Tras leer el título de esta carta, probablemente muchos recordareis, extrañados y confundidos, aquella noticia que hace pocas semanas proclamaba, tras las últimas elecciones autonómicas de Mayo, la rotunda e incontestable victoria electoral de Esperanza Aguirre en el barrio de Chueca. La noticia, cuidadosamente elaborada, era presentada con todo lujo de detalles en el blog de un personaje que dice de sí mismo ser un homosexual de derechas ideológicamente afín al Partido Popular.
Como parecía previsible, la noticia era rápidamente amplificada por las huestes derechistas a lo largo y ancho del ciberespacio, con la eficacia y repercusión mediática que les caracteriza. Habituales incondicionales de los medios de la caverna de repente se hacían eco, y compartían con alborozo, las supuestas preferencias electorales del colectivo gay.
La lectura que hacían de la noticia era, además de previsible, rotunda, clara e inapelable. ¡¡Los gays habían dado la espalda a ZP!! El poderoso establishment rosa, ese oscuro y avaricioso lobby liderado por Zerolo y compañía, aliado incuestionable de rojos y separatistas, tenía sus horas contadas cuando hasta los mismos gays de Chueca le daban la espalda de forma ostensible. Hartos de la indecente manipulación zapateril, los gays más gays de todos los gays se apuntaban con entusiasmo a la noble causa de la España verdadera, la España de las personas normales y decentes, la España que sueña con Esperanza.
En cualquier caso, tras el primer impacto emocional, sobre todo en aquellos que tenemos cierta sensibilidad política de izquierdas, llegaba la hora del análisis de los datos. Y lo cierto es que ni los más fríos podíamos albergar dudas de que efectivamente, en el barrio de Chueca, Esperanza Aguirre se había impuesto con claridad a la izquierda. “Incluso con más apoyo que en el resto de Madrid” extendían como la pólvora, sin pudor alguno, los ciberactivistas del aguirrismo…Y aunque no se pueda establecer, como tan equivocadamente se suele, que la población del barrio de Chueca sea mayoritariamente gay, ni siquiera que ese barrio albergue mayor proporción de población gay o lésbica que cualquier otro, a la noticia no se le podía negar valor simbólico. No en vano muchos gays y muchas lesbianas visibles que vivimos en Madrid o que nos visitan sí frecuentamos sus animados comercios, terrazas o locales de ocio.
Es verdad que, siendo rigurosos, se podrían poner algunas pegas a los límites geográficos que el susodicho blog establecía a la zona de ocio gay por excelencia de Madrid. Límites algo generosos, que incluían, por ejemplo, el Palacio de Buenavista, en la Plaza de Cibeles (sede del Cuartel General del Ejército), o calles vecinas de rancio abolengo burgués, como Conde de Xiquena, Prim, Fernando VI, Bárbara de Braganza o el mismísimo paseo de Recoletos. Claro que, al fin y al cabo, el barrio de Chueca carece de límites oficiales. Se trata de una denominación popular, referida a un área enclavada en el corazón de una división administrativa mayor, esa sí oficial, el denominado “barrio de Justicia”. Decidir donde empieza o donde acaba Chueca es, por tanto, una cuestión subjetiva. Y la victoria aguirrista, a la luz de los datos que nos proporcionaban, era tan clara, tan rotunda, que ni siquiera esas pequeñas objeciones variaban sustancialmente su impacto. ¿Qué más daba tres manzanas más arriba o más abajo? Nada se podía objetar tampoco a la aritmética de las cifras electorales, pulcra y elegantemente presentada.
