domingo, 7 de julio de 2013

Ser homosexual y vivir en un entorno rural


El Mundo. | Alfredo Domínguez abrió la primera cafetería gay en Ourense.










Los activistas justifican la falta de visibilidad por la hostilidad


Un activista del PSdeG afirma estar "harto de ser la mariquita del PSOE"

La realidad homosexual encierra muchas más realidades diferenciadas que las que se difunden a través de los medios de comunicación o de los propios colectivos homosexuales organizados.
Y es que los gays o las lesbianas que viven en los pueblos pequeños no paran de confesar desde el anonimato las diferencias que existen entre vivir en un entorno urbano y en un entorno rural ya que un lugar u otrolimita su realización personal y los convierte en espectadores de una leyenda de la que no se sienten parte.
Muchos de los homosexuales anónimos no tienen inconveniente en compartir sus experiencias pero ocultando su identidad "porque no sabes, yo estoy dentro" y así repiten una y otra vez la misma idea que se convierte en una limitación con la que están acostumbrados a vivir.
Un caso significativo es el de un joven de 23 años, peluquero de profesión y que vive en Viana (Ourense). Según confiesa, "muy pocas personas saben que soy gay oficialmente, aunque es evidente pero yo no lo digo".
Su justificación construida involuntariamente con frases subordinadas para justificarse concluye con un "ya he aprendido a vivir así". Y no se prodiga en detalles. Las fotos que muestra son el testimonio de que busca otra cosa y su mirada se prolonga más allá de la torre de un viejo castillo que custodia una población de apenas 3.000 habitantes y por la que parece no pasar el tiempo.
Sin embargo, esta idea es combatida por otros gays que ya han dado el paso. Un ejemplo significativo del interior gallego es el antiguo encargado de la única cafetería de ambiente que existía en la ciudad de Ourense.
Su nombre es Alfredo Domínguez y sin pretenderlo se ha convertido por la vía de los hechos en ejemplo de la visibilidad homosexual.
Alfredo ha explicado a EL MUNDO.es que "nunca fue difícil miintegración ni familiar, ni social porque tuve el apoyo de mis padres". Dice haberse sentido homosexual a los 12 años y reconocerse a los 17.

Más pedagogía social

"Durante el tránsito tuve algún que otro pequeño conflicto pero en seguida resolví la cuestión", asegura con rotundidad. Su seguridad y su decisión lo llevaron a abrir la primera cafetería de ambiente de la ciudad y a colgar la bandera del arcoiris "sin que se cayesen los cimientos de la catedral". Además, confirma que nunca sintió hostilidad "aunque siempre hay algún tonto".
Las posturas sobre la necesidad de una mayor pedagogía social y de la urgencia de dar un paso al frente son también reclamadas desde colectivos y grupos sociales que, en numerosas ocasiones desde la soledad, reclaman una mayor toma de conciencia del problema por parte de los líderes urbanos.
En este sentido, el activista de Ourense y militante de Juventudes Socialistas, José Manuel Montero, aclara a EL MUNDO.es que "los gays que vivimos en ciudades como Ourense o en pueblos más pequeñosvivimos en lugares hostiles y esto implica que entienda que muchos gays y lesbianas no se manifiestan porque pueden tener problemas laborales, en el propio puesto de trabajo o con los amigos".
Montero aclara que "una cosa es la igualdad de derechos conseguida y otra la igualdad social y a esta todavía no hemos llegado". Y es que incluso dentro de su formación política hay barreras en forma de chascarrillos o de gestos disimulados.
El joven militante socialista confiesa que "me he llegado a sentir la mariquita del PSOE y esto acaba cansando, de hecho, no leí el manifiesto el día del orgullo gay porque mi militancia tiene muchas más vertientes que ser la del maricón del grupo".
Y a pesar de estas dificultades hay quien no renuncia a su pueblo y hace de su origen militancia. Todos ellos confiesan que les gusta vivir en sus localidades y de alguna manera acaban aceptando las normas impuestas. Se permiten incluso bromear con la forma "un tanto clandestina" de relacionarse y todos los testimonios recogidos por EL MUNDO.es coinciden en que "la existencia de Internet se ha convertido en un salvavidas importante".
Cuando se reúnen saben que son señalados "como los gays" pero "lo llevamos" aunque les produzca terror salir en un medio de comunicación y digan sentir vértigo al oír pronunciar su nombre. Muchos de ellos tienen una desmesurada ambición política pero rechazan su vinculación con la homosexualidad y lo justifican diciendo "llega un momento en que aceptas las reglas de la clandestinidad o te conviertes tú en un clandestino visible".

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