Exilio sexual
Por: Sergio Cardenas, Fotografía: Olga L. Lozano
La semana pasada el congreso colombiano hundió una ley que garantizaba a las parejas del mismo sexo los derechos patrimoniales y el derecho a la seguridad social, manteniendo la difícil situación legal para los gays en Colombia.
Para Manuel Velandia, activista del movimiento gay en Colombia y asilado en España, el proyecto se hundió, por un lado, por la influencia religiosa que reina en Colombia. Y por otro lado, hizo falta unidad desde el mismo movimiento gay: “Hay maricas de estrato seis que no están de acuerdo que sus noviecitos tengan derecho a sus fortunas, solo por acostarse con ellos”, afirma.
Pero para Marcela Sánchez lo que faltó fue acompañamiento por parte de los ponentes del proyecto, y una actitud seria del Congreso: “Se descuidaron al final. La mesa directiva del congreso hizo jugadas para hundirlo, pero los que defendieron el proyecto no lo llevaron hasta el final”, opina.
Sin embargo, el intento de reivindicar sus derechos no ha terminado. Se presentará un nuevo proyecto de ley, con un elemento más de peso. El Comité de Derechos Humanos de la ONU demandó al estado colombiano por el caso de un homosexual a quien no se le reconoció la pensión de su pareja (22 años de relación y siete de convivencia) después de que ésta muriera. El Comité concluyó que el estado colombiano había violado el artículo 26 del pacto por los Derechos Humanos de la ONU, y en consecuencia ordenó al estado colombiano reconocerle el valor de la pensión a esta persona. Pero además le ordena cambiar la legislación para que los derechos de las parejas del mismo sexo no sean vulnerados en el futuro. Cabe anotar que ésta es tan solo la segunda vez que el comité se pronuncia de esta manera en un caso de discriminación sexual, por lo que representa un hito en la legislación internacional en lo que tiene que ver con el reconocimiento de los derechos de la población homosexual.
La población gay en Colombia enfrenta a diario la discriminación en muchas formas. Un informe de Colombia Diversa, asociación creada en 2004 para la defensa de los derechos de la población LBTG (lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas.), tipifica cinco grandes clases de discriminación contra la población LBTG: la violencia homo fóbica (donde se incluyen casos de abuso al interior de las Fuerzas Armadas), abuso policial, situación carcelaria, discriminación de derechos (económicos, sociales y culturales) y violación del derecho a la familia.
Como lo explica Marcela Sánchez de Colombia Diversa, es muy difícil establecer cifras de estas violaciones a los derechos porque la mayoría de la gente no denuncia. El silencio es el mayor enemigo. “Salir del clóset es un proceso social y personal bastante difícil que supone una carga muy grande para la persona. Si es discriminado dentro del clóset calla, y si es discriminado una vez sale, la persona prefiere aguantar, para no revictimizarse” explica Sánchez.
Este silencio hace que sea muy difícil tener un panorama general de la situación de los homosexuales en Colombia y en otros lugares del mundo. Además de la legislación desfavorable y el rechazo social, los actores armados (guerrilla, y paramiliatares) son muy estrictos en cuanto al “control” de los grupos sociales que ellos llaman “indeseables”, como los drogadictos, las prostitutas, los indigentes y los homosexuales. Existen entre 2000 y 2005, un total de 60 casos registrados de asesinatos a hombres gays. A pesar de la similitud en todos los casos no se ha abierto una investigación seria al respecto. En este clima de peligro y discriminación, muchos homosexuales deciden salir del país, como lo confirma Rafael McAllister, quien fue cónsul en Italia entre 1998 y 2002: “En Italia hay una gran población de travestis latinos, entre los cuales hay muchos colombianos. Pero es imposible establecer cuantos hay y donde están, por lo sórdido del mundo en que viven, y por el temor que tienen por su status de ilegalidad”.