Así transcurría el mes de Agosto cuando Nazareno, habitual de dos manzanas, me recordaba hasta donde es capaz de llegar la derecha de este país a la hora de manipular datos, y me ponía en la pista del monumental engaño. Friki de los datos estadísticos, le bastó cotejar el recuento de mesas detallado en el mencionado blog con la cartografía del Ayuntamiento de Madrid para descubrir que las mesas mencionadas como pertenecientes al barrio de Chueca se extendían a lo largo y ancho del centro de Madrid, desbordando la más generosa de las definiciones que uno pueda encontrar del barrio gay. De repente, Chueca se extendía hasta la calle Génova, incluyendo lugares tan poco sospechosos de “homosexualismo” como la Plaza de la Villa de Paris, donde tienen su domicilio tan nobles instituciones como la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo, o la Plaza de Santa Bárbara, epicentro de una de las zonas de copas preferidas por la adolescencia “bien” heterosexual (comúnmente conocida como Alonso Martínez). Pero más sorprendente incluso resultaba ver que, por el sur, Chueca se adentraba hasta los mismísimos barrios de Sol y Ópera, incorporando lugares tan alejados como la Plaza de Santo Domingo, la del Carmen o la calle Preciados…
En un primer momento, no cabía en mí de gozo. ¡Estaba encantado de gozar de un barrio de ocio gay tan extenso! Pero, tras unos minutos de reflexión, y lamentándolo mucho, tenía que admitir que la idea no dejaba de ser una agradable fantasía futurista… Ilusionaba, eso sí, la inclusión en Chueca del Cuartel General del Ejército (aunque no sé si todos los fornidos muchachotes que allí defienden la sagrada unidad de la patria lo compartirían). Ahora bien, incorporar a la causa gay al Monasterio de las Descalzas parecía excesivo. Es cierto que no pocos gays hemos disfrutado de la parte visitable de tan histórico edificio (recomiendo su visita a todos aquellos que no lo conozcan: está situado en la Plaza de las Descalzas, a pocos metros de la Puerta del Sol). Pero dudo mucho que las monjitas clarisas que habitan entre sus muros vean con buenos ojos el que sus votos sean utilizados para interpretar tan favorablemente las supuestas inclinaciones electorales de la población gay… ¿o más bien lésbica, en este caso?
No, esto parecía ir más allá de una simple fantasía. Algo olía a podrido por el ala derecha…como de costumbre. Seamos serios. Un análisis no sesgado y desapasionado del hipotético voto del “barrio rosa”, sobre todo cuando dicho barrio se ha abierto paso contra viento y marea en un entorno urbano conservador, pasa por el establecimiento de unos criterios rigurosos. Al fin y al cabo, si tan firme es la victoria pepera en Chueca, si tan seguros estaban los “cocineros” de la noticia del apoyo de gays y lesbianas madrileños a Esperanza Aguirre, no creo que ser más exigente en el establecimiento de los límites electorales de Chueca pudiera inquietarles. Más bien al contrario: reforzaría su tesis.
Además, es un análisis sencillo de realizar: existe un consenso generalizado en que la “Chueca gay” es un área relativamente bien definida, que se extiende desde la calle Fuencarral (al oeste) hasta la Gran Vía (al sur), la calle Barquillo (al este) y una zona, algo difusa, cercana ya a la calle Fernando VI (al norte), zona ésta donde se da un abrupto (y a veces peligroso) solapamiento con Alonso Martínez, zona de ocio adolescente heterosexual por antonomasia. Pues bien, esa Chueca gay se distribuye en 7 mesas electorales, enclavadas dentro del barrio administrativo de Justicia: las mesas 74, 75, 76, 77, 79 (A y B) y 81.
Ver mapas aquí (versión en pdf):
Los resultados que arrojaron estas mesas son los siguientes:
Derecha (PP): 1.674 votos (47’90 %)Izquierda (PSOE+IU): 1.694 votos (48’47 %)
¡¡Sorpresa mayúscula!! Resulta que la izquierda plural ganó a la derecha aguirrista en la Chueca gay. Por una distancia muy corta, sin duda… Pero ganó. Una victoria difícil, por la mínima, de una izquierda madrileña dividida, con escaso carisma de sus candidatos y nulos apoyos mediáticos, frente a la incansable Esperanza y su ejército de voceros. Pero quizá por eso más destacable.
Ni siquiera sumando al PP la decena de votos conseguidos por el resto de partidos de la derecha, minoritarios pero opuestos igualmente a la igualdad jurídica de nuestras familias con las familias heterosexuales (La Falange, Falange Española de las JONS, Democracia Nacional y Alternativa Española) la derecha inclinaría la balanza de su lado.
Sin embargo, un dato todavía más afinado, y en mi opinión mucho más interesante, destacaba al observar mesa por mesa los resultados: el triunfo de la izquierda por tan estrecho margen se hace mucho más acusado conforme nos acercamos al epicentro gay del barrio, el cuadrilátero delimitado por las calles Hortaleza, Infantas, Barbieri y Augusto Figueroa. Esas entrañables manzanas, corazón arco iris de la capital, que albergan lugares tan emblemáticos como la Plaza Vázquez de Mella (el escenario urbano más grande y masivo de las fiestas del Orgullo) o el bar HOT (corazón espiritual del movimiento osuno español). La Chueca gay en estado puro, indiscutible, sin maquillajes ni componendas. Zona que se corresponde exactamente con la mesa 76, y que ¿sorprendentemente? arrojó los siguientes resultados:
Derecha (PP): 239 votos (40’85 %)Izquierda (PSOE+IU): 328 votos (56’07 %)
Es decir, allí la izquierda aventajó al PP ¡en más de 15 puntos!
