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viernes, 10 de octubre de 2008

Un súper juez gay enemigo de convencionalismos sociales



Gorka y yo nunca hemos ocultado nuestra relación sin hacer proselitismo ni exhibicionismo siempre lo hemos llevado normalmente”. Con estas palabras el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska, hablaba de su relación con el amor de su vida en la única entrevista intimista concedida a Rosa Montero para El País.
Discreto y poco amigo de que su cara aparezca en los medios por motivos personales, desnudó su corazón ante España entera para proclamar que no tenía porqué ocultar su homosexualidad. Es un ejemplo para aquellos que no se atreven a hablar por miedo al rechazo y los convencionalismos sociales. Y es que Grande-Marlaska sabe muy bien que no es lo mismo vivir en la capital que en un pequeño pueblo donde todo el mundo conoce tu vida y te apuntan con el dedo.
La eficiencia demostrada por Grande-Marlaska en el plano profesional por instruir casos como el del desmantelamiento del aparato de extorsión de ETA, Otegi, Forum Filatélica, la prohibición de manifestaciones contra la ilegalización de ANV o el Yak-42 que le costó la vida a 62 militares españoles le ha llevado a saltar a la palestra informativa y ganarse a pulso el apelativo de “Super Juez”.
Sobre todo, después de enterarnos que estaba en el punto de mira de la ETA que planeaba atentar contra su vida en su residencia vacacional de un pueblo de La Rioja. Pero sin duda alguna, el trago más difícil que tuvo que pasar en su vida fue el día en el que se enfrentó a su madre para decirle que se había casado con su novio de nueve años. Sorprendentemente lo aceptó con naturalidad y Grande-Marlaska se estará arrepintiendo de no contar en la ceremonia con una de las personas más importantes de su vida.Grande-Marlaska afirma que la ley de matrimonios homosexuales, es una ley pedagógica, para que las nuevas generaciones vean ese estilo de vida como algo normalizado.
De hecho, se lamenta de no haber tenido este ejemplo a los 18 años, porque le habría ayudado tal y como reconoce: "Yo tuve clara mi orientación sexual desde muy joven, pero perdí 25 años de mi vida afectiva por la ley del silencio. Hasta los 35 años no lo llegué a reconocer ante todo el mundo. La última fue mi madre con la que perdí cinco años de relación porque no aceptaba a mi pareja.
Fue en los años setenta y ochenta cuando aún existía la ley de peligrosidad y rehabilitación social". Esa ley consideraba a los homosexuales delincuentes y con ella muchos acabaron en reformatorios o en la cárcel.
A pesar de su timidez, el juez de la Audiencia Nacional está muy comprometido con las causas sociales y prestó su imagen para compartir cartel con el presentador de televisión Jesús Vázquez y el showman Boris Izaguirre en una campaña de Sanidad para promover el uso del preservativo entre hombres que practican sexo con varones, ante el repunte del sida en este colectivo.
De esta campaña se ha dicho que la participación de 'tres ciudadanos de prestigio' en la iniciativa es un motor para sensibilizar, motivar e implicar a la comunidad gay en la respuesta y prevención del VIH.
Marlaska representa la lucha por una España más libre donde se pueda ser tan vasco como español sin miedo a represalias y ha demostrado que dos hombres pueden casarse sin enfrentar el rechazo social. Contra Grande-Marlaska se ha desplegado una obscena campaña de desprestigio, acusándole de obstaculizar el proceso de paz en el País Vasco.
Se ha enfrentado a la espesa capa de totalitarismo y asfixia social impuesta en Euskadi por el nacionalismo excluyente.
Con 37 años asumió un puesto en la Audiencia Provincial de Bilbao donde otros jueces con más méritos y experiencia no se atrevieron a ocupar por el peligro que conllevaba y, de ahí, un paso para la Audiencia Nacional. La trayectoria de Grande-Marlaska es la de alguien que, desde una inequívoca sensibilidad progresista, se enfrenta a cualquier tipo de totalitarismo y es capaz abiertamente de declarar su homosexualidad despertando el respeto y la admiración por parte de sus compañeros de profesión incluidos aquellos más conservadores.
Defensa de la libertad, honradez e independencia son tres de las virtudes de un hombre que ha dado un ejemplo a la sociedad de compaginar con elegancia su vida profesional y personal junto a Gorka.

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