deseo e identidad homosexual, los cuales no siempre coinciden. Por ejemplo, en algunos sitios segregados por sexo pueden aparecer relaciones homosexuales "clandestinas", aunque el comportamiento sea heterosexual fuera de allí. Lo mismo puede ocurrir por razones económicas o ajenas a la voluntad.
El informe Kinsey informaba que un 37 por ciento de los varones estadounidenses admitían que habían experimentado un orgasmo al tener contacto íntimo con otro de su mismo sexo. La mayor parte de los estudios al azar efectuados en los Estados Unidos y en Europa occidental estiman que alrededor del 18 por ciento de los hombres y las mujeres admiten haber tenido alguna experiencia homosexual, y que alrededor del 12 por ciento admiten su preferencia por experiencias exclusivamente con su mismo sexo. Un 10 por ciento busca otras alternativas en juegos fantasiosos de esclavitud o masoquismo, para lograr su satisfacción erótica.- César Eduardo Álvarez R.
El término que define la homosexualidad fue empleado por primera vez en 1869, desde entonces, esta inclinación tanto en el hombre, como en la mujer, se ha convertido en objeto de intenso estudio y debate: inicialmente catalogada como un trastorno o patología que debía ser tratada y curada, pero actualmente gracias a los avaneces en la medicina y la investigación en el campo de la sexología se han abierto caminos como forma integral necesaria para comprender tales fenómenos en la conducta humana, la biología, genética, e historia, además de la sicología, siquiatría y sexología, nos han permitido comprender mejor esta situación así como sus variaciones culturales en la identidad y prácticas eróticas de los seres humanos.
No se conocen las verdaderas causas que marcan la orientación sexual de una persona, aunque algunas teorías apuntan a que podría ser una repuesta innata, hay teorías en el papel que juegan las hormonas, o la herencia genética investigada por Simón Le Vay entre otros, por esta razón se trabaja en la búsqueda de información sobre las experiencias vividas por cada individuo durante el desarrollo en la infancia, los estereotipos en las relaciones con amigos, familiares y los padres, quienes podrían tener influencia en los cambios sexuales a temprana edad, marcado por el medio social, sugestión o ejemplos asimilados en edades hasta los 6 años.-
La psiquiatría incluyó inicialmente la homosexualidad entre los trastornos que podían y debían ser tratados clinicamente. Richard von Krafft-Ebing, uno de los padres de la psiquiatría moderna y a quien el propio Sigmund Freud reconocía como una autoridad, la consideró incluso una enfermedad degenerativa en su obra “Psicopatía Sexuales” escrito en 1886. Los trabajos científicos de Freud, tras la llegada del psicoanálisis dieron como resultado algunas posturas que consideraba patológicas no sólo las prácticas sino incluso la mera apariencia afeminada. Por ejemplo, en sus Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, Freud incluyó la homosexualidad entre las "perversiones" o "aberraciones sexuales", en sus propios términos, equiparados al fetichismo, así como las prácticas sádicas o masoquistas. A juicio de Freud, esto era consecuencia de una clara manifestación por falta de desarrollo sexual y psicológico que se traducía en la fijación de la persona en un comportamiento previo a la "madurez heterosexual"
Sin embargo, Freud posteriormente llegaría a reconsiderar su posición con el tiempo, hasta el punto de que en su conocida Carta a una madre americana, no dudó en afirmar que la homosexualidad "no era un vicio, ni un signo de degeneración, y no podía clasificarse como enfermedad", Señaló que perseguir la homosexualidad era una "gran injusticia y una crueldad", y que el análisis a lo sumo serviría para devolver la armonía a una persona si se sentía infeliz o neurotica, independientemente de si era homosexual o no.
Psicoanalistas como Alfred Adler y Carl Gustav Jung, en discordancia con Freud, se pronunciaron de manera más estricta. Los posteriores psicoanalistas no sólo modificaron estos juicios, sino que los acentuaron a la vez que aplicaban la terapia reparativa. Por ejemplo, en los años cuarenta Sandor Rado afirmó que la homosexualidad era un trastorno hacia las personas del sexo opuesto, por lo que se consideró susceptible ser tratada como otras sintomatologías similares. Ya en los años sesenta Irving Bieber y otros psiquiatras, partiendo del análisis derivado de la experiencia de trabajar con un considerable número de homosexuales, afirmaron que esta conducta era un trastorno psicológico derivado de relaciones familiares traumaticas durante el período edípico. En esa misma década, Charles Socarides defendía, por el contrario, la tesis de que la homosexualidad se originaba en una época pre-edípica y que, por lo tanto, resultaba mucho más patológica de lo que se había pensado hasta entonces. Socarides es considerado una figura cuestionable dentro del movimiento gay. La posterior revisión y negación de esos juicios médicos de científicos como el doctor Alfred C. Kinsey, cuyas tesis fueron severamente criticadas por la ciencia psiquiátrica de aquel entonces.