Este comportamiento electoral es especialmente significativo, más que por la diferencia en sí de porcentaje, por lo singular que resulta. Como demuestran las propias cifras del blog derechista, basta hacer crecer artificialmente el “barrio de Chueca” en círculos concéntricos para que la progresiva acumulación de votos del PP haga que la media se incline definitivamente hacia la derecha. Sin embargo, las escasas manzanas de la Chueca gay permanecen como una isla progresista en medio de un océano de votos derechistas.
No quisiera abrumaros con más cifras, pero no me resisto a comentar, antes de terminar, otro dato relevante: si se comparan estos resultados con los obtenidos por las mismas formaciones políticas en las elecciones autonómicas de 2003 (momento álgido del aznarismo más salvaje) comprobamos que la lista encabezada por Esperanza Aguirre alcanzó entonces 1772 votos (el 49’79 %), mientras que la suma de votos de PSOE e IU ascendió únicamente a 1652 votos (el 46’42 %). Es decir, la evolución entre las dos convocatorias electorales ha seguido en Chueca exactamente el camino inverso al del resto de Madrid. Mientras que a nivel global, en todos los demás lugares, nadie puede negarle a Esperanza un notable avance en votos y porcentaje, en Chueca retrocedió de forma significativa, hasta convertir una ventaja de más de tres puntos en una diferencia a favor de los partidos de izquierda de medio punto.
Podríamos argumentar que la posible presencia de un voto gay ligeramente mayor al de la media (circunstancia no demostrada hasta el momento) es el factor que explicaría esa diferencia. Podríamos también hipotetizar, quizá con mayor fundamento, que la mayor visibilidad de gays y lesbianas es la que lleva a los habitantes del barrio de Chueca, independientemente de su orientación afectiva, a inclinarse por apoyar a los partidos que apoyan la lucha contra la discriminación de nuestro colectivo frente a los que apoyan su mantenimiento, recurriendo a la agitación callejera, al Tribunal Constitucional o a las hojas parroquiales. Pero no lo vamos a hacer. Dejamos esa interpretación para los sociólogos. Nosotros nos limitamos a desmontar una simple manipulación. Esperanza Aguirre no derrotó a la izquierda en Chueca. Punto.
Porque esa es la auténtica razón que me ha movido a escribir esta carta. Si os soy sincero, poco me importa lo que los habitantes de Chueca hayan o no votado. Es más, en circunstancias normales, me parecería una discusión pueril. Soy gay, llevo una vida plena como gay, pero ni vivo en Chueca, ni espero hacerlo nunca. Tampoco ninguno de los gays o lesbianas que conozco y viven en esta bendita ciudad lo hacen. Están repartidos por Arganzuela, Lavapiés, Alcorcón, Alcobendas, Ventas, Ciudad Lineal…
Pero eso es lo de menos. El verdadero motivo de mi carta es, pura y simplemente, hacer evidente una mentira. Otra más. Mejor dicho, una manipulación, la forma de mentira más perfecta y refinada. Y es que mentira y manipulación se han instalado hoy día entre nosotros como forma de hacer política. Política barriobajera, de alcantarilla, de mensaje corto y contundente sin importar lo más mínimo su veracidad; pero de alcance ilimitado, especialmente a través de la red. Una forma de hacer política que, en estos tiempos en los que ya nadie se entretiene en separar la paja del grano, puede cosechar éxitos inesperados. Mentira y manipulación para dividirnos, para confundirnos, para engañarnos… o para desengañarnos. Mentira y manipulación para vendernos lo que sea: gato por liebre, lobo por cordero, ultraconservador por liberal, derechista por izquierdista alternativo… tanto da. En definitiva, homófobo por homófilo.
Sólo de nosotros, gays y lesbianas, de la firmeza de nuestras convicciones y de la claridad de nuestras ideas, depende que seamos capaces de desmontar una a una las mentiras y manipulaciones de nuestros enemigos sobre el tema LGBT. No esperemos que nadie venga a sacarnos las castañas del fuego: el miedo a quemarse es poderoso. Y la derecha, que con sus múltiples disfraces agita las brasas a la perfección, lo sabe.
