Madre e hija. “Es todo un cambio, creo que lo estoy superando”, dijo Yolanda.
Es una de las miles de personas trans que esperan que se apruebe la Ley de Identidad de Género. Con 20 años, ella y su familia todavía deben afrontar situaciones de discriminación
Posadas.
Luego de un proceso de cambios y revelaciones, a los 14 años decidió llamarse Aldana Nicol Sánchez. Nació y creció en el barrio Ñu Porá, donde su familia todavía vive. Aldana primero fue Juan, el séptimo hijo de cuatro hermanas y dos hermanos mayores. Su padre murió cuando ella entraba en su etapa de adolescencia y justo antes de fallecer, llegó a saber que en realidad había tenido una hija...
El próximo mes Aldana cumple 20 años y con el apoyo de la Asociación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans de Posadas, luchará para cambiar su nombre y sexo del DNI. También exige que se apruebe la Ley de identidad de género, porque según explicó “nos va a posibilitar tener un trabajo digno. Somos ciudadanos como cualquier persona, sin importar nuestra condición sexual. La Ley tiene que ser pareja para todos”.(Ver “Un debate que se espera...)
En un futuro cercano, quiere seguir estudiando periodismo o abogacía, asegura que le gustaría formar su familia y siempre fantaseó con ser bailarina o actriz. “Y logré eso, pero me discriminaron y me cerraron las puertas”, dijo acerca de una participación que realizó hace días atrás en un programa de televisión. “Bailé y cuando ellos supieron de mi condición me dejaron de lado”.
En el barrio y en el seno familiar la aceptación es progresiva, sin embargo, en el ámbito educativo y laboral, Aldana todavía debe afrontar múltiples situaciones de discriminación.
Este año retomó los estudios en el colegio Espíritu Santo. “Algunos profesores me discriminaban, pero yo quiero seguir estudiando, no me importa lo que me diga la gente, necesito capacitarme y ser alguien en la vida”.
Los cambios y el qué dirán
A los seis años empezó a tener conocimiento sobre su sexualidad. “Me inclinaba a las cosas femeninas. Los chicos me invitaban a jugar al fútbol y yo quería estar con las nenas y jugar a la muñeca”.
Luego comenzó la secundaria en la escuela del barrio: “fui pintada y depilada. Y los chicos se reían y tuve que pasar por diferentes clases de discriminaciones”.
“Fuera del barrio siempre me sentí bien porque la gente no se da cuenta. Tal vez si hablo mucho o me miran fijamente por ahí se dan cuenta. Como una chica normal ando por el centro hago compras y la gente no se da cuenta”.
Para Noelia, una de sus hermanas, el cambio de Aldana “no fue raro, porque ella siempre fue así, desde que era chiquita. Nunca fue un hombre. En la escuela siempre los maestros le llamaban a mi mamá para que le lleven a un psicólogo. Pero no cambió, porque ella parece que ya nació así".
Luego recordó: “Antes peleábamos porque ella nos llevaba nuestra ropa y zapatos. Nosotros íbamos a bailar y ella nos sacaba todo”.
En la adolescencia, cuando Aldana concretó su cambio, su hermana contó: “Fue difícil por las críticas en el barrio. Pero tratamos de no hacer caso, porque hay cosas peores. Hay un chico en el barrio que se droga y eso es peor. Ella tiene su vida y no nos hace daño a nosotros. Tiene su vida normal, estudia y trata de hacer bien las cosas”.
Según aseguró Noelia, el respeto siempre estuvo presente en el trato con su hermana, pero aún percibe dificultades en la aceptación. “Para mi mamá fue muy fuerte. Hasta ahora ella no le dice Aldana, le dice Juan. Ella es evangélica y los religiosos son muy cerrados, piensan que es el demonio”.
Su madre
Sobre la mesa del comedor, Yoli organizaba los pedidos de la venta de cosméticos. “Había suspendido porque quería limpiar la casa”, explicó la madre de Aldana a los periodistas de El Territorio e inmediatamente ofreció un mate.
“Para mí todavía sigue siendo él. Es todo un cambio. Yo recién creo que estoy superando, pero fue muy difícil. En el momento en que me tocaban el tema yo lloraba. Ahora me está pasando”, expresó Yolanda Franza (53), que trabaja como enfermera en el centro de atención primaria de la salud de su barrio.
Un día, preocupada y angustiada por la situación de Aldana, habló con un médico. “Yo le dije que para mí era una discapacidad. El me dijo, ‘no, no es discapacidad’. Y yo le contesté, sí es una discapacidad porque si yo te mando a él a pedirte un trabajo, ¿qué le vas a decir, le vas a dar? ‘No’ me contestó... Quizás no tendría que considerarlo como una discapacidad, pero si tiene que buscar trabajo, no va a conseguir, porque no le van a dar”.