Así, posteriormente los estudios científicos realizados por Kinsey concluyeron que, analizados tanto el comportamiento como la identidad, la mayor parte de la población parece tener por lo menos alguna tendencia bisexual (atracción hacia personas tanto de uno como de otro sexo), aunque ordinariamente se prefiere un sexo, Kinsey y sus estudiantes consideraron que sólo una minoría del 10% sostenía una tendencia completamente heterosexual. De la misma manera, sólo una minoría aún más pequeña al 5% podia considerarse completamente bisexual. Estudios ulteriores han querido demostrar que el informe de Kinsey había exagerado la prevalencia de la bisexualidad en la población; pero todavía su idea goza de una gran aceptación.
Algunos pensadores en estudios sobre este tema, siendo más famoso el filósofo francés Michel Foucault (aunque algunos hayan argumentado que sus ideas sobre esta materia han sufrido distorsión), atacan la idea que identidades sexuales tales como la homosexualidad, la heterosexualidad o la bisexualidad tengan cualquier existencia objetiva. Dicen, en su lugar, que son construcciones sociales. Este punto de vista teórico se llama teoría queer. Un argumento frecuente es que la homosexualidad pre moderna era diferente de la moderna, pues estaba estructurada por edad, sexo o por clase social, en lugar de ser igualitaria. Los críticos contestan que, aunque la homosexualidad de épocas distintas haya tenido rasgos distintos, el fenómeno básico ha existido siempre y no es una creación de la sociedad actual.
Una de las últimas teorías propuestas para la homosexualidad se basa en la llamada selección social. Propuesta por la profesora de biologia de la Universidad de Stamford Joan Roughgarden, esta teoría se enfrenta a la teoría de Darwin. Básicamente niega la reducción de la diversidad a dos sexos, uno masculino agresivo y otro femenino sumiso. Citando numerosos ejemplos del reino animal y de culturas distintas a la occidental, mostrando que la naturaleza y las diferentes sociedades ofrecen soluciones sorprendentes a la sexualidad: peces con varios tipos diferentes de machos o cuyos componentes cambian de sexo en caso de necesidad; mamíferos que tienen a la vez órganos reproductores masculinos y femeninos. En el caso de la biología humana, afirma que la existencia de homosexuales, transexuales y hermafroditas no es más que una variación natural que se integra perfectamente en la diversidad mostrada por los demás animales. La expresión humana de esta diversidad se encontraría en comunidades muy diversas.
Las personas que generalmente tienen una orientación heterosexual pueden sentir deseos leves u ocasionales hacia personas del mismo sexo, del mismo modo que aquellos que generalmente tienen una orientación homosexual pueden sentir deseos leves u ocasionales hacia personas del sexo opuesto.
Hay personas con orientación homosexual que, por las condiciones de intolerancia y violencia o de difícil acceso a otras personas del mismo sexo, mantienen relaciones heterosexuales. La represión, la homofobia y la postura de la mayor parte de las religiones obliga a los homosexuales a esconder su orientación fingiendo ante la sociedad ser heterosexual, sin embargo, autores como el doctor Joseph Nicolosi refieren que, si muchos homosexuales ocultan su orientación erótica, no se debe tanto a la represión social, que no se niega como factor determinante, sino a que tal inclinación en sí misma representa para quien la experimenta, una condición de incompatibilidad tanto a las bases sociales establecidas como a su particular sistema de valores morales, es decir, que existe un conflicto entre lo que se es y lo que se quiere, ser según la educación familiar que se haya dado, así como a ciertos grados de desorden en la identidad sexual.
La actividad sexual con una persona del mismo sexo no se debe considerar necesariamente homosexualidad como tal, sino un comportamiento que no todos los que desean a personas del mismo sexo se identifican como homosexuales o bisexuales. Algunos tienen relaciones eróticas a menudo con personas del mismo sexo pero son y se definen como heterosexuales. Es entonces importante distinguir entre comportamiento, deseo e identidad homosexual, los cuales no siempre coinciden. Por ejemplo, en algunos sitios segregados por sexo pueden aparecer relaciones homosexuales "clandestinas", aunque el comportamiento sea heterosexual fuera de allí. Lo mismo puede ocurrir por razones económicas o ajenas a la voluntad.
El informe Kinsey informaba que un 37 por ciento de los varones estadounidenses admitían que habían experimentado un orgasmo al tener contacto íntimo con otro de su mismo sexo. La mayor parte de los estudios al azar efectuados en los Estados Unidos y en Europa occidental estiman que alrededor del 18 por ciento de los hombres y las mujeres admiten haber tenido alguna experiencia homosexual, y que alrededor del 12 por ciento admiten su preferencia por experiencias exclusivamente con su mismo sexo. Un 10 por ciento busca otras alternativas en juegos fantasiosos de esclavitud o masoquismo, para lograr su satisfacción erótica.- César Eduardo Álvarez R.
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