Un transgénero murió mientras estaba en custodia de autoridades de inmigración, en EEUU.
Jorge Morales Almada
13 de agosto de 2007
Tenía 23 años y sida cuando murió. Víctor Arellano estaba bajo la custodia de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) desde hacía tres meses. Su madre, doña Olga Menéndez, dice que falleció porque no recibió la adecuada y oportuna atención médica.
"Necesitaba un doctor, necesitaba ir al hospital, pero no le hacieron caso, lo ignoraron", reclama la mamá, quien por su condición de indocumentada no podía visitarlo al centro de detención del ICE en San Pedro, pero a diario se comunicaba por teléfono.
"Lo trataban muy mal, porque mi hijo es homosexual o transexual, no sé, pero me dijo que a las personas como él las trataban muy mal, mucho más peor que a los demás".
Víctor, o Victoria como le decían sus amigos, murió la mañana del 20 de julio en el hospital de San Pedro Little Company of Mary, todavía encadenado del pie a la cama del hospital.
Víctor Arellano era biológicamente un hombre, pero se identificaba y vivía como una mujer transgénero. Originario de Guadalajara, Jalisco, era indocumentado en este país. A finales de abril lo detuvieron agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles en Hollywood por conducir bajo la influencia del alcohol. Tenía antecedentes por el mismo delito y como una corte de Ventura lo reclamaba por haber fallado a una audiencia, los oficiales lo entregaron a esa jurisdicción. Al cumplir una sentencia de varios días, el ICE lo retuvo y lo envió al centro de detención de San Pedro, donde estaba en proceso de deportación.
Víctor se rehusó a firmar una orden de deportación voluntaria argumentando que por sus preferencias sexuales en México sería discriminado. Por eso solicitó protección del gobierno estadounidense, por eso llevaba recluido tres meses en una celda del POD 4 junto con otro grupo de mujeres transgéneros, en el centro de detención de San Pedro.
Antes de ser detenido Víctor estaba en tratamiento para controlar el VIH, pero a partir de que lo detuvieron lo dejó. Eso, la falta de su medicamento, la falta de atención médica, considera la señora Menéndez, fue lo que lo mató.
Lori Haley, portavoz del ICE, dijo desconocer el caso y que para obtener información de lo sucedido habría que someter una solicitud bajo la Ley de Libre Información (FOIA). La Opinión hizo la petición, pero hasta el cierre de esta edición no se había obtenido respuesta.
"Mi hijo tenía el VIH, o sea, ya no era VIH, ya se había convertido en sida, ya tenía sida, estaba tomando medicamento, mucho medicamento que yo tengo aquí, le seguían llegando paquetes que le mandaban de Hollywood, él siempre iba al doctor allá, que porque allá tenían más ayuda ellos", comenta la madre.
"El 11 de julio me llamó para decirme que se estaba sintiendo muy mal, esa fue la última vez que hablé con él, pasaron como tres o cuatro días y yo ya estaba bien preocupada, porque él siempre estaba en comunicación conmigo y ya estaba muy desesperada hasta que recibí una llamada de allí del centro de detención de unas personas que estaban en la misma celda con mi hijo", cuenta la señora Menéndez la historia que ha podido reconstruir en base a llamadas telefónicas y cartas que ha recibido de quienes acompañaron a su hijo los últimos días de su existencia.
"Me dijeron que se la pasaba tirado en la cama sin comer y con fiebre alta, que no podía levantarse, que lo tenían que cargar al baño, que era una situación bien grave, pero que no les hacían caso", dice esta señora residente de Oxnard.
"Me llamaron el día 13 por la mañana, era un viernes, y me dijeron: ay señora, fíjese que ya se llevaron a su hijo al hospital, por fin, gracias a Dios y gracias a que aquí todos juntos nos unimos y nos pusimos en huelga y a gritarle a los guardias: ¡hospital, hospital, hospital!".
La Opinión obtuvo una carta fechada el 21 de julio firmada por internos de ese centro de detención en la que se denuncia un supuesto maltrato a quienes tienen preferencias sexuales distintas, así como la falta de cuidado médico.
"Ese mismo viernes (13 de julio) en el hospital nada más lo estabilizaron y lo regresaron al centro de detención, le dijeron que tomara mucho Tylenol y mucha agua, sólo lo estabilizaron y dijo que le habían dado esta droga muy fuerte para el dolor que les inyectan… morfina", dice la mamá.
El Consulado de México en Los Ángeles, a cargo del cónsul de protección, Marco Antonio Fraire, dijo la señora Menéndez, empezó una investigación de lo sucedido.
Mireya Magaña, portavoz del consulado, dijo que se le está brindando asistencia consular a la familia, pero que no podían dar información de lo sucedido debido a que todavía se realizaban las investigaciones y que era política del consulado no hablar de casos particulares.
"Después me llamaron un miércoles, el 18, me llamaron del ICE, como a las 11:00 de la mañana, me llamó un oficial que no recuerdo su nombre porque me puse muy mal, porque me dijo que mi hijo estaba en el hospital muy grave, que me iba a dar un permiso para que fuera a verlo, porque los doctores habían dicho que no iba a sobrevivir, que tenía una infección en los pulmones", recuerda la madre.
A la mamá de Víctor nada la consuela. Ella sólo sabe que perdió a su hijo. La última imagen que se llevó de él fue encadenado a una cama de hospital.
