Ian Gibson libera la condición gay de la poesía de Lorca
El hispanista demuestra en su nuevo libro, 'Lorca y el mundo gay', la importancia de la condición sexual del poeta en su vida y obra literaria
PEIO H. RIAÑO - MADRID - 11/03/2009 01:35
Lorca tenía los enemigos cerca. Muy cerca. Fueron sus primos quienes le denunciaron, fue el marido de una prima lejana el autor material del asesinato, y fueron sus hermanos, Isabel y Francisco, quienes se empeñaron, como administradores de la memoria del poeta, en borrar todo rastro sobre la homosexualidad de Federico en su vida y en su obra literaria. Ni siquiera las grandes firmas encargadas de diseñar y contar la historia de nuestra literatura quisieron asumir la trascendencia de la condición sexual.
Como apunta el hispanista Ian Gibson en el fogoso prólogo de su nuevo libro Lorca y el mundo gay (Planeta), Francisco Rico, Domingo Ynduráin y Gustavo Domínguez, editores de la prestigiosa colección Letras Hispánicas de Cátedra, permitieron no incluir ni una palabra sobre la homosexualidad del poeta y su relación con su poesía en las largas introducciones críticas a las obras Poeta en Nueva York y El Público, en ediciones de 1987.
Tres años antes, se hicieron públicos en el diario ABC los Sonetos de amor oscuro, en los que trabajaba Lorca antes de ser asesinado. Sin embargo, el aparato adverso a la condición homosexual se encargó de censurar las evidencias. El talante del amor indudablemente masculino al que iba dirigido el soneto desapareció de manera tajante del título.
Francisco García Lorca, el hermano, se expresó con claridad la condición para publicar los versos inéditos en este periódico: deberían ser editados bajo el título de Sonetos, Sonetos amorosos o Sonetos de amor, nunca con su título original Sonetos del amor oscuro.
"Francisco García Lorca ya se había demostrado incapaz de afrontar o admitir la homosexualidad de su hermano", escribe Gibson sobre el tabú que trató de construir la familia en torno a la verdad del poeta.
Para Fernando Lázaro Carreter, quien escribió en la tercera del diario sobre lo publicado, lo oscuro de los sonetos tenía otro sentido. "Se refería esencialmente al ímpetu indomable, a los martirios ciegos del amor, a su poder para encender cuerpos y almas, y abrasarlos como hogueras que se queman".
Lorca tenía los enemigos cerca. Muy cerca. Fueron sus primos quienes le denunciaron, fue el marido de una prima lejana el autor material del asesinato, y fueron sus hermanos, Isabel y Francisco, quienes se empeñaron, como administradores de la memoria del poeta, en borrar todo rastro sobre la homosexualidad de Federico en su vida y en su obra literaria. Ni siquiera las grandes firmas encargadas de diseñar y contar la historia de nuestra literatura quisieron asumir la trascendencia de la condición sexual.
Como apunta el hispanista Ian Gibson en el fogoso prólogo de su nuevo libro Lorca y el mundo gay (Planeta), Francisco Rico, Domingo Ynduráin y Gustavo Domínguez, editores de la prestigiosa colección Letras Hispánicas de Cátedra, permitieron no incluir ni una palabra sobre la homosexualidad del poeta y su relación con su poesía en las largas introducciones críticas a las obras Poeta en Nueva York y El Público, en ediciones de 1987.
Tres años antes, se hicieron públicos en el diario ABC los Sonetos de amor oscuro, en los que trabajaba Lorca antes de ser asesinado. Sin embargo, el aparato adverso a la condición homosexual se encargó de censurar las evidencias. El talante del amor indudablemente masculino al que iba dirigido el soneto desapareció de manera tajante del título.
Francisco García Lorca, el hermano, se expresó con claridad la condición para publicar los versos inéditos en este periódico: deberían ser editados bajo el título de Sonetos, Sonetos amorosos o Sonetos de amor, nunca con su título original Sonetos del amor oscuro.
"Francisco García Lorca ya se había demostrado incapaz de afrontar o admitir la homosexualidad de su hermano", escribe Gibson sobre el tabú que trató de construir la familia en torno a la verdad del poeta.