Besos y abrazos,Flick.
PD: Gracias miles a Nazareno, sin cuyo inagotable aporte de datos (la mayoría han quedado en el tintero) esta carta no hubiera sido posible.
La lectura que hacían de la noticia era, además de previsible, rotunda, clara e inapelable. ¡¡Los gays habían dado la espalda a ZP!! El poderoso establishment rosa, ese oscuro y avaricioso lobby liderado por Zerolo y compañía, aliado incuestionable de rojos y separatistas, tenía sus horas contadas cuando hasta los mismos gays de Chueca le daban la espalda de forma ostensible. Hartos de la indecente manipulación zapateril, los gays más gays de todos los gays se apuntaban con entusiasmo a la noble causa de la España verdadera, la España de las personas normales y decentes, la España que sueña con Esperanza.
En cualquier caso, tras el primer impacto emocional, sobre todo en aquellos que tenemos cierta sensibilidad política de izquierdas, llegaba la hora del análisis de los datos. Y lo cierto es que ni los más fríos podíamos albergar dudas de que efectivamente, en el barrio de Chueca, Esperanza Aguirre se había impuesto con claridad a la izquierda. “Incluso con más apoyo que en el resto de Madrid” extendían como la pólvora, sin pudor alguno, los ciberactivistas del aguirrismo…Y aunque no se pueda establecer, como tan equivocadamente se suele, que la población del barrio de Chueca sea mayoritariamente gay, ni siquiera que ese barrio albergue mayor proporción de población gay o lésbica que cualquier otro, a la noticia no se le podía negar valor simbólico. No en vano muchos gays y muchas lesbianas visibles que vivimos en Madrid o que nos visitan sí frecuentamos sus animados comercios, terrazas o locales de ocio.
Es verdad que, siendo rigurosos, se podrían poner algunas pegas a los límites geográficos que el susodicho blog establecía a la zona de ocio gay por excelencia de Madrid. Límites algo generosos, que incluían, por ejemplo, el Palacio de Buenavista, en la Plaza de Cibeles (sede del Cuartel General del Ejército), o calles vecinas de rancio abolengo burgués, como Conde de Xiquena, Prim, Fernando VI, Bárbara de Braganza o el mismísimo paseo de Recoletos. Claro que, al fin y al cabo, el barrio de Chueca carece de límites oficiales. Se trata de una denominación popular, referida a un área enclavada en el corazón de una división administrativa mayor, esa sí oficial, el denominado “barrio de Justicia”. Decidir donde empieza o donde acaba Chueca es, por tanto, una cuestión subjetiva. Y la victoria aguirrista, a la luz de los datos que nos proporcionaban, era tan clara, tan rotunda, que ni siquiera esas pequeñas objeciones variaban sustancialmente su impacto. ¿Qué más daba tres manzanas más arriba o más abajo? Nada se podía objetar tampoco a la aritmética de las cifras electorales, pulcra y elegantemente presentada.
Así transcurría el mes de Agosto cuando Nazareno, habitual de dos manzanas, me recordaba hasta donde es capaz de llegar la derecha de este país a la hora de manipular datos, y me ponía en la pista del monumental engaño. Friki de los datos estadísticos, le bastó cotejar el recuento de mesas detallado en el mencionado blog con la cartografía del Ayuntamiento de Madrid para descubrir que las mesas mencionadas como pertenecientes al barrio de Chueca se extendían a lo largo y ancho del centro de Madrid, desbordando la más generosa de las definiciones que uno pueda encontrar del barrio gay. De repente, Chueca se extendía hasta la calle Génova, incluyendo lugares tan poco sospechosos de “homosexualismo” como la Plaza de la Villa de Paris, donde tienen su domicilio tan nobles instituciones como la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo, o la Plaza de Santa Bárbara, epicentro de una de las zonas de copas preferidas por la adolescencia “bien” heterosexual (comúnmente conocida como Alonso Martínez). Pero más sorprendente incluso resultaba ver que, por el sur, Chueca se adentraba hasta los mismísimos barrios de Sol y Ópera, incorporando lugares tan alejados como la Plaza de Santo Domingo, la del Carmen o la calle Preciados…
En un primer momento, no cabía en mí de gozo. ¡Estaba encantado de gozar de un barrio de ocio gay tan extenso! Pero, tras unos minutos de reflexión, y lamentándolo mucho, tenía que admitir que la idea no dejaba de ser una agradable fantasía futurista… Ilusionaba, eso sí, la inclusión en Chueca del Cuartel General del Ejército (aunque no sé si todos los fornidos muchachotes que allí defienden la sagrada unidad de la patria lo compartirían). Ahora bien, incorporar a la causa gay al Monasterio de las Descalzas parecía excesivo. Es cierto que no pocos gays hemos disfrutado de la parte visitable de tan histórico edificio (recomiendo su visita a todos aquellos que no lo conozcan: está situado en la Plaza de las Descalzas, a pocos metros de la Puerta del Sol). Pero dudo mucho que las monjitas clarisas que habitan entre sus muros vean con buenos ojos el que sus votos sean utilizados para interpretar tan favorablemente las supuestas inclinaciones electorales de la población gay… ¿o más bien lésbica, en este caso?
