Un tercio de los jóvenes presenta actitudes homófobas hacia los chicos de su edad
vitoria.d udas, inseguridad, baja autoestima... La edad del pavo es, para muchos, una de las etapas más duras de la vida. Pero el laberinto es aún mayor cuando a esos problemas se unen la incomprensión, la marginación y el rechazo de los chavales de tu edad. Lo saben muy bien los adolescentes homosexuales, cuyas experiencias recoge un informe elaborado por el colectivo Cogam que, bajo el título Adolescencia y sexualidades minoritarias, voces desde la exclusión , desvela que el respeto a las orientaciones sexuales diferentes de la heterosexualidad son aún una asignatura pendiente de los jóvenes de hoy.
"No es bueno generalizar y decir que todos los jóvenes son homófobos, pero hay un tercio que sí lo es, y eso hace mucho daño", explica Ignacio Pichardo, uno de los antropólogos que elaboraron el informe. No en vano, el rechazo a los homosexuales expresado por ese 33% hace que "el miedo a la agresión planee constantemente sobre sus vidas". De hecho, "los insultos son una constante" en el día a día de los jóvenes homosexuales, bisexuales o transexuales. Es una de las conclusiones del estudio que insiste en que, en pleno siglo XXI, reconocer públicamente que no se es heterosexual es un paso de alto riesgo.
Paliza en la Aste Nagusia "Lo peor fue una paliza que me dieron en el Paseo Nuevo de Donostia durante la Aste Nagusia un grupo de siete tíos por el hecho de ser gay. No tuve marcas así que no pude denunciar, pero aquella humillación, sentir que tu vida no vale nada y estar a punto de tirarte por un acantilado... es muy doloroso", relata Jaime, uno de los chavales que participó en el trabajo de Cogam.
Otra conclusión del informe es que el mayor rechazo de estos jóvenes se vive en los centros de estudio. "Un instituto no es un espacio seguro para gays, lesbianas, transexuales o bisexuales", confirman los expertos. Y es que "la adolescencia y los centros educativos son tiempos y espacios donde la homofobia se exacerba", cree Pichardo
"En el instituto había unos cuantos chicos que me gritaban 'maricón' y hacían coñas en el vestuario, con todos los rollos esos de las pastillas de jabón", confiesa Goxoa, otro de los jóvenes que no tiene problema en contar su experiencia.
En la misma línea, David, un joven transexual masculino, destaca otra dura experiencia de su centro de estudio: "Recuerdo haber bajado a los baños de chicas y había una pintada en una de las puertas que decía: 'Hay que matar a la secta de lesbianas'. Estaban mis iniciales y las de mi novia".
La denuncia de Cogam no se refiere sólo a la actitud de los compañeros, también hace alusión a los docentes. "En muchos casos el profesorado ignora la situación de violencia y acoso en la escuela, en otras se refuerza el discurso homófobo, pero en general se hace poco para solucionarlo", concluye.
El fenómeno está tan extendido que incluso tiene un nombre que lo identifica. Con los términos "contagio del estigma", Pichardo explica que "muchos profesores no se implican en la defensa de los alumnos que sufren acoso homófobo por el miedo a que piensen que ellos también son gays o lesbianas".
Pero la investigación subraya también aspectos positivos que dejan abierta una puerta a la esperanza. Destaca las familias de jóvenes no heterosexuales que muestran aceptación hacia sus hijos. "Es un fenómeno nuevo, antes era imposible", celebra el antropólogo. Es precisamente lo que le ocurrió a Jaime, el joven donostiarra que, tras contarle a su ama que era gay, dice que "ella lo es todo para mí, su apoyo es primordial".
"No es bueno generalizar y decir que todos los jóvenes son homófobos, pero hay un tercio que sí lo es, y eso hace mucho daño", explica Ignacio Pichardo, uno de los antropólogos que elaboraron el informe. No en vano, el rechazo a los homosexuales expresado por ese 33% hace que "el miedo a la agresión planee constantemente sobre sus vidas". De hecho, "los insultos son una constante" en el día a día de los jóvenes homosexuales, bisexuales o transexuales. Es una de las conclusiones del estudio que insiste en que, en pleno siglo XXI, reconocer públicamente que no se es heterosexual es un paso de alto riesgo.
Paliza en la Aste Nagusia "Lo peor fue una paliza que me dieron en el Paseo Nuevo de Donostia durante la Aste Nagusia un grupo de siete tíos por el hecho de ser gay. No tuve marcas así que no pude denunciar, pero aquella humillación, sentir que tu vida no vale nada y estar a punto de tirarte por un acantilado... es muy doloroso", relata Jaime, uno de los chavales que participó en el trabajo de Cogam.
Otra conclusión del informe es que el mayor rechazo de estos jóvenes se vive en los centros de estudio. "Un instituto no es un espacio seguro para gays, lesbianas, transexuales o bisexuales", confirman los expertos. Y es que "la adolescencia y los centros educativos son tiempos y espacios donde la homofobia se exacerba", cree Pichardo
"En el instituto había unos cuantos chicos que me gritaban 'maricón' y hacían coñas en el vestuario, con todos los rollos esos de las pastillas de jabón", confiesa Goxoa, otro de los jóvenes que no tiene problema en contar su experiencia.
En la misma línea, David, un joven transexual masculino, destaca otra dura experiencia de su centro de estudio: "Recuerdo haber bajado a los baños de chicas y había una pintada en una de las puertas que decía: 'Hay que matar a la secta de lesbianas'. Estaban mis iniciales y las de mi novia".
La denuncia de Cogam no se refiere sólo a la actitud de los compañeros, también hace alusión a los docentes. "En muchos casos el profesorado ignora la situación de violencia y acoso en la escuela, en otras se refuerza el discurso homófobo, pero en general se hace poco para solucionarlo", concluye.
El fenómeno está tan extendido que incluso tiene un nombre que lo identifica. Con los términos "contagio del estigma", Pichardo explica que "muchos profesores no se implican en la defensa de los alumnos que sufren acoso homófobo por el miedo a que piensen que ellos también son gays o lesbianas".
Pero la investigación subraya también aspectos positivos que dejan abierta una puerta a la esperanza. Destaca las familias de jóvenes no heterosexuales que muestran aceptación hacia sus hijos. "Es un fenómeno nuevo, antes era imposible", celebra el antropólogo. Es precisamente lo que le ocurrió a Jaime, el joven donostiarra que, tras contarle a su ama que era gay, dice que "ella lo es todo para mí, su apoyo es primordial".
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