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viernes, 1 de julio de 2011

Orgullo Gay de Madrid: Y Chueca no se puso los auriculares



Estrepitoso fracaso de la primera sesión de DJ silenciosa tras la polémica del ruido en las fiestas del Orgullo

Primer experimento fallido. El Orgullo con cascos no funcionó. Tras la polémica del ruido, la idea de mantener el protagonismo de la plaza de Chueca a costa de perder la música, o mejor dicho, escucharla con auriculares, no convenció a casi nadie.

A las 21.00 de ayer, decenas de personas se congregaban en la plaza más simbólica del barrio gay de la capital, pero la mayor parte de ellas acudía sin auriculares para poder oír la sesión de DJ que se avecinaba y que pretendía convertir aquello en una fiesta. Por primera vez en su historia, las tradicionales fiestas de los colectivos de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales (LGTB) se ponían los cascos. Las protestas vecinales por el ruido surtieron efecto, pero ayer Chueca no bailaba.

Una normativa del Ayuntamiento prohíbe autorizar límites especiales de ruido en zonas, como resulta ser el caso de la plaza de Chueca, que tengan centros sociosanitarios a menos de 150 metros. Esa fue la base sobre la que se apoyaron algunas asociaciones de vecinos del barrio para tratar de impedir la celebración de la fiesta. Pero los organizadores de un Orgullo que ya se ha hecho internacional apostaron por algo exótico: auriculares para todos. Lo que fuera, con tal de que el epicentro del barrio, su plaza más emblemática, siguiera manteniendo el liderazgo de la fiesta en la que, además de volver a llamar la atención sobre los riesgos del sida, como ocurre este año, los colectivos de homosexuales reivindican su espacio físico y social.

Ya lo decía Dj Bee antes de comenzar ayer su sesión: "Esto es una prueba, una primera vez para todos, a ver qué tal sale. Pero yo veo a la gente muy despistada".

Y así fue, apenas tres grupos de tres o cuatro personas asistieron al lugar con sus auriculares y no hubo reparto de cascos por parte de la organización como estaba previsto. Una pantalla grande con la imagen de alguien escuchando música con audífonos era toda la orientación que podía encontrar el recién llegado.

Dos gogós subidos en sendas plataformas, ubicadas a ambos lados de la cabina del DJ, trataban de orientar a una mayoría, incapaz de escuchar la música: "Ahora, ¡subidón!", gritaban sin perder el ritmo que seguían casi solos, y levantaban los brazos tratando de animar una fiesta imposible en la que la decepción dio lugar a la risa.

"Esto es antisocial, no podemos hablar y escuchar música a la vez, cada vez que me agacho a coger el litro del suelo o me muevo le arranco los cascos a él, nos hemos convertido en los frikis de la fiesta, en protagonistas por un día, pero bueno, es el Orgullo", decía uno de los pocos jóvenes que compartía cascos con un amigo creando un cierto efecto siamés.

"Se oye igual que la radio, depende del volumen al que te lo pongas lo escuchas más o menos, no tiene nada que ver esta manera de escuchar música con colegas", decía otra chica que llevaba los suyos propios y estaba con otros dos amigos con cascos intentando disfrutar de la sesión.

Pero la plaza apenas se movía. Y los comentarios de quien trataba de sumarse a la fiesta eran del tipo: "Esto es una basura", "falla mogollón", "así no se puede", "no sé ni qué frecuencia tengo que sintonizar"... Mientras, Dj Tania intentaba darlo todo en la cabina y Dj Bee se preparaba para su momento estelar: "Es imposible que esto funcione igual que si todo el mundo estuviera escuchando la música, no fluye la energía porque precisamente la música hace de canal".

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