El caso de la comunidad travesti en Italia es un caso que tiene más que ver con la prostitución y la trata de personas que con cualquier otra cosa. La gran mayoría de los miembros de esta comunidad son latinos, principalmente brasileros, ecuatorianos y colombianos. Para McAllister, ellas viajan a Italia porque de todas maneras, Europa es un lugar donde hay menos discriminación y donde el dinero que ganan a través de la prostitución les alcanza para darse una nivel de vida económicamente decente y mandar algo a Colombia. “Algo muy recurrente es que todos quieren hacerse la operación para cambio de sexo. En Italia pueden reunir el dinero más rápido y luego viajan a otros países como Ecuador, donde la operación sale por unos 2.000 dólares, mientras que en Europa puede costar unos 30.000 euros”, afirma McAllister.
Muy pocas quieren regresar. Algunas de ellas logran encontrar un compañero (por lo general señores de edad) y otras compran su matrimonio a ciudadanos italianos, por unos 7000 euros. Sus nuevos esposos se comprometen a sacarlas de la cárcel si hace falta y a ayudarlas con los papeles. A cambio de esto los italianos reciben la tarifa acordada y favores sexuales de manera gratuita. Según el excónsul, tienen una vida muy dura, pero igual viven mejor que en Colombia, pues ejerciendo la misma actividad en el país, vivirían mucho peor. Además, la actitud europea es muy distinta frente a estos temas. Cuenta que en Italia existen asociaciones de travestis en las que pueden apoyarse para no depender de los proxenetas y de las redes de trata, y el gobierno hace campañas muy fuertes para crear conciencia en cuanto a temas de salud y promiscuidad.
Sin embrago, resulta curioso que la discriminación que se vive en Colombia, viaje hasta el sito que el estado ofrece para ayudar a todos los ciudadanos colombianos en el exterior, como lo relata McAllister: “Me di cuenta de que los funcionarios del consulado no trataban bien a los travestis que iban a solicitar cambio de nombre o de género en su identidad. Eran groseros o les embolataban el turno. Cosas muy sutiles, pero que son discriminatorias. Me tocó reunir al personal y recordarles que ellas también son seres humanos, y además, ciudadanas colombianas.”
Pero hay otro tipo de casos como el de Juan, Manuel o Pedro, que ni son travestis, ni han sido víctimas de trata de personas, que se vieron obligados a salir del país por culpa de la discriminación sexual. Estos tres colombianos sufrieron abusos policiales, amenazas, y atentados de grupos armados ilegales. Los tres salieron del país buscando refugio. Lea sus historias a continuación.
Para Manuel Velandia, activista del movimiento gay en Colombia y asilado en España, el proyecto se hundió, por un lado, por la influencia religiosa que reina en Colombia. Y por otro lado, hizo falta unidad desde el mismo movimiento gay: “Hay maricas de estrato seis que no están de acuerdo que sus noviecitos tengan derecho a sus fortunas, solo por acostarse con ellos”, afirma.
Pero para Marcela Sánchez lo que faltó fue acompañamiento por parte de los ponentes del proyecto, y una actitud seria del Congreso: “Se descuidaron al final. La mesa directiva del congreso hizo jugadas para hundirlo, pero los que defendieron el proyecto no lo llevaron hasta el final”, opina.
Sin embargo, el intento de reivindicar sus derechos no ha terminado. Se presentará un nuevo proyecto de ley, con un elemento más de peso. El Comité de Derechos Humanos de la ONU demandó al estado colombiano por el caso de un homosexual a quien no se le reconoció la pensión de su pareja (22 años de relación y siete de convivencia) después de que ésta muriera. El Comité concluyó que el estado colombiano había violado el artículo 26 del pacto por los Derechos Humanos de la ONU, y en consecuencia ordenó al estado colombiano reconocerle el valor de la pensión a esta persona. Pero además le ordena cambiar la legislación para que los derechos de las parejas del mismo sexo no sean vulnerados en el futuro. Cabe anotar que ésta es tan solo la segunda vez que el comité se pronuncia de esta manera en un caso de discriminación sexual, por lo que representa un hito en la legislación internacional en lo que tiene que ver con el reconocimiento de los derechos de la población homosexual.
La población gay en Colombia enfrenta a diario la discriminación en muchas formas. Un informe de Colombia Diversa, asociación creada en 2004 para la defensa de los derechos de la población LBTG (lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas.), tipifica cinco grandes clases de discriminación contra la población LBTG: la violencia homo fóbica (donde se incluyen casos de abuso al interior de las Fuerzas Armadas), abuso policial, situación carcelaria, discriminación de derechos (económicos, sociales y culturales) y violación del derecho a la familia.
