lunes, 1 de abril de 2013

La oposición al matrimonio gay centra el ataque de la derecha francesa


Manifestación en contra del matrimonio homosexual celebrada el 30 de marzo ayer en Rennes, Francia.








Con dificultades para atacar la política económica, la oposición se centra en las bodas homosexuales


Cuando la conferencia episcopal francesa anunciaba el verano pasado su intención de luchar en contra del proyecto del presidente socialista François Hollande de legalizar el matrimonio homosexual, probablemente no esperaba que la movilización alcanzara el éxito demostrado. A pesar de que el texto ya ha sido validado por la Asamblea Nacional y que en principio lo será también por el Senado, que lo examina a partir de este jueves, la protesta no pierde fuerza, como lo ha vuelto a mostrar la manifestación multitudinaria de hace una semana. Con una tasa de paro histórica para el país, una economía estancada y la popularidad del presidente por los suelos, la oposición conservadora ha encontrado en este movimiento un ángulo de ataque en el que cristalizar el descontento.
El pasado domingo, unas 300.000 personas según la policía, 1,4 millones según los organizadores, protagonizaron la tercera gran manifestación en contra de la ley convocada desde noviembre. Junto a los organizadores, una gran plataforma de diversas organizaciones, se dejaron ver los barones del principal partido conservador, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), empezando por su -discutido- presidente, Jean-François Copé, sin temer ser asociados a dirigentes del ultraderechista Frente Nacional también presentes.
"Lo sorprendente de la última manifestación ha sido la ampliación de las reivindicaciones y la radicalización del discurso", observa Jean-Yves Camus, politólogo e investigador del Instituto de Investigaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS). Eslóganes dirigidos en contra de la ley compartían protagonismo con otros más generales como "queremos empleos, no una ley Taubira" -por Christine Taubira, la ministra de Justicia-, mientras que parte de la multitud jaleaba: "Hollande, dimisión". "El momento es favorable para que el movimiento tome un giro mucho más político, dado el contexto. Además, la derecha necesita mostrarse mucho más ofensiva, entre otros para no perder pie frente al Frente Nacional", añade.
"Los temas económicos son difíciles para la UMP porque el gobierno anterior tampoco obtuvo los resultados que esperaba", considera Bruneau Cautrès, investigador y profesor del Instituto de Ciencias Políticas de París Sciences-Po, quien recuerda que solo han pasado diez meses desde la elección de Hollande. "La cuestión del matrimonio homosexual supone así una oportunidad de movilizarse en contra del gobierno y de cerrar filas" tras la derrota de Nicolas Sarkozy y la posterior lucha por el liderazgo del partido que opuso a Copé con el ex primer ministro François Fillon. "Aunque tampoco se puede reducir esta oposición a una simple estrategia; una parte del electorado de derechas está realmente firmemente opuesto al matrimonio homosexual".
La maniobra, estratégica o no, no está sin embargo exenta de riesgos para la UMP. Por una parte, vuelve a posicionarse junto al Frente Nacional, cuando muchos analistas consideran que la deriva derechista de los últimos años le ha pasado factura en las elecciones. Por otra, el movimiento, si bien en su gran y amplía mayoría pacífico y apolítico, parece estar radicalizándose, a imagen de los incidentes registrados el pasado domingo. El jueves pasado, un grupo de manifestantes esperaba al presidente Hollande a la entrada de la televisión donde dio una entrevista. Varios ministros han recibido los abucheos de opositores al matrimonio homosexual en diferentes viajes realizados durante la semana. "Si el movimiento se sigue radicalizando, parte de la opinión centrista se va a desentender. Se está instalado una suerte de histeria antigubernamental", advierte Camus.
A pesar de esta oposición, el presidente Hollande ha reiterado en su entrevista televisiva su intención de cumplir con la que ha sido una de sus grandes promesas electorales. El texto, aprobado ya en primera lectura, será examinado esta semana en el Senado, donde la izquierda dispone de una escasa mayoría. La ministra de Justicia, Christine Taubira, calcula que pasado el trámite parlamentario -queda la segunda lectura- la ley debería estar ya lista para entrar en vigor antes del verano.

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