
"En Arnedo con Leopoldo Alas" Por Jose Infante; homenaje al escritor este pasado día 1
Con el mal sabor de boca de la polémica sobre las supuestas declaraciones de la Reina de España puestas en un libro por esa desalmada supernumeraria del Opus Dei, que aún no sé por qué pasa por ser una buena y rigurosa periodista, (con los libros mentira que tiene a sus espaldas) llamada Pilar Urbano XVI, tomo un AVE con Luis Martínez de Merlo camino de Arnedo, La Rioja, para recordar a nuestro querido amigo, Leopoldo Alas, que nos abandonó desafortunadamente el pasado 1 de agosto.
Por Jose Infante-. Desde ese mismo día- incapaz de asumir que se haya ido para siempre- he tenido la impresión que Leopoldo nos está gastando una pesadísima broma a todos nosotros y que en cualquier momento aparecerá tan campante. Pienso, en realidad, mientras a toda velocidad atravesamos kilómetros y kilómetros hacia su pueblo, que a lo mejor lo que ha querido es que todos nos reunamos en Arnedo y allí aparecer él finalmente, vivito y coleando, como yo le dejé un día de junio con la promesa de volver a vernos tres días después para seguir preparando nuestro libro sobre "Mártires del sexo".
En la estación del AVE en Zaragoza, que es lo más parecido al desierto de la Patagonia, nos espera Remedios, la diputada que es una de las personas que ha creado la Asociación Cultural Leopoldo Alas, que es la que nos reúne en torno a su nombre para ofrecerle un Homenaje. Una hora después estamos en Arnedo, donde en una huertecita encantadora Reme y sus amigos y familiares no han preparado un menú típicamente riojano, una caldereta y unos huevos a la brasa. Descansamos un poco en el Hotel El Virrey, cuyo dueño José Luis, ya lo era del Hotel Comercio, en cuyas dependencias, en la calle Libertad nació Leopoldo casualmente el día 4 de septiembre de 1962. Leopoldo presumió siempre de haber nacido en Arnedo. Le parecía que ser de Madrid es una vulgaridad. Y no le faltaba razón. Yo tampoco soy madrileño. Nací en Málaga, pero a mi nadie me lo ha agradecido nunca, con lo que yo presumo de boquerón.
La primera sorpresa es encontrarnos con un teatro Cervantes que para sí quisiera cualquier gran capital de España. Tres horas y media duró el Homenaje y no hubo in solo minuto en el que no se respirara la emoción, y la poesía. Hubo poetas, que leímos sus poemas,- o los a él dedicados- hubo políticos que cumplieron con su cometido, sobre todo Pedro Zerolo, que recordó su militancia en el único partido que pueden estar los poetas, el de al tolerancia, el de la Libertad y en la defensa de la igualdad de derechos para todos, en el partido de los desfavorecidos por la fortuna. Hubo música de Tino y Cristina, el show de Merlo, la actuación de Carlos Borsaní , multitud de amigos que tuvieron todo el rato los ojos húmeros, Paz, Fernando del Moral, Ángel, Amelia, Máximo, Pedro Lacalle y los suyos, el guapísimo Esteban, Juan, Pilar, Daniel Garbade y José Miguel, Javier Esteban, Jesús, sus guapísimos sobrinos –los de Polo- y las temblorosas palabras de Ramón Alas, su padre, de Estela, de Olga y de Ramón, sus hermanos y los ojos húmedos de Mary Carmen su madre que ante la placa que recordará ya para siempre que allí nació Leopoldo Alas Minguez, declaraba que sus meses en Arnedo habían sido los más felices de su vida. ¡Vaya homenaje a su hijo y a Arnedo!. Estaba allí la fiel Cristina, que cuidó nuestras casas tanto tiempo y a la que le brillaban los ojos más de lo habitual. Luego desapareció en la noche, mientras José Luis nos invitaba a una cena en la que aún se hizo más evidente- si eso era posible- la ausencia de Leopoldo, que al parecer no nos ha gastado una broma, sino que nos ha hecho una gran putada yéndose a ese lugar del que nadie vuelve, pero en el que a todos nos esperan.
Sólo hubo dos fallos, en una maravillosa, sorprendente y magnífica organización y en el desarrollo del acto, un ministro ignorante que habló de una larga enfermedad que jamás existió (ya podía enterarse mejor de lo que dice que tiene muchos asesores) y alguien que aseguró- con buena fe sin duda- que Leopoldo no hablaba nunca mal de nadie. Hablaba fatal pero sólo de los que se lo merecían. Como todos nosotros.