Cuando comenzaron a percibir los cambios, la negación y las peleas eran permanentes en el hogar. “Siempre en su dormitorio yo veía corpiños y pensaba que jugaba nomás, porque tiene cuatro hermanas mujeres. Incluso una maestra me aconsejó, ‘tenés que llevarle al psicólogo ’. Y pensé se comporta así porque creció entre las cuatro hermanitas, eso pensé yo, pero no era así”.
Y continúo el relato: “Un día me fui al acto del primer día de clases, le acompañé. Contemplé cómo le discriminaban y ahí recién le entendí. Yo estaba atrás en la fila y veía como se burlaban y me agarró una rabia. Y ahí entendí por qué no quería ir a la escuela”.
Luego de finalizar la primaria, Aldana pasó por diferentes instituciones, e incluso se mudó al interior durante un año. “Salíamos a la esquina había una rueda de chicos en el barrio que se burlaban de ella, y yo también me sentía mal. Ahí le mandé al Alcázar con el hermano. Pero pasaba lo mismo que acá. Entonces volvió a Posadas y le anoté en la escuela nº 1, pero la maestra me decía que no iba”.
Ahora Aldana retomó sus estudios y según aseguró, es responsable y cumplidora con el estudio. “Se puso las pilas y se dio cuenta que es importante. Quiere ser modelo y está bien, tiene un cuerpo bárbaro, pero el tema es que si no sabes hablar ¿qué vas a decir en televisión? Tiene que luchar por ser un profesional. Seguir estudiando”, dijo Yolanda.
Identidad y trabajo
A los 16 años, en la renovación de su documento de identidad, Aldana ya quería cambiarse de nombre, pero su madre no le permitió. Hoy, Yolanda sostiene la misma postura:“No estoy de acuerdo, pero tiene decisión propia sobre su vida y en ese sentido, la respeto”. Sin embargo, Aldana está decidida y luchará para poder tener el DNI con su nombre.
Hace dos años atrás, un compañero de trabajo de Yolanda le prometió un puesto a Aldana, sin saber sobre su condición. Su madre le había recomendado que asista a la entrevista laboral vestida de varón. “Pero yo no quería”, aclaró Aldana y agregó: “Todo el sacrificio que me costó. Yo ya me sentía una mujer y no podía vestirme de hombre sólo por un trabajo. Dije que no, que voy a pelear y que algún día tendré un trabajo, así como yo soy”.
Un debate que se espera en el Congreso
POSADAS. Este año el Congreso de la Nación comenzará a tratar dos proyectos impulsados desde 2007 por la la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (Atta) y la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (LGBT): la Ley de Identidad de Género y la Ley de Atención Integral de la Salud para Personas Trans.
Según informó Mariano Anton, delegado del Inadi, a partir de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, en Posadas comenzó a visibilizarse la comunidad homosexual y transexual. “Se empezaron a agrupar y las consultas aumentaron... Desde cómo hacer valer los derechos consagrados del matrimonio igualitario, cómo hacer valer la cuestión de la identidad y el conflicto con el DNI, entre otras”.
La Ley de Identidad de Género tiene por objetivo proporcionar un marco jurídico que respete la identidad de las personas trans -travestis, transexuales y transgéneros- y garantice su libre desarrollo.
En este sentido, Anton aseguró que en Misiones “hay muchas expectativas con la ley de género, muchas personas esperan que se concrete, porque actualmente no pueden conseguir un trabajo o ser atendidas en el sistema de salud como corresponde”.
El proyecto habilita el reclamo de la rectificación registral del sexo y cambio de nombre de pila por vía de un trámite administrativo ante el Registro Nacional de las Personas.
Florencia Trinidad (Flor de la V) fue la primera persona trans de América Latina que obtuvo -a través de una acción de amparo de la Falgbt y Atta- el reconocimiento de su identidad.
En la “Guía para las buenas prácticas en la comunicación pública, sobre el Derecho a la Identidad de Género de las personas trans. por” publicada por Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) se explica que “una persona trans -expresión que abarca a travestis, transexuales y transgéneros- es aquella que se identifica, siente y/o expresa un género diferente al que le ha sido asignado desde su nacimiento”.
La recientemente promulgada Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657 en su artículo 3º prohíbe expresamente diagnosticar en el campo de la salud mental ningún tipo de dolencia basada exclusivamente en la “elección o identidad sexual”.
Es muy importante comprender que tanto el derecho a la identidad como el derecho integral a la salud están consagrados por la Constitución Nacional y los tratados internacionales de Derechos Humanos.
El derecho a la identidad es el derecho a “ser quien se es y no otro/a”, y a ser reconocido/a y protegido/a como tal por el Estado, sin condicionamientos.
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