No, esto parecía ir más allá de una simple fantasía. Algo olía a podrido por el ala derecha…como de costumbre. Seamos serios. Un análisis no sesgado y desapasionado del hipotético voto del “barrio rosa”, sobre todo cuando dicho barrio se ha abierto paso contra viento y marea en un entorno urbano conservador, pasa por el establecimiento de unos criterios rigurosos. Al fin y al cabo, si tan firme es la victoria pepera en Chueca, si tan seguros estaban los “cocineros” de la noticia del apoyo de gays y lesbianas madrileños a Esperanza Aguirre, no creo que ser más exigente en el establecimiento de los límites electorales de Chueca pudiera inquietarles. Más bien al contrario: reforzaría su tesis.
Además, es un análisis sencillo de realizar: existe un consenso generalizado en que la “Chueca gay” es un área relativamente bien definida, que se extiende desde la calle Fuencarral (al oeste) hasta la Gran Vía (al sur), la calle Barquillo (al este) y una zona, algo difusa, cercana ya a la calle Fernando VI (al norte), zona ésta donde se da un abrupto (y a veces peligroso) solapamiento con Alonso Martínez, zona de ocio adolescente heterosexual por antonomasia. Pues bien, esa Chueca gay se distribuye en 7 mesas electorales, enclavadas dentro del barrio administrativo de Justicia: las mesas 74, 75, 76, 77, 79 (A y B) y 81.
Ver mapas aquí (versión en pdf):
Los resultados que arrojaron estas mesas son los siguientes:
Derecha (PP): 1.674 votos (47’90 %)Izquierda (PSOE+IU): 1.694 votos (48’47 %)
¡¡Sorpresa mayúscula!! Resulta que la izquierda plural ganó a la derecha aguirrista en la Chueca gay. Por una distancia muy corta, sin duda… Pero ganó. Una victoria difícil, por la mínima, de una izquierda madrileña dividida, con escaso carisma de sus candidatos y nulos apoyos mediáticos, frente a la incansable Esperanza y su ejército de voceros. Pero quizá por eso más destacable.
Ni siquiera sumando al PP la decena de votos conseguidos por el resto de partidos de la derecha, minoritarios pero opuestos igualmente a la igualdad jurídica de nuestras familias con las familias heterosexuales (La Falange, Falange Española de las JONS, Democracia Nacional y Alternativa Española) la derecha inclinaría la balanza de su lado.
Sin embargo, un dato todavía más afinado, y en mi opinión mucho más interesante, destacaba al observar mesa por mesa los resultados: el triunfo de la izquierda por tan estrecho margen se hace mucho más acusado conforme nos acercamos al epicentro gay del barrio, el cuadrilátero delimitado por las calles Hortaleza, Infantas, Barbieri y Augusto Figueroa. Esas entrañables manzanas, corazón arco iris de la capital, que albergan lugares tan emblemáticos como la Plaza Vázquez de Mella (el escenario urbano más grande y masivo de las fiestas del Orgullo) o el bar HOT (corazón espiritual del movimiento osuno español). La Chueca gay en estado puro, indiscutible, sin maquillajes ni componendas. Zona que se corresponde exactamente con la mesa 76, y que ¿sorprendentemente? arrojó los siguientes resultados:
Derecha (PP): 239 votos (40’85 %)Izquierda (PSOE+IU): 328 votos (56’07 %)
Es decir, allí la izquierda aventajó al PP ¡en más de 15 puntos!
