domingo, 2 de septiembre de 2007

Dimite el senador republicano acusado de «lascivia», presionado por su partido




Dimite el senador republicano acusado de «lascivia», presionado por su partido



ANNA GRAU. SERVICIO ESPECIAL EN NUEVA YORK.
Más solo que la una. Así ha acabado sus días políticos el senador republicano por Idaho Larry Craig, que lo era desde hace veinticinco años. A la edad de 62, casado y padre de tres hijos, se va con el baldón de ser conservador homófobo por fuera y ligón de retrete por dentro. Y sin que nadie de su partido saque la cara por él. Más bien todos le han pedido a gritos que dimita. Ayer anunció que dejará su escaño el 30 de septiembre.
Eso significa que habrá transcurrido exactamente un mes entre el anuncio formal y la ejecución de la dimisión. ¿Por qué? Eso aún no se sabe. No parece que Craig se reserve para dar ninguna batalla. Aunque ayer insistió en defender su inocencia: «Yo no soy gay, yo no hago esas cosas», se le oye decir en la grabación policial que le incrimina, lo hacía con ánimo sombrío y no beligerante.
Era un hombre derrotado el que, acompañado de su sufrida esposa Suzanne, compareció en un aparcamiento donde sólo le aguardaban 200 incondicionales seguidores. «Larry te queremos», proclamó uno en voz alta. A lo mejor no era el eslogan más feliz.
El episodio por el que se detuvo a Craig el pasado 11 de junio en el aeropuerto internacional de Minneapolis, y por el que pagó una multa de 500 dólares (424 euros) -por «conducta lasciva»-, es difícil de relatar por su sordidez. Un policía de paisano, el sargento Dave Krasnia, contó que Craig le toqueteó con su pie y con su mano cuando orinaban en compartimentos contiguos de los baños del aeropuerto.
Disgusto policial
Al saber quién era Craig, parece que el primer disgustado fue el propio sargento Krasnia. «Me ha decepcionado usted mucho, señor. Yo espero este tipo de cosas de la gente que sacamos de la calle, no de usted, a quien la gente le vota», le espetó. Y se exclamaba: «Qué vergüenza, qué vergüenza, así no me extraña que nos vayamos a pique».
El senador Craig aún sostiene que la decisión de irse no es porque sea culpable, sino porque no hay bastante gente que crea en su inocencia, y eso, a su modo de ver, le inhabilita electoralmente en un Estado tan conservador como Idaho. «Pido perdón a mi familia, a los que tienen el coraje de apoyarme en estas circunstancias y al pueblo de Idaho por la pena que le he causado», declaró.
No está la cosa para ir regalando escaños. Los demócratas paladeaban ayer esta dimisión tras desayunarse con el anuncio de que John Warren, el carismático senador por Virginia que pidió la retirada simbólica de 5.000 soldados de Irak -una tercera vía entre lo que quiere el presidente Bush y lo que quieren los demócratas-, no optará a la reelección.
Warren se irá en 2008
La marcha de Warren abre la veda para que este estado, feudo republicano, pase a manos demócratas. Pero ni aún así se ha movilizado la maquinaria republicana para tratar de impedir que el viejo león de Virginia, veterano de la Segunda Guerra Mundial y de la de Corea, abandone su puesto desde el cual tanto incomoda a Bush.

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