Un transexual tumbado en la camilla del quirófano poco antes de ser intervenido en una operación de cambio de sexo.Foto: etb
36 transexuales vascos siguen tratamiento hormonal previo a su cambio de sexo
El Servicio Vasco de Atención a Transexuales defiende la creación de una unidad multidisciplinar
Donostia. Nadie se levanta de la cama una mañana con el repentino capricho de cambiarse de sexo. Ser transexual en Euskadi, ni es sencillo, ni responde a ese malicioso estereotipo asociado a la prostitución que tanto daño hace a los 180 transexuales que viven en el País Vasco. El colectivo está sujeto a mil y una situaciones de vulnerabilidad y pesa sobre él un enorme riesgo de exclusión social. Su pecado, haber nacido con un sexo equivocado .
En el País Vasco hay actualmente 36 personas que están siguiendo un tratamiento hormonal y persiguen, en la mayoría de casos, el anhelo final de reasignar su sexo y llegar a vivir algún día lejos de ese cuerpo extraño que les otorgó por azar la naturaleza.
La Ley de Identidad de Género, que entró en vigor el 16 de marzo y permite el cambio de nombre y sexo en documentos oficiales sin la necesidad de someterse a operación genital, ha supuesto un hito histórico para este colectivo.
Desde luego que no se trata de un mero documento. Las zancadillas y las malas caras han sido habituales durante este tiempo, por no hablar de los contratos de trabajo, que se escapaban como arena entre los dedos tras contar por enésima vez su verdadera historia . Hasta realizar la compra resulta complicado, siempre al albur de la maldita identificación que tantos recelos despierta.
Desde marzo, sobre el papel, estos problemas son agua pasada. "Tan importante ha sido el paso adelante que incluso el 80% de los transexuales que atendemos consideran más importante ese cambio legislativo a que Osakidetza se haga cargo definitivamente de las operaciones de cambio de sexo", asegura Víctor Santamaría, responsable de Berdindu, el Servicio Vasco de Atención a Gays, Lesbianas y Transexuales.
Una vez satisfecha la primera de las grandes demandas, el portavoz de este servicio, integrado en el Departamento vasco de Vivienda y Asuntos Sociales, apunta a la segunda gran reclamación del colectivo: la integración y gratuidad de la reasignación de sexo en Osakidetza.
reconstrucción del pene Esta operación, por lo general, resulta más sencilla en los casos de transexualidad femenina, pero reasignar el sexo de una mujer que se siente hombre -la reconstrucción del pene- supone un desembolso mínimo de 30.000 euros en la sanidad privada, única vía en Euskadi puesto que Osakidetza no realiza esta cirugía.
El problema, asegura Santamaría, es que este tipo de intervenciones, lejos del paraguas de la sanidad pública, no ofrece precisamente garantías.
Andalucía realiza gratuitamente este tipo de operaciones y Extremadura también tiene concertado el servicio. Pero la ausencia de alternativas en la red pública vasca ha provocado éxodos a tierras andaluzas, donde hay listas de espera de unos dos años. Estos desplazamientos, en todo caso, se han atemperado desde que el Gobierno Vasco dedica partidas económicas para sufragar total o parcialmente las intervenciones. Eso sí, el propio responsable Berdindu reconoce que estas ayudas no son más que "parches".
disforia de género Desde luego que es preciso dinero, paciencia y una fe inquebrantable para concluir el proceso de reasignación de sexo. En primer lugar, es preciso visitar al médico de cabecera, quien deriva al paciente al psiquiatra para que elabore el diagnóstico de disforia de género.
Una vez realizado el examen -tarda de tres meses a dos años-, se le deriva al endocrino, que es el encargado de hacer el estudio físico, momento a partir del cual comienza un proceso de hormonación que durará toda la vida.
De las 36 personas que reciben actualmente tratamiento hormonal, Santamaría reconoce que están siendo atendidas incompletamente. "Es lo curioso del caso, que Osakidetza se haga cargo de la mitad de todo el proceso pero luego deje a estas personas a su libre albedrío. Es decir, te abonan la mitad de la atención y a partir de ahí hace falta recurrir a la vía privada", critica.
El Parlamento Vasco ha creado una Comisión de Sanidad para abordar las necesidades terapéuticas de las personas transexuales, lo que ya es interpretado como un primer paso que probablemente germine en la próxima legislatura, según aventuran desde Asuntos Sociales.
rechazo a la gratuidad De momento, esta Comisión de Sanidad ha rechazado, con los votos en contra del tripartito, PP y EHAK, y los votos a favor del PSE-EE una proposición no de ley presentada por los socialistas para lograr la gratuidad del proceso de reasignación de sexo en la Comunidad Autónoma Vasca. En ella, el PSE solicitaba que se ampliase el Catálogo de prestaciones de la sanidad pública para que se incluyese esta intervención y proponía que, mientras esto no se llevase a cabo, Osakidetza lo introdujese entre sus prestaciones.
Desde el Departamento de Asuntos Sociales aseguran que, lejos del ahorro que pueda presuponer la falta de este servicio integral, en realidad, "se está incrementando el gasto, porque en las clínicas privadas, a pesar de haber buenos profesionales, también se practican muchas chapuzas y eso está obligando a muchos transexuales a volver a la sanidad pública a hacerse reconstrucciones".
Trastornos psicológicos, dosis de hormonas excesivas, amputaciones genitales... "El día que Osakidetza se haga cargo de todo ello y cree una unidad multidisciplinar donde estas personas sean tratadas todo el proceso, el gasto final será mucho menor, y con este equipo las operaciones serán mucho más baratas", insiste Santamaría.