( Por ejemplo, él era republicano, como todos nosotros, pero admiraba y respetaba a la Reina Sofía. Estoy seguro que se hubiera unido al coro de los que no dejamos aquella noche del maldecir a la supernumeraria del Opus, llamada Pilar Urbano, (tal vez una lesbiana que ha superado la cosa haciéndose monja de monseñor Escrivá, que –como todo el mundo sabe- era una locaza que le gustaba imitar a Conchita Piquer y a Juanita Reina) A finales de los años ochenta Leopoldo, la escritora catalana Mercedes Abad, Julito Romero, Luis Guillermo, algunos otros que no recuerdo, y yo mismo fundamos en El Corazón Negro, el partido postmonárquico “Flor de lis”, que no llegó a prosperar, pero entre cuyos proyectos estaba el hacer rey a doña Sofía y en sucesora a doña Elena de Borbón, porque todos éramos elenistas. Yo sigo guardando los estatutos.
El regreso fue triste porque Leopoldo no nos esperaba en Atocha.
En la estación del AVE en Zaragoza, que es lo más parecido al desierto de la Patagonia, nos espera Remedios, la diputada que es una de las personas que ha creado la Asociación Cultural Leopoldo Alas, que es la que nos reúne en torno a su nombre para ofrecerle un Homenaje. Una hora después estamos en Arnedo, donde en una huertecita encantadora Reme y sus amigos y familiares no han preparado un menú típicamente riojano, una caldereta y unos huevos a la brasa. Descansamos un poco en el Hotel El Virrey, cuyo dueño José Luis, ya lo era del Hotel Comercio, en cuyas dependencias, en la calle Libertad nació Leopoldo casualmente el día 4 de septiembre de 1962. Leopoldo presumió siempre de haber nacido en Arnedo. Le parecía que ser de Madrid es una vulgaridad. Y no le faltaba razón. Yo tampoco soy madrileño. Nací en Málaga, pero a mi nadie me lo ha agradecido nunca, con lo que yo presumo de boquerón.
La primera sorpresa es encontrarnos con un teatro Cervantes que para sí quisiera cualquier gran capital de España. Tres horas y media duró el Homenaje y no hubo in solo minuto en el que no se respirara la emoción, y la poesía. Hubo poetas, que leímos sus poemas,- o los a él dedicados- hubo políticos que cumplieron con su cometido, sobre todo Pedro Zerolo, que recordó su militancia en el único partido que pueden estar los poetas, el de al tolerancia, el de la Libertad y en la defensa de la igualdad de derechos para todos, en el partido de los desfavorecidos por la fortuna. Hubo música de Tino y Cristina, el show de Merlo, la actuación de Carlos Borsaní , multitud de amigos que tuvieron todo el rato los ojos húmeros, Paz, Fernando del Moral, Ángel, Amelia, Máximo, Pedro Lacalle y los suyos, el guapísimo Esteban, Juan, Pilar, Daniel Garbade y José Miguel, Javier Esteban, Jesús, sus guapísimos sobrinos –los de Polo- y las temblorosas palabras de Ramón Alas, su padre, de Estela, de Olga y de Ramón, sus hermanos y los ojos húmedos de Mary Carmen su madre que ante la placa que recordará ya para siempre que allí nació Leopoldo Alas Minguez, declaraba que sus meses en Arnedo habían sido los más felices de su vida. ¡Vaya homenaje a su hijo y a Arnedo!. Estaba allí la fiel Cristina, que cuidó nuestras casas tanto tiempo y a la que le brillaban los ojos más de lo habitual. Luego desapareció en la noche, mientras José Luis nos invitaba a una cena en la que aún se hizo más evidente- si eso era posible- la ausencia de Leopoldo, que al parecer no nos ha gastado una broma, sino que nos ha hecho una gran putada yéndose a ese lugar del que nadie vuelve, pero en el que a todos nos esperan.
Sólo hubo dos fallos, en una maravillosa, sorprendente y magnífica organización y en el desarrollo del acto, un ministro ignorante que habló de una larga enfermedad que jamás existió (ya podía enterarse mejor de lo que dice que tiene muchos asesores) y alguien que aseguró- con buena fe sin duda- que Leopoldo no hablaba nunca mal de nadie. Hablaba fatal pero sólo de los que se lo merecían. Como todos nosotros.
( Por ejemplo, él era republicano, como todos nosotros, pero admiraba y respetaba a la Reina Sofía. Estoy seguro que se hubiera unido al coro de los que no dejamos aquella noche del maldecir a la supernumeraria del Opus, llamada Pilar Urbano, (tal vez una lesbiana que ha superado la cosa haciéndose monja de monseñor Escrivá, que –como todo el mundo sabe- era una locaza que le gustaba imitar a Conchita Piquer y a Juanita Reina) A finales de los años ochenta Leopoldo, la escritora catalana Mercedes Abad, Julito Romero, Luis Guillermo, algunos otros que no recuerdo, y yo mismo fundamos en El Corazón Negro, el partido postmonárquico “Flor de lis”, que no llegó a prosperar, pero entre cuyos proyectos estaba el hacer rey a doña Sofía y en sucesora a doña Elena de Borbón, porque todos éramos elenistas. Yo sigo guardando los estatutos.
El regreso fue triste porque Leopoldo no nos esperaba en Atocha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario