Parejas homosexuales en Kenia- AFP
Una nueva redada recrudece el acoso a los gays en África
Una veintena de detenidos en Senegal se exponen a penas hasta de cinco años
LALI CAMBRA - Ciudad del Cabo - 22/02/2008
Yoweri Museveni, presidente de Uganda: "Aquí (en Uganda) no tenemos homosexuales". Robert Mugabe, presidente de Zimbabue: "Los gays y lesbianas son peor que cerdos". Son sólo un ejemplo de la homofobia institucionalizada en África. En Senegal, que se creía un país moderado por ser de los pocos en incluir a los homosexuales en sus campañas antisida, desde hace un mes se vive una campaña homófoba iniciada con el arresto de veinte personas por asistir a una boda gay hace más de un año. Sólo una decena de los 53 países africanos no criminaliza a gays y lesbianas y sólo Suráfrica ha legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo.
En el resto del continente los homosexuales se pueden enfrentar a penas de tres años de prisión (la mayoría), a ser encarcelados de por vida (Uganda) o a la pena capital (Sudán o Nigeria).
Los detenidos en Senegal pueden ser condenados a penas de entre dos meses a cinco años de cárcel. No son los únicos. Desde hace más de cuatro meses, once hombres languidecen en una prisión de Camerún, uno de ellos con tan sólo 19 años. Su delito, ser homosexuales. Tres de ellos han sido condenados a multas y seis meses de prisión por "intento de cometer homosexualidad", mientras el resto se enfrenta a penas que pueden llegar a cinco años de cárcel. "Los otros detenidos los agreden. Uno de ellos tiene una herida en una pierna, causada por otro preso que dice que no quiere dormir con un sodomita. Han perdido mucho peso y están afectados física y psicológicamente", explica Steave Nemande, presidente de Alternativas-Camerún, una organización de defensa de los derechos humanos.
Las organizaciones gays africanas reclaman una mayor presión internacional a sus respectivos países para que se cambien las leyes antihomosexuales. "La comunidad internacional debería responsabilizar a nuestros gobiernos por la falta de libertades y de derechos humanos básicos", dice Chesterfield Samba, portavoz de GALZ (Gays y Lesbianas de Zimbabue) al asegurar que en su país, con un presidente como Mugabe, católico fundamentalista y homófobo, "la violencia contra las lesbianas está en aumento y la policía se pone del lado del agresor".
Un fenómeno similar ocurre en Kenia donde muchas lesbianas son forzadas a casarse y son víctimas de abusos sexuales o violaciones "correctivas".
La criminalización de gays y lesbianas tiene en África, además, otra terrible consecuencia: la marginación de millones de homosexuales de las campañas de prevención o tratamiento antisida, según denuncian los grupos activistas y ha señalado la propia ONU.
Un ejemplo de este ambiente homofóbico en Uganda es el caso de Victor Musaka, transexual de 32 años que forma parte de la Comisión Internacional para los Derechos Humanos de Gays y Lesbianas, (IGLHRC, en sus siglas en inglés. Vive en Kampala y cuando nació sus padres le llamaron Juliet. Estudió banca, pero lo echaron de sus trabajos por no acceder a llevar falda. Su casa fue arrasada por la policía y arrestaron a una de sus amigas. "Ahí dije que me plantaba", asegura. Ha decidido denunciar al Gobierno de Uganda por no proteger sus derechos como ciudadano. Su testimonio ilustra cómo ningún ámbito de la sociedad se libra de la intolerancia. Por ejemplo, tras la muerte de sus padres por sida y muy religioso, Víctor deambuló de congregación en congregación hasta encontrar una que le aceptara: "En una me obligaron a desnudarme, querían sacarme de dentro el espíritu de un hombre con una chaqueta a cuadros que decían que me poseía".
Suráfrica es la excepción honrosa del continente. No sólo protege los derechos de gays y lesbianas en su Constitución, una de las más progresistas del mundo, sino que, desde 2006, legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lejos de suponer un ejemplo a seguir, la iniciativa despertó una oleada de reacciones homófobas en el continente y algunos países como Nigeria, Uganda, Burundi o Congo, decidieron prohibir por ley estos enlaces.
