domingo, 1 de julio de 2007

Homosexualidad y Memoria histórica




Homosexualidad y Memoria histórica




Nerea Martínez Cerrillo.-Eusko Alkartasuna de Laudio


Las justas reclamaciones sobre la necesidad de memoria histórica en lo referente a la represión política franquista han olvidado la represión “moral” que un sector de la sociedad, por sentir de forma distinta a la establecida, experimentó durante las más de tres décadas de dictadura. En un día de reivindicación como es la del orgullo gay, debemos unir la necesidad de reparación de la memoria histórica para los perseguidos políticamente, con el resarcimiento para con un colectivo que sin tener connotaciones políticas sufrió la persecución, la cárcel y el desprecio por parte del mismo régimen machista que discriminaba legalmente a la mujer, sometiéndola al hombre y llegando incluso, en el plano penal, a castigarla más duramente que a éste por la comisión de ciertos delitos como el adulterio.
Al amparo de la famosa Ley de vagos y maleantes y la ley de peligrosidad social, miles de ciudadanos, según la asociación de ex-presos sociales, alrededor de 4000, sufrieron penas de cárcel que oscilaban entre los 3 meses y los cuatro años, siendo recluidos en centros penitenciarios especiales, los homosexuales masculinos activos a Huelva y los pasivos a Badajoz. Según la Ley de vagos y maleantes que introdujo en 1954 la tipificación de la homosexualidad como delito, las condenas solían suponer la prohibición de residir en determinado lugar o territorio y la obligación de declarar su domicilio, así como la sumisión a la vigilancia de los delegados (sic). A todo ello había que añadirle el hecho de que una vez cumplida la condena, aún se vivían los estigmas sociales de la misma, ya que durante un año no podían vivir en su antiguo domicilio, y además, el haber sido condenado por homosexualidad era suficiente para no volver a conseguir trabajo, incluso donde antes se estuvo empleado. En la década de los setenta con la Ley de Peligrosidad social, se introdujeron medidas que querían dar un enfoque mas humano en el tratamiento de la homosexualidad. Dichas medidas “humanas” se basaban en tratamientos de electro-schok.
Tuvieron que pasar veinte años desde la muerte del dictador y dieciocho desde las primeras elecciones democráticas, para que con la aprobación del Código Penal de la Democracia en 1995 desaparecieran los últimos efectos legales de la represión moral franquista contra el colectivo homosexual. Como hemos venido defendiendo desde Eusko Akartasuna en relación a la represión política franquista, en lo referente a la persecución del colectivo homosexual, ,creemos igualmente que recordar y exigir reparación es evitar que vuelva a ocurrir.

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