Como lo explica Marcela Sánchez de Colombia Diversa, es muy difícil establecer cifras de estas violaciones a los derechos porque la mayoría de la gente no denuncia. El silencio es el mayor enemigo. “Salir del clóset es un proceso social y personal bastante difícil que supone una carga muy grande para la persona. Si es discriminado dentro del clóset calla, y si es discriminado una vez sale, la persona prefiere aguantar, para no revictimizarse” explica Sánchez.
Este silencio hace que sea muy difícil tener un panorama general de la situación de los homosexuales en Colombia y en otros lugares del mundo. Además de la legislación desfavorable y el rechazo social, los actores armados (guerrilla, y paramiliatares) son muy estrictos en cuanto al “control” de los grupos sociales que ellos llaman “indeseables”, como los drogadictos, las prostitutas, los indigentes y los homosexuales. Existen entre 2000 y 2005, un total de 60 casos registrados de asesinatos a hombres gays. A pesar de la similitud en todos los casos no se ha abierto una investigación seria al respecto. En este clima de peligro y discriminación, muchos homosexuales deciden salir del país, como lo confirma Rafael McAllister, quien fue cónsul en Italia entre 1998 y 2002: “En Italia hay una gran población de travestis latinos, entre los cuales hay muchos colombianos. Pero es imposible establecer cuantos hay y donde están, por lo sórdido del mundo en que viven, y por el temor que tienen por su status de ilegalidad”.
El caso de la comunidad travesti en Italia es un caso que tiene más que ver con la prostitución y la trata de personas que con cualquier otra cosa. La gran mayoría de los miembros de esta comunidad son latinos, principalmente brasileros, ecuatorianos y colombianos. Para McAllister, ellas viajan a Italia porque de todas maneras, Europa es un lugar donde hay menos discriminación y donde el dinero que ganan a través de la prostitución les alcanza para darse una nivel de vida económicamente decente y mandar algo a Colombia. “Algo muy recurrente es que todos quieren hacerse la operación para cambio de sexo. En Italia pueden reunir el dinero más rápido y luego viajan a otros países como Ecuador, donde la operación sale por unos 2.000 dólares, mientras que en Europa puede costar unos 30.000 euros”, afirma McAllister.
Muy pocas quieren regresar. Algunas de ellas logran encontrar un compañero (por lo general señores de edad) y otras compran su matrimonio a ciudadanos italianos, por unos 7000 euros. Sus nuevos esposos se comprometen a sacarlas de la cárcel si hace falta y a ayudarlas con los papeles. A cambio de esto los italianos reciben la tarifa acordada y favores sexuales de manera gratuita. Según el excónsul, tienen una vida muy dura, pero igual viven mejor que en Colombia, pues ejerciendo la misma actividad en el país, vivirían mucho peor. Además, la actitud europea es muy distinta frente a estos temas. Cuenta que en Italia existen asociaciones de travestis en las que pueden apoyarse para no depender de los proxenetas y de las redes de trata, y el gobierno hace campañas muy fuertes para crear conciencia en cuanto a temas de salud y promiscuidad.
Sin embrago, resulta curioso que la discriminación que se vive en Colombia, viaje hasta el sito que el estado ofrece para ayudar a todos los ciudadanos colombianos en el exterior, como lo relata McAllister: “Me di cuenta de que los funcionarios del consulado no trataban bien a los travestis que iban a solicitar cambio de nombre o de género en su identidad. Eran groseros o les embolataban el turno. Cosas muy sutiles, pero que son discriminatorias. Me tocó reunir al personal y recordarles que ellas también son seres humanos, y además, ciudadanas colombianas.”
Pero hay otro tipo de casos como el de Juan, Manuel o Pedro, que ni son travestis, ni han sido víctimas de trata de personas, que se vieron obligados a salir del país por culpa de la discriminación sexual. Estos tres colombianos sufrieron abusos policiales, amenazas, y atentados de grupos armados ilegales. Los tres salieron del país buscando refugio. Lea sus historias a continuación.
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