Aún así, los grupos de activistas homosexuales de Suráfrica consideran que aún queda mucho por hacer. En el día del orgullo gay, celebrado el pasado año en Soweto, la marcha se centró en demandar justicia por el asesinato de dos lesbianas, Sizakele Sigasa y Salome Masooa. Habían sido violadas, mutiladas y ejecutadas de dos tiros en la nuca. La policía no considera que se trate de un asesinato homófobo, algo que ha enfurecido a las asociaciones.
Los detenidos en Senegal pueden ser condenados a penas de entre dos meses a cinco años de cárcel. No son los únicos. Desde hace más de cuatro meses, once hombres languidecen en una prisión de Camerún, uno de ellos con tan sólo 19 años. Su delito, ser homosexuales. Tres de ellos han sido condenados a multas y seis meses de prisión por "intento de cometer homosexualidad", mientras el resto se enfrenta a penas que pueden llegar a cinco años de cárcel. "Los otros detenidos los agreden. Uno de ellos tiene una herida en una pierna, causada por otro preso que dice que no quiere dormir con un sodomita. Han perdido mucho peso y están afectados física y psicológicamente", explica Steave Nemande, presidente de Alternativas-Camerún, una organización de defensa de los derechos humanos.
Las organizaciones gays africanas reclaman una mayor presión internacional a sus respectivos países para que se cambien las leyes antihomosexuales. "La comunidad internacional debería responsabilizar a nuestros gobiernos por la falta de libertades y de derechos humanos básicos", dice Chesterfield Samba, portavoz de GALZ (Gays y Lesbianas de Zimbabue) al asegurar que en su país, con un presidente como Mugabe, católico fundamentalista y homófobo, "la violencia contra las lesbianas está en aumento y la policía se pone del lado del agresor".
Un fenómeno similar ocurre en Kenia donde muchas lesbianas son forzadas a casarse y son víctimas de abusos sexuales o violaciones "correctivas".
La criminalización de gays y lesbianas tiene en África, además, otra terrible consecuencia: la marginación de millones de homosexuales de las campañas de prevención o tratamiento antisida, según denuncian los grupos activistas y ha señalado la propia ONU.
Un ejemplo de este ambiente homofóbico en Uganda es el caso de Victor Musaka, transexual de 32 años que forma parte de la Comisión Internacional para los Derechos Humanos de Gays y Lesbianas, (IGLHRC, en sus siglas en inglés. Vive en Kampala y cuando nació sus padres le llamaron Juliet. Estudió banca, pero lo echaron de sus trabajos por no acceder a llevar falda. Su casa fue arrasada por la policía y arrestaron a una de sus amigas. "Ahí dije que me plantaba", asegura. Ha decidido denunciar al Gobierno de Uganda por no proteger sus derechos como ciudadano. Su testimonio ilustra cómo ningún ámbito de la sociedad se libra de la intolerancia. Por ejemplo, tras la muerte de sus padres por sida y muy religioso, Víctor deambuló de congregación en congregación hasta encontrar una que le aceptara: "En una me obligaron a desnudarme, querían sacarme de dentro el espíritu de un hombre con una chaqueta a cuadros que decían que me poseía".
Suráfrica es la excepción honrosa del continente. No sólo protege los derechos de gays y lesbianas en su Constitución, una de las más progresistas del mundo, sino que, desde 2006, legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lejos de suponer un ejemplo a seguir, la iniciativa despertó una oleada de reacciones homófobas en el continente y algunos países como Nigeria, Uganda, Burundi o Congo, decidieron prohibir por ley estos enlaces.
Aún así, los grupos de activistas homosexuales de Suráfrica consideran que aún queda mucho por hacer. En el día del orgullo gay, celebrado el pasado año en Soweto, la marcha se centró en demandar justicia por el asesinato de dos lesbianas, Sizakele Sigasa y Salome Masooa. Habían sido violadas, mutiladas y ejecutadas de dos tiros en la nuca. La policía no considera que se trate de un asesinato homófobo, algo que ha enfurecido a las asociaciones.
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