Benedicto XVI y el maestro de ceremonias pontificias, durante una misa ayer en Floriana, Malta. :: AFP
Benedicto XVI «lloró de emoción» en su primer encuentro en Europa con los afectados de la nueva fase del escándalo
ÍÑIGO DOMÍNGUEZ ENVIADO ESPECIAL LA VALETTA
ÍÑIGO DOMÍNGUEZ ENVIADO ESPECIAL LA VALETTA
La cita más esperada del viaje a Malta, un encuentro del Papa con víctimas maltesas de la pederastia del clero, no estaba en el programa. Se impuso a última hora por el auge del escándalo y por la presión de las víctimas, que han sabido aprovechar la visita de Benedicto XVI. Pero el Vaticano no quería que robara el protagonismo del viaje y no lo confirmó hasta que se produjo.
Por fin, ayer tuvo lugar un encuentro con ocho víctimas, todos hombres, a las dos de la tarde en la capilla de la Nunciatura, de forma privada y sin cámaras. No es la primera vez, pues Ratzinger ya encontró grupos de afectados en EEUU y Australia, en 2008, pero sí es la primera en Europa desde que ha estallado esta nueva oleada del escándalo en el continente.
Benedicto XVI se reunió con ocho de las diez víctimas, de entre 30 y 40 años, que sufrieron agresiones desde 1980 en el orfanato de San José. Según una nota de la Santa Sede, el Papa escuchó sus historias «profundamente emocionado» y expresó su «vergüenza y pena» por lo ocurrido. Tras rezar juntos, les prometió que la Iglesia está haciendo todo lo posible para aclarar el escándalo y «llevar ante la justicia a los responsables». El portavoz vaticano, Federico Lombardi, aclaró que el encuentro duró 20 minutos y fue «intenso, pero sereno». Al principio todos oraron en silencio, de rodillas. Después se fueron acercando uno a uno al Papa, que les escuchó y conversó con ellos unos momentos, sin que se pudiera oír lo que se decían. Para terminar, Benedicto XVI les dio su bendición.
El grupo de víctimas, que hasta ahora ha sido desoído durante siete años por la Iglesia local, quedó muy satisfecho, como contó luego en rueda de prensa.
«Ha sido muy emocionante. Nosotros llorábamos, los obispos lloraban y el Papa tenía lágrimas en los ojos», relató Joseph Magro, uno de ellos. «He visto al Papa llorar de emoción y he sentido que me liberaba de un peso», dijo otro, Lawrence Grech. «No me esperaba excusas del Papa, pero he visto en él y en el obispo de Malta la humildad de la Iglesia, ha asumido el peso de las acciones de otros, ha sido muy valiente», añadió.
Según datos de la Iglesia maltesa, que puso en marcha en 1999 una oficina pionera para atender las denuncias de abusos, ha recibido un total de 45. De ellas, 19 fueron archivadas en procesos eclesiásticos, 13 siguen bajo investigación y otras tantas concluyeron con la culpabilidad de cuatro sacerdotes. El grupo de víctimas reiteró ayer que, no obstante, seguirá pidiendo justicia en los tribunales. «No queremos que otras personas sufran lo que nosotros sufrimos», concluyeron.
Fue el momento más destacado de la última jornada de la rápida visita del Papa a Malta. Pese a la nube volcánica, pudo regresar a Roma por la noche. Benedicto XVI ha centrado sus intervenciones en alabar y reforzar la identidad católica de Malta, donde desembarcó San Pablo en el año 60 y que por eso es una de las primeras naciones cristianas.
Actualmente, la religión mantiene una sólida posición, inédita en el resto de Europa. Por ejemplo, no tiene ley de divorcio. En la misa de ayer y en el encuentro con los jóvenes de la tarde, con unas 40.000 personas en cada acto, llamó a no abandonar estos valores. «La cultura actual promueve ideas y valores que a veces contrastan con los predicados por Cristo. A menudo son representados con un gran poder persuasivo, reforzados por los medios y la presión social de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil ser influenciado para aceptarlos», dijo a los jóvenes.
Por fin, ayer tuvo lugar un encuentro con ocho víctimas, todos hombres, a las dos de la tarde en la capilla de la Nunciatura, de forma privada y sin cámaras. No es la primera vez, pues Ratzinger ya encontró grupos de afectados en EEUU y Australia, en 2008, pero sí es la primera en Europa desde que ha estallado esta nueva oleada del escándalo en el continente.
Benedicto XVI se reunió con ocho de las diez víctimas, de entre 30 y 40 años, que sufrieron agresiones desde 1980 en el orfanato de San José. Según una nota de la Santa Sede, el Papa escuchó sus historias «profundamente emocionado» y expresó su «vergüenza y pena» por lo ocurrido. Tras rezar juntos, les prometió que la Iglesia está haciendo todo lo posible para aclarar el escándalo y «llevar ante la justicia a los responsables». El portavoz vaticano, Federico Lombardi, aclaró que el encuentro duró 20 minutos y fue «intenso, pero sereno». Al principio todos oraron en silencio, de rodillas. Después se fueron acercando uno a uno al Papa, que les escuchó y conversó con ellos unos momentos, sin que se pudiera oír lo que se decían. Para terminar, Benedicto XVI les dio su bendición.
El grupo de víctimas, que hasta ahora ha sido desoído durante siete años por la Iglesia local, quedó muy satisfecho, como contó luego en rueda de prensa.
«Ha sido muy emocionante. Nosotros llorábamos, los obispos lloraban y el Papa tenía lágrimas en los ojos», relató Joseph Magro, uno de ellos. «He visto al Papa llorar de emoción y he sentido que me liberaba de un peso», dijo otro, Lawrence Grech. «No me esperaba excusas del Papa, pero he visto en él y en el obispo de Malta la humildad de la Iglesia, ha asumido el peso de las acciones de otros, ha sido muy valiente», añadió.
Según datos de la Iglesia maltesa, que puso en marcha en 1999 una oficina pionera para atender las denuncias de abusos, ha recibido un total de 45. De ellas, 19 fueron archivadas en procesos eclesiásticos, 13 siguen bajo investigación y otras tantas concluyeron con la culpabilidad de cuatro sacerdotes. El grupo de víctimas reiteró ayer que, no obstante, seguirá pidiendo justicia en los tribunales. «No queremos que otras personas sufran lo que nosotros sufrimos», concluyeron.
Fue el momento más destacado de la última jornada de la rápida visita del Papa a Malta. Pese a la nube volcánica, pudo regresar a Roma por la noche. Benedicto XVI ha centrado sus intervenciones en alabar y reforzar la identidad católica de Malta, donde desembarcó San Pablo en el año 60 y que por eso es una de las primeras naciones cristianas.
Actualmente, la religión mantiene una sólida posición, inédita en el resto de Europa. Por ejemplo, no tiene ley de divorcio. En la misa de ayer y en el encuentro con los jóvenes de la tarde, con unas 40.000 personas en cada acto, llamó a no abandonar estos valores. «La cultura actual promueve ideas y valores que a veces contrastan con los predicados por Cristo. A menudo son representados con un gran poder persuasivo, reforzados por los medios y la presión social de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil ser influenciado para aceptarlos», dijo a los jóvenes.
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