miércoles, 19 de octubre de 2011

Las crisis que aquejan a gays de la Tercera Edad



Una visión sobre los problemas que deban atravesar los homosexuales en la tercera edad, y cómo pueden solucionarlos. El sociólogo Frank Howard, funcionario gubernamental en Gran Bretaña, se encargó de investigar la problemática.

“Es necesario que los gobiernos empiecen a tener en cuenta a la gran cantidad de homosexuales que están entrando, o ya están atravesando, la adultez. Deben interesarse en conocer que cuestiones le interesan a esta comunidad, que esta integrada por los baby boomers, es decir, personas muy distintas a sus generaciones anteriores”.

Pero Howard admite que el hecho de que pertenezcan a una misma generación, signada por el auge del Estado de Bienestar y de las Contraculturas, no significa que todos ellos tengan el mismo tipo de vida.

“Las circunstancias externas influyen mucho. No es lo mismo los adultos que vivan en zonas urbanas que los que viven en áreas rurales, donde todavía existe mucha homofobia, incluso más que tiempo atrás, con lo cual sus demandas y necesidades son drásticamente distintas”.

Una preocupación constante, afirma Howard, es la falta de clínicas de reposo especiales para gays y lesbianas. Recientemente se ha abierto una en Amsterdam, pero tiene solo siete camas. “Muchos médicos y profesionales de la salud, tienden a desexualizar a la gente más adulta”, afirma. “Pero hay muchos datos que refutan este prejuicio, y señalan que muchos adultos mayores continúan siendo sexualmente activos, y esto también debe suceder con los gays y lesbianas mayores”.

Ésta puede ser una de las razones por las que los gays y lesbianas adultas suelen vivir en sus casas, bastante aislados: “deben hacer frente a determinadas situaciones en las cuales se encuentran claramente en minoría, y por otra parte no cuentan con la comprensión de su familia biológica. Los residentes de geriátricos charlan de sus hijos, nietos y esposos. Esto es claramente diferente de sus propias experiencias de vida, por lo que no logran integrarse”, remarca Howard.

Pero hay el algo más que hace a sufrir a estas personas: “la mayoría de los gays y lesbianas adultos, se encuentran solos, sin hijos, y viven muy solos.

Desafortunadamente, en nuestro mundo quienes cuidan de los mayores suelen ser sus hijos o esposos/as. Por lo tanto, si se quitan las dos piedras fundamentales –sexualidad y familia- es muy difícil envejecer sin estar muy marginado. Y la gente mayor que se aísla suele atravesar serios estados psicológicos”, agrega Howard.

Una forma de eliminar el aislamiento de estas personas es que el Estado desarrolle programas y centros comunitarios para gays y lesbianas. “Desarrollar un espacio seguro con gente que entienda las necesidades propias de ese segmento” sugiere Howard. “Esto es críticamente importante. Pero también necesitan empezar a construir sus propias unidades familiares, alrededor de sitio destinados a la gente más adulta de esos grupos”.

Howard afirma también que la comunidad homosexual debe tomar otra conciencia de su entorno. “Pienso que ‘la familia biológica’ es solo una forma de mirar las relaciones. La familia tipo es un modelo en extinción, que está cambiando a pasos agigantados, y los homosexuales deben empezar a pensar que tipo de familias quieren armar en el futuro”.

“La comunidad podría conducirse de la misma manera que lo hizo frente al sida. Y con nuestro apoyo, podrían también hacer algo con respecto a la calidad de vida de los mayores, saltando barreras y construyendo sociedades no sólo con sus pares mayores, sino también con aquellos homosexuales jóvenes que deberán afrontar los mismos desafíos”.

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