La ex presidenta de la RAI dice que el entierro del cantante es "uno de los ejemplos más fuertes de lo que significa ser gay en Italia"
En la católica y papista Italia, ejercer de gay no es fácil. Menos aún cuando se es muy creyente. Por eso ha sacudido las conciencias el multitudinario funeral del domingo, en la basílica de San Petronio de Bolonia, por el alma del cantautor Lucio Dalla. El artista, fallecido de un infarto la semana pasada en Suiza, vivió su homosexualidad con discreción, sin salir nunca claramente del armario.
La condición gay de Dalla no era un secreto entre sus conocidos, aunque mucho menos evidente para el gran público. De hecho, en los largos obituarios que le dedicó la prensa no se mencionaba este aspecto de su vida privada. Se decía, simplemente, que no tenía apenas familia directa.
En el funeral, tras la eucaristía, la opción sexual del cantante quedó en evidencia. Su joven compañero, Marco Alemanno, leyó un texto, muy emocionado. "Adiós Lucio, te lo debo todo", concluyó Alemanno, entre sollozos.
La influyente periodista Lucia Annunciata, en su programa dominical de RAI-3, hizo estallar un debate latente. "El funeral por Lucio Dalla es uno de los ejemplos más fuertes de lo que significa ser gay en Italia –denunció Annunciata–. Vas a la Iglesia, te conceden los funerales y te entierran con el rito católico. Basta que no digas que eres gay. Es el símbolo de lo que somos. Hay permisividad, siempre y cuando miremos para otro lado".
Franco Grillini, presidente de Arcigay, organización de gais y lesbianas, aplaudió la acusación de hipocresía hecha por la periodista. "Es verdad que si Dalla hubiese sido un gay declarado no le hubiesen hecho el funeral en la iglesia", argumentó Grillini. En las redes sociales se desató una viva discusión sobre el caso.
Alemanno, casi cuarenta años más joven que Dalla, fue presentado en la iglesia como "amigo y colaborador", no como compañero sentimental del cantante. Dalla era un hombre de profunda religiosidad, si bien la vivía a su modo. Una vez mostró admiración por el fundador del Opus Dei. Tenía una relación muy estrecha con los franciscanos y con los dominicos. De hecho, fue la comunidad franciscana de Asís la que primero dio la noticia de su fallecimiento. En un editorial bajo el título de "Dalla, el compañero rompe en la iglesia el velo de la hipocresía", el diario La Repubblica constataba ayer con acidez que ni el obispo de Bolonia ni su segundo oficiaron el funeral, alegando otros compromisos. La ceremonia la presidió un padre dominico amigo del finado.
La comunidad gay y lesbiana italiana se queja de vivir en un país que es de los más atrasados de Europa a la hora de reconocer sus derechos. En Italia los homosexuales no pueden contraer matrimonio y ni siquiera existe una legalización de sus uniones. Ni hablar de poder adoptar niños o de inseminaciones en el caso de las lesbianas. Tanto el centroderecha como el centroizquierda temen las consecuencias y el desgaste de un enfrentamiento directo con las directrices de la Iglesia católica. "España, un país de tradición católica, está muchísimo más avanzado –comentaba a este diario un portavoz de Arcigay–. En Italia existe la anomalía de tener un Estado (el Vaticano) dentro del Estado".
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