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jueves, 28 de junio de 2012

Gipuzkoa ha registrado casi 300 matrimonios gays en siete años

Los primeros. Joaquín Garrido y Josean Zapirain se casaron en 2005.






El Día del Orgullo Gay denuncia hoy «la incertidumbre» que supone la espera de la decisión del Tribunal Constitucional. El colectivo teme «una vuelta atrás» si prospera el recurso del PP

A estas alturas, siete años después de aprobarse la reforma del Código Civil que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo, sigue siendo necesario reivindicar ese derecho recogido en la ley. El colectivo gay, que hoy celebra su día, se siente más respaldado por la sociedad, pero «desamparado» desde el punto de vista jurídico, ya que sigue pendiente la resolución del Tribunal Constitucional sobre el recurso presentado por el PP en septiembre de 2005. «Es una espada de Damocles que nos hace vivir en la incertidumbre e inseguridad», resume Javi Ormazabal, coordinador de la asociación Gehitu. Temerosos de que los juristas den «marcha atrás» a la ley, hoy quieren hacer visible ese apoyo al reconocimiento de sus derechos como personas bajo el lema 'Matrimonio igualitario, igualdad sin recortes'.

Desde julio de 2005, se han celebrado en España 18.214 matrimonios entre personas del mismo sexo (12.015 entre hombres y 6.199 entre mujeres), según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), actualizadas a fecha de 2010. En el mismo periodo se han roto 578 de estas relaciones mediante separaciones y divorcios. En Gipuzkoa se han contabilizado 296 bodas (813 en total en toda Euskadi) hasta finales de 2011, los últimos datos disponibles en el Eustat.

Los primeros en Gipuzkoa en formalizar su compromiso y reivindicar así su «dignidad» como personas fueron Joaquín Garrido y Josean Zapirain. Lo recuerdan desde la sede de Gehitu en Donostia, de la que son socios. Este año cumplen sus bodas de plata como pareja. Aquel mediodía del 4 de julio de 2005 -el primer día hábil para inscribirse- las cámaras y periodistas esperaban a las puertas del Registro Civil de Donostia, que ellos cruzaron asombrados por la expectación. «No perdimos ni un segundo -recuerda Joaquín-. Llevábamos años viviendo con la angustia de qué iba a ocurrir si a alguno de los dos nos pasaba algo». Las prisas para acogerse a la ley desde el primer día también fueron una forma de reconocer que existía una deuda histórica pendiente. «Queríamos dejar constancia de que nuestra reivindicación no era baladí, había que ponerla en valor», añade Josean. Semanas más tarde, se casaron en el mismo juzgado. «Firmamos y volvimos a nuestros trabajos. No hicimos ninguna celebración».

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