miércoles, 22 de diciembre de 2010

La homosexualidad masculina tendría un sentido evolutivo



Desempeña un importante papel en la perpetuación de los genes de su propia familia, según un estudio.

La homosexualidad masculina siempre ha parecido no tener sentido desde el punto de vista evolutivo, porque supone que los hombres homosexuales dejan de perpetuar sus genes, al no tener descendencia. Sin embargo, un estudio realizado en Samoa, una sociedad en la que los homosexuales varones tienen un papel muy definido, sugiere que los tíos solteros asegurarían la supervivencia de sus sobrinos y, así, la perpetuación de sus genes familiares. Aunque este importante papel de los hombres homosexuales haya sido olvidado en la sociedad occidental, podría estar en el origen de la aparición de la homosexualidad masculina, hace eones de años. Por Yaiza Martínez.

La homosexualidad masculina siempre ha parecido no tener sentido desde el punto de vista evolutivo, al menos hasta ahora.

Un estudio reciente realizado por psicólogos de la Universidad de Lethbridge, en Canadá, ha demostrado, sin embargo, que los homosexuales desempeñarían un importante papel en la perpetuación de los genes de su propia familia.

Los homosexuales son mucho menos propicios a tener descendencia que los hombres heterosexuales, por lo que cabe pensar que sus características genéticas acaben desapareciendo. ¿Qué valor tendría entonces esta orientación sexual que ha persistido durante eones, sin suponer una ventaja reproductiva distinguible?

Selección de parentesco

Desde la perspectiva de la psicología evolutiva, una de las explicaciones que se le ha dado a la homosexualidad es la llamada “hipótesis de la selección de parentesco”.

Esta teoría señala que la homosexualidad incrementaría, de manera indirecta, la “esperanza” genética, puesto que los homosexuales de una familia supondrían una ayuda extra para el cuidado de los descendientes de ésta, aumentando así sus posibilidades de supervivencia.

Según informa la revista Psychological Science, de la Association for Psychological Science de Estados Unidos, en un comunicado, dos psicólogos evolutivos llamados Paul Vasey y Doug VanderLaan, de la Universidad de Lethbridge, probaron esta teoría en un entorno real, y durante un periodo de varios años.

Las pruebas fueron realizadas, concretamente, en una de las islas de Samoa, en el Pacífico. Este entorno fue el escogido porque, en Samoa, los hombres que se sienten atraídos por otros hombres están ampliamente reconocidos y aceptados, e incluso considerados como una categoría de género alternativa, un “tercer sexo”.

Denominados como fa'afafine, estos hombres homosexuales tienden a ser afeminados, por lo que incluso identificar una muestra de individuos para el estudio resultó una tarea sencilla.

Tíos atentos

En realidad, los fa'afafine son hombres que, durante su niñez, fueron elegidos por sus propias familias para asumir roles femeninos.

Así, aunque la mayoría de los samoanos no consideran como mujeres a los fa'afafine, éstos son tratados como tales, y en ocasiones provocan admiración por su forma de vestir, su arreglo del cabello y sus accesorios, particularmente de belleza.

En Samoa, muchos padres se sienten afortunados por tener a un hijo fa'afafine, porque estos hijos son los que se ocupan de los padres en la vejez, mientras el resto de los hijos e hijas están ocupados con sus propias familias.

Estudios previos habían demostrado, además, que los fa’afafine son personas mucho más altruistas y favorecedores con sus sobrinos y sobrinas que las mujeres o los hombres heterosexuales de la región.

Los fa’afafine se prestan mucho a cuidar a sus sobrinos cuando sus padres no pueden, instruyen a éstos en las artes y la música, y les ayudan incluso económicamente, pagándoles la atención médica o la educación, por ejemplo.

Altruistas sólo con los parientes

La investigación de Vasey y VanderLaan se centró en estudiar la psicología de los fa’afafine, para determinar si su altruismo estaba dirigido específicamente hacia sus parientes o hacia los niños en general.

En el estudio participó una amplia muestra de fa’afafine, y también muestras similares de mujeres y de hombres heterosexuales. A todos se les entregaron una serie de cuestionarios, con los que se midió su voluntad de ayudar a sus sobrinos de diversas formas (cuidado, regalos, educación), y también su intención de hacer estas mismas cosas para niños que no fueran parientes.

Los resultados obtenidos en la investigación, que han sido publicados en un artículo de Psychological Science, respaldarían la idea de la selección de parentesco.

La asociación entre las tendencias altruistas hacia sobrinos y sobrinas y las tendencias altruistas hacia niños de otras familias fue significativamente más débil entre los fa’afafine que entre las mujeres y los hombres heterosexuales de Samoa.

Esta disociación cognitiva, según señalan los científicos, hace que los fa’afafine centren sus recursos de forma más eficiente y precisa en sus parientes, incrementando así sus propias perspectivas evolutivas.

Así, para compensar que no tienen hijos, cada fa’afafine tendría que impulsar de alguna manera la supervivencia de dos sobrinos que, de otra forma, tal vez no podrían mantenerse. Esta fórmula, contribuiría a paliar, aunque no fuera completamente, la falta de descendencia propia, y su coste genético.

Importancia social olvidada

Pero, ¿tienen sentido estos hallazgo fuera de Samoa? Según los científicos, sí y no. La cultura samoana es muy diferente a la cultura occidental: está muy localizada y centrada en familias muy unidas, extensas, mientras que en las sociedades occidentales se tiende al individualismo y a la homofobia.

Por otro lado, las familias están mucho más dispersas geográficamente en las culturas occidentales, lo que reduce el papel que los tíos solteros pueden desempeñar con sus sobrinos.

Sin embargo, el entorno samoano sí sería representativo de los entornos en los que la homosexualidad masculina pudo surgir, hace eones de años. La importancia social de estos tíos solteros para la descendencia habría quedado olvidada al cambiar el mundo.

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