Y más teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, a pesar de los 180 transexuales que se estima hay en Euskadi, tan sólo cinco personas se acogieron en 2005 a las ayudas que destina el Gobierno Vasco y ocho el año pasado, lo que, en principio no parece hacer tambalear las arcas de la Sanidad.
En el País Vasco hay actualmente 36 personas que están siguiendo un tratamiento hormonal y persiguen, en la mayoría de casos, el anhelo final de reasignar su sexo y llegar a vivir algún día lejos de ese cuerpo extraño que les otorgó por azar la naturaleza.
La Ley de Identidad de Género, que entró en vigor el 16 de marzo y permite el cambio de nombre y sexo en documentos oficiales sin la necesidad de someterse a operación genital, ha supuesto un hito histórico para este colectivo.
Desde luego que no se trata de un mero documento. Las zancadillas y las malas caras han sido habituales durante este tiempo, por no hablar de los contratos de trabajo, que se escapaban como arena entre los dedos tras contar por enésima vez su verdadera historia . Hasta realizar la compra resulta complicado, siempre al albur de la maldita identificación que tantos recelos despierta.
Desde marzo, sobre el papel, estos problemas son agua pasada. "Tan importante ha sido el paso adelante que incluso el 80% de los transexuales que atendemos consideran más importante ese cambio legislativo a que Osakidetza se haga cargo definitivamente de las operaciones de cambio de sexo", asegura Víctor Santamaría, responsable de Berdindu, el Servicio Vasco de Atención a Gays, Lesbianas y Transexuales.
Una vez satisfecha la primera de las grandes demandas, el portavoz de este servicio, integrado en el Departamento vasco de Vivienda y Asuntos Sociales, apunta a la segunda gran reclamación del colectivo: la integración y gratuidad de la reasignación de sexo en Osakidetza.
reconstrucción del pene Esta operación, por lo general, resulta más sencilla en los casos de transexualidad femenina, pero reasignar el sexo de una mujer que se siente hombre -la reconstrucción del pene- supone un desembolso mínimo de 30.000 euros en la sanidad privada, única vía en Euskadi puesto que Osakidetza no realiza esta cirugía.
El problema, asegura Santamaría, es que este tipo de intervenciones, lejos del paraguas de la sanidad pública, no ofrece precisamente garantías.
Andalucía realiza gratuitamente este tipo de operaciones y Extremadura también tiene concertado el servicio. Pero la ausencia de alternativas en la red pública vasca ha provocado éxodos a tierras andaluzas, donde hay listas de espera de unos dos años. Estos desplazamientos, en todo caso, se han atemperado desde que el Gobierno Vasco dedica partidas económicas para sufragar total o parcialmente las intervenciones. Eso sí, el propio responsable Berdindu reconoce que estas ayudas no son más que "parches".
disforia de género Desde luego que es preciso dinero, paciencia y una fe inquebrantable para concluir el proceso de reasignación de sexo. En primer lugar, es preciso visitar al médico de cabecera, quien deriva al paciente al psiquiatra para que elabore el diagnóstico de disforia de género.
Una vez realizado el examen -tarda de tres meses a dos años-, se le deriva al endocrino, que es el encargado de hacer el estudio físico, momento a partir del cual comienza un proceso de hormonación que durará toda la vida.
De las 36 personas que reciben actualmente tratamiento hormonal, Santamaría reconoce que están siendo atendidas incompletamente. "Es lo curioso del caso, que Osakidetza se haga cargo de la mitad de todo el proceso pero luego deje a estas personas a su libre albedrío. Es decir, te abonan la mitad de la atención y a partir de ahí hace falta recurrir a la vía privada", critica.
El Parlamento Vasco ha creado una Comisión de Sanidad para abordar las necesidades terapéuticas de las personas transexuales, lo que ya es interpretado como un primer paso que probablemente germine en la próxima legislatura, según aventuran desde Asuntos Sociales.
rechazo a la gratuidad De momento, esta Comisión de Sanidad ha rechazado, con los votos en contra del tripartito, PP y EHAK, y los votos a favor del PSE-EE una proposición no de ley presentada por los socialistas para lograr la gratuidad del proceso de reasignación de sexo en la Comunidad Autónoma Vasca. En ella, el PSE solicitaba que se ampliase el Catálogo de prestaciones de la sanidad pública para que se incluyese esta intervención y proponía que, mientras esto no se llevase a cabo, Osakidetza lo introdujese entre sus prestaciones.
Desde el Departamento de Asuntos Sociales aseguran que, lejos del ahorro que pueda presuponer la falta de este servicio integral, en realidad, "se está incrementando el gasto, porque en las clínicas privadas, a pesar de haber buenos profesionales, también se practican muchas chapuzas y eso está obligando a muchos transexuales a volver a la sanidad pública a hacerse reconstrucciones".
Trastornos psicológicos, dosis de hormonas excesivas, amputaciones genitales... "El día que Osakidetza se haga cargo de todo ello y cree una unidad multidisciplinar donde estas personas sean tratadas todo el proceso, el gasto final será mucho menor, y con este equipo las operaciones serán mucho más baratas", insiste Santamaría.
Y más teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, a pesar de los 180 transexuales que se estima hay en Euskadi, tan sólo cinco personas se acogieron en 2005 a las ayudas que destina el Gobierno Vasco y ocho el año pasado, lo que, en principio no parece hacer tambalear las arcas de la Sanidad.
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