Este comportamiento electoral es especialmente significativo, más que por la diferencia en sí de porcentaje, por lo singular que resulta. Como demuestran las propias cifras del blog derechista, basta hacer crecer artificialmente el “barrio de Chueca” en círculos concéntricos para que la progresiva acumulación de votos del PP haga que la media se incline definitivamente hacia la derecha. Sin embargo, las escasas manzanas de la Chueca gay permanecen como una isla progresista en medio de un océano de votos derechistas.
No quisiera abrumaros con más cifras, pero no me resisto a comentar, antes de terminar, otro dato relevante: si se comparan estos resultados con los obtenidos por las mismas formaciones políticas en las elecciones autonómicas de 2003 (momento álgido del aznarismo más salvaje) comprobamos que la lista encabezada por Esperanza Aguirre alcanzó entonces 1772 votos (el 49’79 %), mientras que la suma de votos de PSOE e IU ascendió únicamente a 1652 votos (el 46’42 %). Es decir, la evolución entre las dos convocatorias electorales ha seguido en Chueca exactamente el camino inverso al del resto de Madrid. Mientras que a nivel global, en todos los demás lugares, nadie puede negarle a Esperanza un notable avance en votos y porcentaje, en Chueca retrocedió de forma significativa, hasta convertir una ventaja de más de tres puntos en una diferencia a favor de los partidos de izquierda de medio punto.
Podríamos argumentar que la posible presencia de un voto gay ligeramente mayor al de la media (circunstancia no demostrada hasta el momento) es el factor que explicaría esa diferencia. Podríamos también hipotetizar, quizá con mayor fundamento, que la mayor visibilidad de gays y lesbianas es la que lleva a los habitantes del barrio de Chueca, independientemente de su orientación afectiva, a inclinarse por apoyar a los partidos que apoyan la lucha contra la discriminación de nuestro colectivo frente a los que apoyan su mantenimiento, recurriendo a la agitación callejera, al Tribunal Constitucional o a las hojas parroquiales. Pero no lo vamos a hacer. Dejamos esa interpretación para los sociólogos. Nosotros nos limitamos a desmontar una simple manipulación. Esperanza Aguirre no derrotó a la izquierda en Chueca. Punto.
Porque esa es la auténtica razón que me ha movido a escribir esta carta. Si os soy sincero, poco me importa lo que los habitantes de Chueca hayan o no votado. Es más, en circunstancias normales, me parecería una discusión pueril. Soy gay, llevo una vida plena como gay, pero ni vivo en Chueca, ni espero hacerlo nunca. Tampoco ninguno de los gays o lesbianas que conozco y viven en esta bendita ciudad lo hacen. Están repartidos por Arganzuela, Lavapiés, Alcorcón, Alcobendas, Ventas, Ciudad Lineal…
Pero eso es lo de menos. El verdadero motivo de mi carta es, pura y simplemente, hacer evidente una mentira. Otra más. Mejor dicho, una manipulación, la forma de mentira más perfecta y refinada. Y es que mentira y manipulación se han instalado hoy día entre nosotros como forma de hacer política. Política barriobajera, de alcantarilla, de mensaje corto y contundente sin importar lo más mínimo su veracidad; pero de alcance ilimitado, especialmente a través de la red. Una forma de hacer política que, en estos tiempos en los que ya nadie se entretiene en separar la paja del grano, puede cosechar éxitos inesperados. Mentira y manipulación para dividirnos, para confundirnos, para engañarnos… o para desengañarnos. Mentira y manipulación para vendernos lo que sea: gato por liebre, lobo por cordero, ultraconservador por liberal, derechista por izquierdista alternativo… tanto da. En definitiva, homófobo por homófilo.
Sólo de nosotros, gays y lesbianas, de la firmeza de nuestras convicciones y de la claridad de nuestras ideas, depende que seamos capaces de desmontar una a una las mentiras y manipulaciones de nuestros enemigos sobre el tema LGBT. No esperemos que nadie venga a sacarnos las castañas del fuego: el miedo a quemarse es poderoso. Y la derecha, que con sus múltiples disfraces agita las brasas a la perfección, lo sabe.
Besos y abrazos,Flick.
PD: Gracias miles a Nazareno, sin cuyo inagotable aporte de datos (la mayoría han quedado en el tintero) esta carta no hubiera sido posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario