sábado, 13 de octubre de 2012

Los homosexuales argelinos quieren salir del pozo de la marginación









Clara García-Rabat

Los homosexuales argelinos están hartos de ser perseguidos socialmente y de no ser tratados como ciudadanos y seres humanos en un país donde la homosexualidad es un delito. Es por este motivo que varias asociaciones de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales han decidido levantar cabeza. La asociación Alouen pidió el 10 de octubre, por sexto año consecutivo, encender una vela para “alumbrar a los que están en la penumbra”. Esos colectivos pidieron a los ciudadanos, al margen de su orientación sexual, que a las ocho de la tarde encendieran una vela para mostrar su apoyo a los que sufren por ser diferentes a la mayoría de la sociedad. En declaraciones a la cadena de televisión francesa FRANCE24, un responsable de Alouen manifestó: “Queremos simplemente decir que los homosexuales existen en Argelia. No podemos organizar una parada gay o distribuir octavillas en la calle. Encender una vela en casa, es un acto sencillo y simbólico, una suerte de conmemoración”. Según denuncia el colectivo Alouen, los homosexuales argelinos viven en la completa clandestinidad, porque saben que pueden ser detenidos por la Policía y condenados a multas y penas de cárcel por los jueces, pero también porque la mayoría de la sociedad no los acepta, ni siquiera los considera seres humanos. El islam considera que la homosexualidad es “antinatural”. Es lo que cuenta Nour, una joven de 32 años que vive en Argel, y se dio cuenta que se sentía atraída por las mujeres cuando era adolescente, a la edad de los 13 años. “Lo sabía, pero cuando eres niña no te das cuenta, porque se supone que una niña, por definición, es asexuada. Fue durante la pubertad cuando puso nombre a lo que sentía”. Nour, que es un nombre supuesto, explica a FRANCE24 que se crió en una familia tradicional, y dice que algunas personas cercanas a ella saben que es lesbiana. “Nunca lo he escondido”, asegura Nour. La joven sigue viviendo en casa de sus padres, como la inmensa mayoría de los argelinos a esa edad, porque no encuentran un alojamiento en condiciones para irse del domicilio familiar, ni tienen trabajo y sueldos que les permitan emanciparse. Nour tiene novia. Cuenta que “mi familia la quiere mucho. Para mis padres es una amiga. En cambio, algunos de mis hermanos y hermanas saben que es mi compañera, y se portan bien con ella”.

Sociedad patriarcal

La mayoría de los homosexuales no tienen esa suerte, porque en una sociedad patriarcal como la argelina, donde manda el hombre y la mujer apenas tiene derechos, la homosexualidad es un tabú y los que expresan una orientación sexual distinta de la heterosexual son considerados enfermos o delincuentes. Oficialmente, la sexualidad no existe fuera del matrimonio y la mayoría de las mujeres abandonan el hogar familiar cuando se casan. Algunas mujeres, cansadas de sufrir tanta presión de la familia y el conjunto de la sociedad, se casan con hombres homosexuales para liberarse de la tutela paterna. En Argelia, esta práctica se llama “bodas rainbow”. La independencia de Argelia de Francia, en 1962, no significó la liberación de la mujer y los colectivos históricamente discriminados, como los gays y las lesbianas. El régimen del partido único, el FLN, además de ejercer el poder de forma despótica y reprimir a los opositores, aplicó un código de la familia perjudicial para la mujer, defendió los valores tradicionales y patriarcales y una visión del islam completamente dogmática y reaccionaria, y marginó a las minorías sexuales. La guerra que libró en la década de los noventa del siglo XX el Estado contra los grupos islamistas armados golpeó con dureza a la sociedad y aisló aún más a los homosexuales del resto de los ciudadanos. Y, sin embargo, según Alouen, un argelino de cada 10 es homosexual. “Queremos cambiar las mentalidades antes de cambiar las leyes”, advierte el colectivo Alouen.

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