"Eran como las 11:20 del día 20, del viernes 20, mi hijo ya no abrió los ojos, sólo un último suspiro y la maquinita esa que está conectada a su corazón se puso en una raya", dice con los ojos humedecidos, el llanto atorado y la mirada perdida, como si todavía escuchara ese "beep" que le aturdió la vida.
"Necesitaba un doctor, necesitaba ir al hospital, pero no le hacieron caso, lo ignoraron", reclama la mamá, quien por su condición de indocumentada no podía visitarlo al centro de detención del ICE en San Pedro, pero a diario se comunicaba por teléfono.
"Lo trataban muy mal, porque mi hijo es homosexual o transexual, no sé, pero me dijo que a las personas como él las trataban muy mal, mucho más peor que a los demás".
Víctor, o Victoria como le decían sus amigos, murió la mañana del 20 de julio en el hospital de San Pedro Little Company of Mary, todavía encadenado del pie a la cama del hospital.
Víctor Arellano era biológicamente un hombre, pero se identificaba y vivía como una mujer transgénero. Originario de Guadalajara, Jalisco, era indocumentado en este país. A finales de abril lo detuvieron agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles en Hollywood por conducir bajo la influencia del alcohol. Tenía antecedentes por el mismo delito y como una corte de Ventura lo reclamaba por haber fallado a una audiencia, los oficiales lo entregaron a esa jurisdicción. Al cumplir una sentencia de varios días, el ICE lo retuvo y lo envió al centro de detención de San Pedro, donde estaba en proceso de deportación.
Víctor se rehusó a firmar una orden de deportación voluntaria argumentando que por sus preferencias sexuales en México sería discriminado. Por eso solicitó protección del gobierno estadounidense, por eso llevaba recluido tres meses en una celda del POD 4 junto con otro grupo de mujeres transgéneros, en el centro de detención de San Pedro.
Antes de ser detenido Víctor estaba en tratamiento para controlar el VIH, pero a partir de que lo detuvieron lo dejó. Eso, la falta de su medicamento, la falta de atención médica, considera la señora Menéndez, fue lo que lo mató.
Lori Haley, portavoz del ICE, dijo desconocer el caso y que para obtener información de lo sucedido habría que someter una solicitud bajo la Ley de Libre Información (FOIA). La Opinión hizo la petición, pero hasta el cierre de esta edición no se había obtenido respuesta.
"Mi hijo tenía el VIH, o sea, ya no era VIH, ya se había convertido en sida, ya tenía sida, estaba tomando medicamento, mucho medicamento que yo tengo aquí, le seguían llegando paquetes que le mandaban de Hollywood, él siempre iba al doctor allá, que porque allá tenían más ayuda ellos", comenta la madre.
"El 11 de julio me llamó para decirme que se estaba sintiendo muy mal, esa fue la última vez que hablé con él, pasaron como tres o cuatro días y yo ya estaba bien preocupada, porque él siempre estaba en comunicación conmigo y ya estaba muy desesperada hasta que recibí una llamada de allí del centro de detención de unas personas que estaban en la misma celda con mi hijo", cuenta la señora Menéndez la historia que ha podido reconstruir en base a llamadas telefónicas y cartas que ha recibido de quienes acompañaron a su hijo los últimos días de su existencia.
"Me dijeron que se la pasaba tirado en la cama sin comer y con fiebre alta, que no podía levantarse, que lo tenían que cargar al baño, que era una situación bien grave, pero que no les hacían caso", dice esta señora residente de Oxnard.
"Me llamaron el día 13 por la mañana, era un viernes, y me dijeron: ay señora, fíjese que ya se llevaron a su hijo al hospital, por fin, gracias a Dios y gracias a que aquí todos juntos nos unimos y nos pusimos en huelga y a gritarle a los guardias: ¡hospital, hospital, hospital!".
La Opinión obtuvo una carta fechada el 21 de julio firmada por internos de ese centro de detención en la que se denuncia un supuesto maltrato a quienes tienen preferencias sexuales distintas, así como la falta de cuidado médico.
"Ese mismo viernes (13 de julio) en el hospital nada más lo estabilizaron y lo regresaron al centro de detención, le dijeron que tomara mucho Tylenol y mucha agua, sólo lo estabilizaron y dijo que le habían dado esta droga muy fuerte para el dolor que les inyectan… morfina", dice la mamá.
El Consulado de México en Los Ángeles, a cargo del cónsul de protección, Marco Antonio Fraire, dijo la señora Menéndez, empezó una investigación de lo sucedido.
Mireya Magaña, portavoz del consulado, dijo que se le está brindando asistencia consular a la familia, pero que no podían dar información de lo sucedido debido a que todavía se realizaban las investigaciones y que era política del consulado no hablar de casos particulares.
"Después me llamaron un miércoles, el 18, me llamaron del ICE, como a las 11:00 de la mañana, me llamó un oficial que no recuerdo su nombre porque me puse muy mal, porque me dijo que mi hijo estaba en el hospital muy grave, que me iba a dar un permiso para que fuera a verlo, porque los doctores habían dicho que no iba a sobrevivir, que tenía una infección en los pulmones", recuerda la madre.
A la mamá de Víctor nada la consuela. Ella sólo sabe que perdió a su hijo. La última imagen que se llevó de él fue encadenado a una cama de hospital.
"Eran como las 11:20 del día 20, del viernes 20, mi hijo ya no abrió los ojos, sólo un último suspiro y la maquinita esa que está conectada a su corazón se puso en una raya", dice con los ojos humedecidos, el llanto atorado y la mirada perdida, como si todavía escuchara ese "beep" que le aturdió la vida.
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