martes, 20 de diciembre de 2011

Bolo-Bolo y Fundación Triángulo denuncian públicamente un trato homófobo en el pub el Aborigen




Bolo-Bolo y Fundación Triángulo denuncian públicamente «la múltiple agresión por dueños y trabajadores del bar Aborigen, y el comportamiento poco profesional de la Policía Local».

Fue durante la madrugada del sábado al domingo. Un grupo de personas de ambas asociaciones estaba de fiesta en la planta baja del local. Como eran los últimos clientes, no les extrañó que les mandaran a la planta superior. Pero se sorprendieron cuando al momento sí se permitió ir allí a un grupo inferior recién llegado. Comenzaron a sentirse marginados cuando no se permitió a dos chicos acceder juntos al cuarto de baño.

Lo tuvieron que hacer, denuncia Ana Payo, de Fundación Triángulo, por separado y con el responsable de seguridad en la puerta abierta. El siguiente incidente, explica Payo, fue cuando llamaron la atención a una chica que bailaba con dos chicos que la besaron el cuello. 

Cuando una componente del grupo pidió explicaciones en la barra, la respuesta fue «parece que no se os puede decir nada, porque es homofobia». Decidieron pedir la hoja de reclamaciones, y ante la negativa, llamaron a la Policía Local. Al llegar la patrulla, llegó el documento de un coche.

El colectivo, que va a pedir una reunión con los responsables de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento, también le sorprendieron algunos comentarios de los agentes.

Sorpresa en el bar. Los responsables del establecimiento niegan cualquier actitud homófoba, y muestran su sorpresa ante el revuelo que se ha organizado. David, uno de los propietarios del local, asegura que fue él quien pidió amablemente a las tres personas que se estaban besando en el cuello que se relajaran «porque había más gente aquí».

Respecto al incidente del baño, afirma que se siguieron las normas de siempre, por lo que pidieron que se entrara de uno en uno. Pero desconocía que se tratara de personas del mismo grupo, o la tendencia sexual de los mismos. Después, afirma, cuando le pidieron la hoja de reclamaciones, tan sólo pidió que esperaran un momento. «Pero ni se les ha insultado, ni se les ha echado», explica.


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