miércoles, 4 de septiembre de 2013

Médicos e impunidad. Homofobia en centro de salud











David Cámara, un joven de Jaén de 25 años, se ha atrevido a denunciar a una médica de un centro de salud por considerar que sus problemas económicos, laborales y sentimentales tienen su origen en su homosexualidad.


04/09/2013 - Eduardo Nabal | Opinión El régimen de Putin no solo invita a denunciar a los vecinos gays y lesbianas sino que también se ofrece a financiar "terapias" para curar la homosexualidad. Pero aquí mismo, en el Estado Español, en concreto en la provincia andaluza de Jaén, un joven se ha atrevido, sin obtener hasta el momento respuesta satisfactoria, a denunciar a un centro de salud porque una psiquiatra consideraba "su homosexualidad" como "un trastorno" y un "foco de propagación de enfermedades".
Lo malo del asunto es que  lel  de David Camerón no es un caso aislado. No es el primero ni será el último en econtarse todavía con situaciones similares . Aunque obviamente la situación ha cambiado mucho desde las lobotomias de Lopez Ibor, la homofobia pervive en nuestra sociedad y sus diferentes estratos.
Cuando el joven o el adolescente gay o lesbiana va en busca de ayuda muchas veces de encuentra a "profesionales" que dan rienda suelta a sus prejuicios, creyéndose amparados en su condición de guardianes de salud o incluso de la "moral familiarista". Hace poco se hablaba de la despatologización de la transexualidad pero, aún hoy, en menor medida, se sigue desorientando a jóvenes lesbianas o hombres gays haciéndoles ver de forma cruda, como en el caso de David Cámara, su descarada "homofobia" o de forma más  discreta sus persistentes prejuicios. La derechización de la clase médica además se ve apoyada por un Gobierno que, con gente como Ana Botella o el Ministro del Interior, no condena públicamente la homofobia y sigue sin aprobar claras leyes antidiscriminatorias.
El diván, como el confesionario, no es, necesariamente, tabla de salvación. Conocemos muchos testimonios parecidos a los de David. Lo que pasa que no todos se atreven a denunciarlo, ni tienen el apoyo incondicional de su familia y amigos. Su iniciativa demuestra que, a pesar de los retrocesos recientes, la comunidad LGTB española ha empezado a ser, desde muy joven, consciente de sus derechos y libertades y dipuesta a evidenciar las ofensas vengan de donde vengan. Las luchas no han sido en vano.
No tengo mucha esperanza en que este caso tenga un final completamente satisfactorio ya que médicos y psiquiatras se protegen unos a otros, en el ejercicio, muchas veces, descuidado, de la profesión. Aunque hay dignísimos ejemplos de lo contrario seguimos dependiendo de la idología y la "moral" del psiquiatra, el psicólogo  o la médica de turno. Los avances legales por nuestros lares no garantizan necesariamente que los profesionales de la salud o de otros ámbitos den rienda suelta a sus prejuicios cuando tienen ocasión de hacerlo. Al fin y al cabo fue la medicina como la religión la que creó a gays, lesbianas o bisexuales como objeto de estudio, estigma o paternalismo. Es hora de que gente como David encuentre un respaldo social amplio y no respuestas tibias, largas  o excusas que no hacen sino perpetuar la ideología reaccionaria y homofóbica que todavía pervive en muchas profesiones "liberales".

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