Los primeros. Joaquín Garrido y Josean Zapirain se casaron en 2005.
El Día del Orgullo Gay denuncia hoy «la incertidumbre» que supone la espera de la decisión del Tribunal Constitucional. El colectivo teme «una vuelta atrás» si prospera el recurso del PP
A estas alturas, siete años después de aprobarse la reforma del  Código Civil que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo, sigue  siendo necesario reivindicar ese derecho recogido en la ley. El colectivo gay,  que hoy celebra su día, se siente más respaldado por la sociedad, pero  «desamparado» desde el punto de vista jurídico, ya que sigue pendiente la  resolución del Tribunal Constitucional sobre el recurso presentado por el PP en  septiembre de 2005. «Es una espada de Damocles que nos hace vivir en la  incertidumbre e inseguridad», resume Javi Ormazabal, coordinador de la  asociación Gehitu. Temerosos de que los juristas den «marcha atrás» a la ley,  hoy quieren hacer visible ese apoyo al reconocimiento de sus derechos como  personas bajo el lema 'Matrimonio igualitario, igualdad sin recortes'.
Desde julio de 2005, se han celebrado en España 18.214 matrimonios  entre personas del mismo sexo (12.015 entre hombres y 6.199 entre mujeres),  según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), actualizadas a fecha  de 2010. En el mismo periodo se han roto 578 de estas relaciones mediante  separaciones y divorcios. En Gipuzkoa se han contabilizado 296 bodas (813 en  total en toda Euskadi) hasta finales de 2011, los últimos datos disponibles en  el Eustat.
Los primeros en Gipuzkoa en formalizar su compromiso y reivindicar  así su «dignidad» como personas fueron Joaquín Garrido y Josean Zapirain. Lo  recuerdan desde la sede de Gehitu en Donostia, de la que son socios. Este año  cumplen sus bodas de plata como pareja. Aquel mediodía del 4 de julio de 2005  -el primer día hábil para inscribirse- las cámaras y periodistas esperaban a las  puertas del Registro Civil de Donostia, que ellos cruzaron asombrados por la  expectación. «No perdimos ni un segundo -recuerda Joaquín-. Llevábamos años  viviendo con la angustia de qué iba a ocurrir si a alguno de los dos nos pasaba  algo». Las prisas para acogerse a la ley desde el primer día también fueron una  forma de reconocer que existía una deuda histórica pendiente. «Queríamos dejar  constancia de que nuestra reivindicación no era baladí, había que ponerla en  valor», añade Josean. Semanas más tarde, se casaron en el mismo juzgado.  «Firmamos y volvimos a nuestros trabajos. No hicimos ninguna  celebración».
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