■Las asociaciones de derechos LGTB piden una Iglesia más inclusiva con los gays.
■Conferencia Episcopal: "Nada que decir" sobre los religiosos y la homosexualidad.
■El primer hombre que salió del armario en España no entiende a los religiosos gays, y cree que el problema está en la "no aceptación de la sexualidad".
Las asociaciones que reivindican los derechos de las personas LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) comprenden la necesidad de que existan grupos clandestinos como Betania en Colores, primera agrupación de religiosos españoles que reivindican su orientación homosexual, mientras no cese la "persecución implacable" de la jerarquía de Iglesia, que les impide hacerse "totalmente visibles".
"Es triste que en la Europa del s. XXI las y los religiosos tengan que ocultarse por este motivo (ser gay), si bien es comprensible ante las actititudes de sus superiores", dice Aurelio M. Lepe, responsable de Asuntos Religiosos de la Federación de asociaciones LGTB.
Desde Cogam, la organización gay madrileña, Agustín López, su presidente, dice que "entienden que haya presonas creyentes, y sacerdotes, curas y monjas quieran vivir como son y seguir con un compromiso con su Iglesia", y le pide al Obispado que frene la "persecución implacable, la marginación y la estigmatización" de los religiosos gays "para que no tengan que ocultarse".
La Conferencia Episcopal no ha querido posicionarse sobre la fundación de Betania en Colores. Tampoco la Confer, el máximo órgano de las congregaciones de monjas y frailes. Alegan que no hablan "nunca" de las noticias que aparecen en los medios de comunicación.
El primer español que 'salió del armario' publicamente se llama Armand de Fluviá. Tiene ahora más de 80 años y en 1978 dijo en televisión que era gay. Preguntado por la creación de grupos de monjas y curas gays que se reúnen en secreto 35 años después de su gesta dice que él, "ateo", no cree que nazcamos hetero u homosexuales."Nacemos sexuales y con la capacidad de responder positivamente ante cualquier estímulo erótico o sexual".
El problema, la negación de la sexualidad
Por eso Armand de Fluviá no entiende "a estos señores y señoras, que habiendo hecho aquellos votos pretendan conciliar su vocación religiosa con cualquier tipo de práctica sexual. Si se consideran catolico-apostólico-romanos, saben perfectamente que, mientras la Iglesia no diga lo contrario, no hay manera posible de justificar cualquier práctica sexual. La Iglesia católica es sexofóbica por naturaleza y lo ha demostrado a lo largo de los siglos, a pesar de la gran cantidad de papas, cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes y monjas homosexuales que han infringido sus preceptos públicamente y escandalosamente".
Por su parte, Miguel Iceta, político del PSC que salió del armario en 1999 para normalizar la situación, dice que le parece "muy bien por estas personas", en referencia a los integrantes de Betania en Colores, pero exige una reflexión más amplia. "Lo que me preocupa es la negación de la sexualidad en el mundo como algo natural. No sólo debe considerarse la orientación sexual, que me parece bien, sino que hay que poner en cuestión el celibato, porque lo contrario es seguir alejado de la realidad. Si Dios es amor y nos hizo como nos hizo, debería respetarnos con naturalidad".
Por su parte, el teólogo Juan José Tamayo opina que en la Iglesia católica "hoy casi todo es clandestino, salvo la figura del papa y la sumisión que impone a los creyentes, que es bien visible y denunciable". Tamayo quiere "denunciar los comportamientos homófobos de la jerarquía católica, vaticana, nacional y local por la clandestinidad a las que someten a no pocos de los creyentes católicos, obligados a reprimir sus sentimientos, orientaciones sexuales. Es lo más contrario a la libertad evangélica y al amor si fronteras que está en el centro del cristianismo".
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