Para Fernando Lázaro Carreter, quien escribió en la tercera del diario sobre lo publicado, lo oscuro de los sonetos tenía otro sentido. "Se refería esencialmente al ímpetu indomable, a los martirios ciegos del amor, a su poder para encender cuerpos y almas, y abrasarlos como hogueras que se queman".
Como comenta Ian Gibson, "el académico casi venía a sugerir que la homosexualidad del poeta era ajena a su creatividad poética". Y eso a pesar de la claridad masculina de estos versos: "Tú nunca entenderás lo que te quiero / porque duermes en mí y estás dormido. / Yo te oculto llorando, perseguido / por una voz de penetrante acero".
Casi 25 años después de la publicación e interpretación de estos sonetos, resulta ridícula aquella visión moralista con que la España más pacata quería untar al poeta más reconocido de nuestras letras.
Es más, el propio Vicente Aleixandre explicaba ciertamente alterado al también poeta andaluz José Luis Cano que "lo curioso es cómo en todos los artículos que acompañan a los sonetos se evita cuidadosamente la palabra homosexual, aunque se aluda a ello, pues nadie ignora que esos sonetos no están dedicados a una mujer. Se ve que todavía esa es una palabras tabú en España, en ciertos medios, como si el confesarlo fuese un descrédito para el poeta".
Aquí no se libra nadie
Sin embargo, los episodios de censura homófoba también sucedieron en publicaciones más cercanas a la sensibilidad política de Lorca. La incomodidad con la que aquella España negra vivía la homosexualidad del poeta hizo que la revista progresista El Mono Azul recortase en 1937 los magníficos versos de Luis Cernuda en Elegía a un poeta muerto.
Después de las cinco estrofas iniciales, una línea de puntos suspensivos cercenaba el final del poema. Lo que entonces no pudieron leer los lectores de la publicación decía: "Aquí la primavera luce ahora. / Mira los radiantes mancebos / Que vivo tanto amaste /Efímeros pasar juntos al fulgor del mar. / Desnudos cuerpos bellos que se llevan / Tras de sí los deseos / Con su exquisita forma y sólo encierran / Amargo zumo, que no alberga su espíritu / Un destello de amor ni de alto pensamiento".
"Lo que España no podía aceptar es que el poeta español más grande de todos los tiempos fuese homosexual. Hubo homofobia en los dos bandos, porque era un problema nacional, no se podía aceptar que en España hubiese homosexuales", cuenta vehemente Gibson.
Casi 25 años después de la publicación e interpretación de estos sonetos, resulta ridícula aquella visión moralista con que la España más pacata quería untar al poeta más reconocido de nuestras letras.
Es más, el propio Vicente Aleixandre explicaba ciertamente alterado al también poeta andaluz José Luis Cano que "lo curioso es cómo en todos los artículos que acompañan a los sonetos se evita cuidadosamente la palabra homosexual, aunque se aluda a ello, pues nadie ignora que esos sonetos no están dedicados a una mujer. Se ve que todavía esa es una palabras tabú en España, en ciertos medios, como si el confesarlo fuese un descrédito para el poeta".
Aquí no se libra nadie
Sin embargo, los episodios de censura homófoba también sucedieron en publicaciones más cercanas a la sensibilidad política de Lorca. La incomodidad con la que aquella España negra vivía la homosexualidad del poeta hizo que la revista progresista El Mono Azul recortase en 1937 los magníficos versos de Luis Cernuda en Elegía a un poeta muerto.
Después de las cinco estrofas iniciales, una línea de puntos suspensivos cercenaba el final del poema. Lo que entonces no pudieron leer los lectores de la publicación decía: "Aquí la primavera luce ahora. / Mira los radiantes mancebos / Que vivo tanto amaste /Efímeros pasar juntos al fulgor del mar. / Desnudos cuerpos bellos que se llevan / Tras de sí los deseos / Con su exquisita forma y sólo encierran / Amargo zumo, que no alberga su espíritu / Un destello de amor ni de alto pensamiento".
"Lo que España no podía aceptar es que el poeta español más grande de todos los tiempos fuese homosexual. Hubo homofobia en los dos bandos, porque era un problema nacional, no se podía aceptar que en España hubiese homosexuales", cuenta vehemente Gibson.
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